Mónica Martín y ‘Greta’, la viajera literaria
CADA MAÑANA, la agente literaria Mónica Martín recorre las tres manzanas que separan su casa de su oficina. Lo hace siempre en compañía de su galga italiana, Greta. “La llevo a todas partes. A la compra, a la peluquería y al despacho. Los animales en el trabajo son mejor que un antidepresivo”. La perra tiene fotos con la mayoría de los escritores a los que representa MB, la agencia que Martín puso en marcha en 1997, desde Enrique Vila-Matas hasta David Trueba. Y es también famosa entre muchos editores de España.
En sus ratos libres, Martín solía relajarse haciendo ikebana, la técnica japonesa para arreglos florales. Pero desde hace seis años también teje jerséis para su mascota. “No la quería vestir, pero una tarde, una abuelita me abroncó en la calle porque Greta temblaba como una hoja”. Ese día le hizo un poncho, luego dos, y ya no pudo parar. Le pone la ropa solo en invierno, sobre todo cuando visitan países más fríos. Greta ha viajado por toda Europa, desde Suiza hasta Pompeya.
Por su trabajo, Martín pasa tardes enteras leyendo los manuscritos que le envían a la agencia. Lo hace tumbada en el diván que hay en su terraza. Un espacio acristalado y repleto de hojas de palma que le dan un aire tropical. Greta se acurruca sobre su dueña en busca de su calor corporal. “Para mí, es irresistible. Los animales tocan una fibra que no tocan las personas. Y hacen que el día sea mejor”.
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