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Un clásico nada clásico

Madrid y Barça se citan en programación navideña, con urgencias para los blancos, el insólito horario de las 13.00 y la mayor diferencia en el primer duelo liguero desde hace 30 años

FOTO: Zinedine Zidane, en el último entrenamiento antes del clásico en Valdebebas. / VÍDEO: Concentraciones de los dos equipos.Foto: atlas | Vídeo: PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP) / ATLAS
José Sámano

Un Madrid-Barça tan navideño y a las 13.00 (beIN LaLiga), de espaldas al cliente patrio y entregado a la supuesta audiencia del Lejano Oriente. Este clásico solo tiene de clásico a los dos contendientes. Son los tiempos de la mediosfera global, dicen los rectores del tinglado. Aquellos que han programado una semana que el lunes cerró la jornada 16 y que desde el martes hasta este sábado empalma con la 17 con partidos a diario. El fútbol lo aguanta todo. En España se ha jugado a medianoche y hasta sin público sin sanción mediante. Para desgracia de la clase media-baja, ya son corrientes los encuentros furtivos de los lunes. A la espera del audímetro chino, quedaba medir la resistencia del clásico que cada curso es el clásico de los siglos por los siglos.

Tampoco es muy clásico que ya en el reto de la primera vuelta un equipo mire al otro por el retrovisor a once puntos de ventaja. Llegado el primer Madrid-Barça liguero, no se daba una distancia parecida entre ambos desde hace 30 años, según Opta. En 1987, el Madrid llegó al partido con 10 puntos sobre los azulgrana, 15 de haber valido entonces tres puntos la victoria. Hoy, un órdago para el Madrid, especialista único cuando se toma las citas como una final. Es el caso. Distraído en temas domésticos, por más que vea la Liga como algo mundano, medirse al Barça es una cuestión de trascendencia interplanetaria. Además, un traspié ante los azulgrana dejaría a los blancos en una situación delicada. Quedarse en la cuneta de la Liga con cinco meses de calendario por delante tendría consecuencias en la pasarela europea. A Europa conviene ir con el flotador de la Liga, con una frecuente tensión competitiva.

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Si el Madrid llega a la cita con urgencias, para el Barça —que lleva 24 choques invicto— también tiene mucha miga. Puede hacer descarrilar al campeón y principal oponente. Al mismo tiempo, reafirmar un proyecto que parecía abocado al siniestro total tras la película de terror que le supuso la Supercopa de agosto con los madridistas. Además, el confortable colchón que tiene con el Madrid no es el que dispone con el Atlético. Por el radar de los dos jerarcas también hay vida. La tiene este Atlético cuyo segundo puesto no es ortopédico y que ya tiene a punto del embarque a Diego Costa y Vitolo. Por ahora, este Barça más fiable que cegador se ha quedado a medias en sus tres visitas de mayor enjundia: Turín, el Metropolitano y Mestalla.

El Barça llega al duelo más menguado que el Madrid. A Zinedine Zidane solo le falta su hijo Luca. El resto, todos al grito de presente en el estado de revista. Incluido Cristiano, al que Geromel le tatuó los tacos en un gemelo en la final mundialita con Gremio. Con mayor y mejor cesto que su adversario, el entrenador francés puede disponer a su antojo. Ya sea el etiquetado equipo de Cardiff o bien echar el lazo a gente como Asensio o Bale, si es que el galés está ya para algo más que un rato final. Orientados por la derecha, cualquiera de los dos podría sofocar el mejor enlace azulgrana: Messi-Alba. Nada quiso desvelar Zidane. Ni siquiera si el británico está para 90 minutos, máxime tras el precedente del último clásico liguero en Chamartín, cuando reapareció y se fundió a los 35 minutos. Zidane tampoco despejó si repetirá con Kovacic sobre La Pulga, al que arrestó en la Supercopa. Eso sí, Zizou deslizó: “Contra el Barça hay más cosas que pensar que contra cualquier otro adversario”.

Al contrario que su colega Zidane, Ernesto Valverde llega con lo justo. Sin Dembelè, Deulofeu y Alcácer no cuenta con más atacantes que Suárez y Messi. Sin Umtiti, el otro área cuelga con pinzas de Piqué y Vermaelen. Mascherano ya solo es un reservista para emergencias antes de su inminente jubilación china.

Valverde y Zidane coincidieron en que el duelo no será decisivo, pase lo que pase. Una forma de restar ansiedad a los suyos. “Nos molan estos partidos, y este será el más complicado en lo que va de temporada, pero no decisivo”, afirmó el galo. “Quedará todo por decidir”, apuntó el extremeño. No fue el único punto convergente. A Zidane el dichoso pasillo le importa un bledo. Para su colega, que expresó su “reconocimiento” al Madrid, dado “el cariz mediático contaminante”, este tipo de homenaje “ha perdido la esencia de hace años”.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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