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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un Rey Baltasar pintado de negro, siempre, pero nunca gay

Siempre nos las arreglamos para explicar por qué había Reyes Magos simultáneos en todas partes, pero al parecer no para explicar por qué hay reinas o drag queens

Los Reyes Magos junto a Manuela Carmena y Celia Mayer, en la cabalgata celebrada en Madrid la noche del 5 de enero de 2016.Vídeo: JAIME VILLANUEVA Atlas
Berna González Harbour

El rey Baltasar de nuestra infancia solía ser un simple señor de raza blanco embetunado, oriundo de la localidad pero bien repintado de negro para parecerse al mago africano que llegó al portal de Belén junto con Melchor y Gaspar cuando nació Jesucristo. Ocurrió durante décadas, sobre todo cuando la inmigración no se había extendido en España y apenas había negros, y nadie montó ninguna gresca por semejante farsa ni aunque se notara. Ni aunque los pajes, magos o lanzadores de caramelos desde una carroza de la cabalgata se parecieran al alcalde, al concejal o a los chavales más grandes del pueblo. Que se parecían y que se notaba, vaya que sí.

Como españoles de bien y portadores de esta tradición tan noble y singular que a partir de ahora habrá que fijar a sangre y fuego en el programa electoral de los partidos, siempre los padres se las arreglaban para explicar a los niños por qué el 6 de enero había Reyes Magos simultáneos en la pantalla de televisión, en El Corte Inglés, en el colegio, en el barrio, en el pueblo de los abuelos y además en la estafeta de correos reales del centro comercial donde los niños habían depositado la carta. Y todo se complicaba cuando además había que compatibilizar la tradición española con el trineo de renos de Papá Noel, que en las películas americanas era Santa Claus, o con las befanas para los emparentados con Italia, el Tió de Nadal o Tronco de Navidad que defeca regalos para los niños catalanes, el Olentzero para los vascos, el Esteru para los cántabros o el Apalpador para los gallegos. La explicación siempre fue tan inverosímil como efectiva, funcionaba, porque la magia, es lo que tiene. Que a todos les había dado por venir a regalarnos cosas en Navidad y que, lógicamente, a veces necesitaban ayudantes, en fin, vaya preguntas.

Pero ha tenido que gobernar Manuela Carmena en la capital de España o Ada Colau en Barcelona para que los disfraces y el sexo de los Reyes Magos se conviertan en escándalo y noticia de primera página para una especie de puritanos de la moral real y custodios de la tradición tal y como nos la hemos creído. Bueno, un momento: ¿Tradición? ¿Nos escandalizamos de que un rey mago sea mujer pero no de que un negro sea en realidad un blanco pintado?

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En esta ocasión, después del escándalo de los trajes reales modelo cortina de ducha que emplearon sus Majestades en Madrid en 2016 y que tanto amargaron la Navidad a los defensores del modelo capa aterciopelada como Cayetana Álvarez de Toledo, y de la extensión de reinas magas en 2017, la noticia ha saltado porque una de las decenas de cabalgatas que se celebran en los distritos, la de Vallecas, va a incluir una carroza por la igualdad del colectivo LGTBI y la diversidad. Y ha ardido Troya. Que habrá una drag queen, una cabaretera y una cantante de hip hop, han dicho. El acabóse. Y que en Barcelona el Belén es conceptual. ¡Un escándalo! ¡Hasta dónde vamos a llegar con la nueva política! Al menos, a una carcajada general, pero de quienes aún se lo toman en serio.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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