Alfonso Bassave y ‘Sua’, la perra de fuego
EL ACTOR Alfonso Bassave se sienta en el suelo del salón de su casa junto a su perra, Sua, y gruñe. “Cada vez que lo hago se vuelve loca”. Ella, que está tumbada y tranquila, se levanta alterada, le devuelve los gruñidos y le lame la cara. Bassave le habla. “¿Por qué estás tan tímida?”. Cuenta que lo hace a menudo. “En general hablo solo, pero si encima tengo unos oídos caninos que me escuchan…”, ríe. El coprotagonista de ficciones como Amar es para siempre o Gran Hotel no ensaya sus actuaciones de trabajo con ella. “Eso no le hace gracia. Ni verme llorar o discutir. Cualquier explosión de emociones no le mola y se pira de la habitación”
Desde que la adoptó en 2011 en la protectora de animales El Refugio, el intérprete madrileño, de 36 años, ha integrado a Sua en su rutina. “Que sea ella la que se acople a mi vida y no al revés”. Se la lleva a la mayoría de los rodajes en los que participa. “Cuando la adopté estaba trabajando en la serie Hispania. Rodábamos en La Vera (Cáceres). Me la llevaba y la ataba a un árbol con una correa larga. ¡Estaba encantada!”. Solo encuentra dificultades para viajar en avión o tren. “Tengo que pagar el doble por su billete que por el mío, cuando yo ocupo un asiento y ella va en una caja con las maletas”.
Una de las pocas cosas que no hacen juntos es dormir. Cuando van al campo o a la playa, Sua desaparece tras la pista de algún animal. “Los primeros años, yo montaba un psicodrama al no encontrarla. Después escenificábamos un reencuentro a lo Sorpresa, sorpresa: yo llorando y echándole la bronca”. Ahora sabe que tiene buena orientación y siempre vuelve. “Vivir con ella ha sido una enseñanza de cómo querer bien. Una lección de amor incondicional y, sobre todo, de amor sano”.