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Las diez horas en las que la Guardia Civil logró la confesión de El Chicle

José Enrique Abuín Gey fue interrogado a contrarreloj

Un guardia civil a la salida de la nave donde se encontraba el cuerpo de Diana Quer.Foto: atlas | Vídeo: ÓSCAR CORRAL
Patricia Ortega Dolz

Realmente José Enrique Abuín Gey no se derrumbó a la manera en la que se derrumban los asesinos confesos, reconociendo su delito y arrepintiéndose. El Chicle, como le conocen en Taragoña (Rianxo), fue interrogado a contrarreloj, durante casi diez horas, por avezados agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, investigadores expertos en delincuentes correosos que contaban con un máximo de 72 horas para dar con el cuerpo del delito. Lloró, protestó, dramatizó, pero sobre todo, mintió.

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Mintió cuando dijo que había atropellado a Diana Quer con su coche aquella noche del 22 de agosto de 2016, cuando la joven madrileña regresaba a casa de las fiestas de A Pobra do Caramiñal (A Coruña). Pero mintió también, según los investigadores, cuando aseguró que trató de violarla y que, al resistirse, la acabó estrangulando y maniatando y tirándola al pozo donde este domingo, al amanecer del último día de 2017 y casi 500 días después de que se le perdiera el rastro a la joven, fueron hallados unos restos humanos en un inmueble propiedad de su familia.

Fue él quien condujo hasta allí a los agentes, según revelan fuentes de la investigación, convencidas –a falta de que lo confirme la autopsia- de que se trata de los restos de Diana Quer, que solo contaba 18 preciosos años cuando desapareció aquel verano.

Desde que el viernes pasado por la mañana le detuvieron a la salida del centro de fisioterapia donde se rehabilitaba de una lesión en el hombro, El Chicle, deportista de pro, sabía a qué se enfrentaba. Fue cuestión de minutos que reconociera el homicidio de Diana Quer. Pero tardó mucho más en señalar el lugar en el que había dejado su cuerpo.

Mentiroso compulsivo, según quienes le han conocido de cerca, dijo primero que había arrojado el cuerpo a un descampado, pero que no lo iban a encontrar porque habían movido las tierras. Los investigadores no dieron verosimilitud a esa versión porque era imposible que hubiesen llegado al lugar marcado, según el posicionamiento de su teléfono y las grabaciones de su vehículo en las horas señaladas.

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Entonces dijo que la había arrojado a la ría, pero el punto que señalaba es un sitio en el que podía haber sido visto fácilmente por testigos y donde tampoco le ubicaban los análisis técnicos de teléfonos y cámaras.

Finalmente, sin reconocer en ningún momento haberla violado, aseguró que la estranguló “sin querer”, en el forcejeo, y arrojó su cuerpo a un pozo de una nave de la parroquia de Taragoña. Allí la encontraron los investigadores: “Estaba Desnuda”.

El lugar en cuestión es un inmueble antiguo, en una zona de viviendas, usado en su origen como almacén de muebles. Su familia, el clan de Os Fanchos, la había utilizado en alguna ocasión para almacenar droga, según los investigadores. Padres, hijos, tíos y primos conforman desde hace décadas una tupida red de narcotraficantes erradicada entre A Pobra de Caramiñal y Vilagarcía de Arousa con numerosos antedecentes, según las mismas fuentes.

Inicialmente, El Chicle -un tipo de 41 años, dentadura prominente, aficionado al running y que se define a sí mismo en las redes sociales como “estudiado en la vida y en el trabajo diario”- era uno más de los 200 investigados en la zona de la desaparición de Diana Quer por tener antecedentes por agresiones sexuales y drogas.

Los investigadores sabían que había estado en la cárcel por drogas, tras ser detenido en una operación en 2007. Pero también que tenía un pasado aún más oscuro: “Había pasado un tiempo en prisión –unos meses- acusado de violación”. Supuestamente, “violó a la hermana gemela de la que desde hace más de 15 años es su pareja, Rosario Rodríguez”, señalan las mismas fuentes. La chica solo tenía 17 años. “La amenazó con un cuchillo en el cuello, la metió en el maletero de su coche y se la llevó a un descampado para abusar de ella”, aseguran fuentes de la investigación. La presión familiar, y el hecho de que no la creyese ni su propia hermana, llevaron a la chica a retirar la denuncia y los cargos contra él y el caso se archivó y El Chicle quedó en libertad. Después de aquello, la joven se fue lejos de su familia.

Tras el cruce de cientos de matrículas y posicionamientos de teléfonos, pasó a ser uno de los 80 a los que quedó reducido el principal grupo de sospechosos de la desaparición de Diana Quer. Su coche, un Alfa Romeo, también fue registrado por las cámaras de seguridad aquella madrugada del 22 de agosto de 2016, cuando el pueblo de A Pobra de Caramiñal (A Coruña) estaba en fiestas. Localizado e inspeccionado, el vehículo no aportó ninguna pista relevante en el caso. El Chicle justificó los movimientos con su coche aquella noche porque iba a comprar gasóleo. Y se buscó un apoyo para su coartada: su mujer, Rosario Rodríguez. Ella aseguró que le acompañaba hasta que fue detenida junto a él este viernes. Tras el interrogatorio, se desdijo. No fue con él a ninguna parte esa noche.

Quienes le han conocido le definen como egoísta y egocéntrico, “hombre de pocos afectos”, “no parecen importarle demasiado ni su mujer ni su hija de ocho años”. El Chicle llegó a decir que le pidió a Rosario que le cubriera su coartada porque como “se sabía sospechoso y él en realidad no había hecho nada…”.

Depurados todos los cruces de posicionamientos de teléfonos, cámaras, horas… Solo quedaban dos móviles que coincidían –con un máximo de tres metros de diferencia- en la franja espacio temporal de la desaparición, en el sitio y en la hora en la que se perdía la pista de Diana Quer. Eran el de la propia Diana y el de El Chicle. Así fue como pasó a ser el sospechoso número uno. Todo estaba listo para su detención cuando el pasado 25 de diciembre actuó de nuevo.

“El mismo modus operandi: iba merodeando con el coche, vio a una chica en un callejón oscuro, se detuvo y le quitó el teléfono a punta de cuchillo en el cuello para después tratar de meterla en el maletero por la fuerza”. La suerte quiso que esa lesión de hombro que acusa le restara fuerza para encerrarla en el maletero. Ella declaró que se le quedaron las piernas fuera y que por eso él no pudo cerrar la puerta. Gritó y varias personas se acercaron. El Chicle huyó en su Alfa Romeo. La descripción que hizo la chica de él fue definitiva y precipitó su detención.

Los investigadores sospechan que Diana Quer no tuvo esa suerte y no logró zafarse de su agresor. La autopsia dirá ahora si esos restos humanos son de ella y si fue violada o no antes de morir.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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