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Loquillo marca su ley

El músico cierra por todo lo alto con su 'rock and roll' imponente su gira ante 17.000 personas en el WiZink Center de Madrid

Loquillo, este viernes en Madrid.Foto: atlas | Vídeo: Kike Para / ATLAS
Fernando Navarro

A estas alturas de la película, a sus 56 años y cuando la memoria es simplemente aquello a lo que nos agarramos “cuando ya no queda nada”, como reza la canción Memoria de jóvenes airados, Loquillo vive su mejor momento. Con cuatro décadas a sus espaldas de carrera, el veterano músico está más vivo que nunca, como un luchador al que quisieron retirar pero que todavía conserva su mejor gancho. El bigardo del rock español simboliza mejor que nadie el espíritu legendario del rock and roll.

Bastó este viernes escuchar en directo Rompeolas, a mitad de su concierto en un abarrotado WiZink Center de Madrid con 17.000 personas en el cierre de su exitosa gira, para percatarse de que actualmente, pese a quien pese y rompiendo pronósticos, Loquillo no pierde el tiempo en perderse en recuerdos. Le pega un buen golpe a la memoria de los peces. Tieso como un coloso con su camisa negra de hombreras blancas, fumando su cigarro mientras veía a la banda desgañitarse en ese himno de corazón forajido, su figura imponía su ley. La ley de un tipo que vive el momento con el hambre de un tiburón, consciente de que el rock and roll se quema en presente, aún jugando con varios elementos de la nostalgia. Como ese fotograma legendario, su figura autoritaria e imponente ilustra toda una vida dedicada a la causa. A la causa del rock and roll.

Es tan irreal como incuestionable. La causa del rock and roll solo se entiende cuando se ha probado. Y Loquillo no solo la probó más pronto que nadie en este país siendo un imberbe, allá por principios de los ochenta, cuando este país era otro y la música buscaba conquistar un territorio, sino que lo transmite todavía con pasión adolescente, como cuando anoche encaró clásicos como El ritmo del garaje o Viento del este, una composición de sus últimos años pero con el vigor de antaño, con acordeón bastardo.

En este mundo cada vez más escaso de memoria, la cuestión no es que haya sabido sobrevivir, sino que ha hecho crecer su figura, mientras otros sobresalientes creadores de su generación como Santiago Auserón, Jaime Urrutia, Julio Bustamante, Josele Santiago o José Ignacio Lapido, se han tenido que refugiar en las trincheras. Loquillo no siempre estuvo en la cresta de la ola. En ese doloroso y extraño transito de la generación de los ochenta al nuevo siglo, tuvo momentos de zozobra comercial y artística. Pero aguantó y centró sus fuerzas en ser el mejor frontman, de primer nivel, digno de estudio, tan magnífico en eso como en comunicar sus mensajes. Con cada disco, con cada entrevista, sabe siempre vender su mensaje. Un mensaje que jamás pierde la perspectiva de aquello que todo el mundo entiende por rock and roll. Esto es, romanticismo, pasión, independencia, carisma y guitarras desatadas. Estos dos últimos elementos nadie los conserva como él en este país, como bien demostró en la inicial Salud y Rock and Roll, Esto no es Hawaii o Besos robados. El carisma es Loquillo, parado como una efigie en el escenario y homenajeando a Johnny Cash en El hombre de negro o al recientemente fallecido Johnny Hallyday en Cruzando el paraíso, mientras ve tocar a tres guitarristas portentosos: Igor Paskual, Mario Cobo y Josu García. Cada uno en su estilo ha trazado el sonido compacto, fiero, nada artificial, de una banda imparable. Sientan cátedra de rock and roll, con esos vínculos al rockabilly y glam.

A estas alturas de la película, suenan Feo, fuerte y formal, Rock and roll Star, Qué hace una chica como tú en un sitio como este y Cadillac Solitario con todo su rugido de rock and roll y Loquillo marca su ley. Con todo el pabellón coreando las letras como en la verbena, el presente es la mejor gasolina para alimentar la leyenda.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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