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De un calvario de malos tratos al Gordo de la Lotería

Noelia, la niña que cantó el gran premio, sufrió junto a su madre, una limpiadora que gana 500 euros al mes, un infierno

Noelia Katiuska y Yossueff Salhi, tras cantar el Gordo.Vídeo: VÍCTOR SAINZ | efe / atlas
Jesús Ruiz Mantilla

A veces una vida de sufrimiento tiene el paréntesis de alguna alegría. La de Noelia Katiuska Medina Campoverde llegó este viernes cuando cantó el Gordo de Navidad este año: un 71198 equivalente al peso de sus desgracias. Y quien lo expresaba serena pero contenta fue su madre, Sandra Campoverde, que trató de proteger a su hija del infierno de malos tratos a los que durante cuatro años la sometió su pareja y padre de la niña.

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Sandra no quiere acordarse ni de su nombre. “Huyó, escapando de sus responsabilidades”, comentaba este viernes en el Teatro Real, poco después de que su niña, junto a Youseff Salhi, Daniela de León y Thiago Darío Diosy Marrone regaran varias ciudades con el premio. La mujer no pidió nada. Se limitó a alegrarse por el hecho de que los nervios previos de su hija hubieran tenido recompensa: “Y espero que a quienes les ha tocado, disfruten mucho de su suerte”.

La suya y la de Noelia, hasta ahora, ha sido escasa. La madre se dedica a la limpieza y a cuidar ancianos desde que vino de Ecuador. Ve a su hija al menos una vez por semana cuando acude al internado. Con mucho sacrificio apenas saca 500 euros al mes con los que sobrevivir compartiendo una habitación: ese es el balance de sus 14 años en España, donde hace 13, nació Noelia.

Aunque lo peor, según ella, ya pasó. Fue cuando el padre de la niña salió del país. “Yo la protegí mucho, pero a punto estuve de perderla por la inestabilidad que sufríamos. No acabábamos de asentarnos en ningún lugar. La tuve que cambiar de colegio varias veces. Ahora lleva cuatro años en el mismo y en la residencia de San Ildefonso, aunque va con dificultades en los estudios. No sé qué hubiera sido de nosotras sin esa ayuda. Por lo menos ahí le dan bien de comer y tiene beca para sus estudios. Ella es su música, le encanta eso. Está en su mundo. Un día quiere ser enfermera, otro estudiar medicina, últimamente le ha dado por policía…”. La propia Noelia admite que no lo sabe bien. Lo dice con la voz templada a pesar de que apenas ha dormido cuatro horas.

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Fue en el último suspiro de su tanda cuando apareció la bola. La penúltima antes de acabar la serie al filo de las 12.00. Pero entre el cuarteto que se las fajaba en el escenario contaban con un talismán. Thiago Darío Diosy, que ya extrajo el Gordo en 2015. Por algo destaca en matemáticas. “Lo mío son los números”, dice.

Los cuatro han sido los afortunados este año entre el plantel de San Ildefonso. Lo componían 40 chavales encargados de repartir 2.380 millones en premios. Una buena cosecha para cifras en aumento. Así lo admite Inmaculada García Martínez, presidenta de Loterías y Apuestas del Estado. “Estamos ya a niveles de venta parecidos a antes de la crisis con una recaudación de 2.760 millones en venta total”, asegura.

Lo comentaba después del triunfo de Aya Ben Handouch en la sala. La niña estiraba las notas de los premios hasta el infinito, con grandes ovaciones. Aguantó toda su serie con un pulmón envidiable, digno del reparto de La Bohème que estos días programa el Real. Animó los desvelos de quienes llenaron el teatro después de soportar sus colas de madrugada.

O antes. Desde las cinco de la tarde del jueves llevaba Enrique Vilches en la fila, con su disfraz de Chiquito de la Calzada. El hombre tiene 84 años y es muy aficionado a rendir homenaje a artistas muertos. Este año, la indumentaria no le ha dado tanta lata como el pasado, que se lo dedicó a Lina Morgan. Con una peluca y las patillas pintadas, daba el pego. “Es que siempre me hizo mucha gracia Chiquito, que en paz descanse”. Lo mismo que Belén Esteban, su musa, a la que va a ir a ver al plató de Sálvame. ¿Y pagan por acudir como público? “Qué va… te dan un bocadillo y una cerveza caducada”.

Para el celtiberia show de este año, hubo estrenos. Desde un cuarteto vallisoletano que quiso recordar en su centenario a José Zorrilla y se repartió papeles de su Don Juan a Lidia y Marisa, de Utrera, “mejores amigas”, confiesan, y disfrazadas de astronautas de la Nasa con sus dos décimos pegados en cada pecho. “Uno el nuestro y otro el del equipo de baloncesto en que jugamos, el del pueblo”.

Para equipo, el que jamás ha abandonado Fernando Vázquez Carralero. Ni más ni menos que el de San Ildefonso. Hace 63 años cantó él mismo el Gordo. “El 53584: 15 millones de pesetas. Y fue el último sorteo que se retransmitió sólo por radio”. Luego llegó la televisión y con ello el circo mediático que cada 22 de diciembre se monta en el Real desde que se retransmite en la Plaza de Oriente.

Fernando acompaña cada sábado en el sorteo semanal a los chicos. Preside la asociación de antiguos alumnos y les da consejos: “Que no estén nerviosos y que se aten bien la correa del pantalón, por si acaso”.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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