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Alfombras étnicas a 4.000 metros

La emprendedora, en su casa, donde almacena el material.
Virginia López Enano

LAS ALFOMBRAS que ven­de la pamplonesa María Ibáñez hablan. Si tienen una mancha de cera en su superficie, cuentan que las han confeccionado a la luz de las velas. Con sus colores hablan también de la tierra, donde los pigmentos naturales obtenidos de la cochinilla, insecto que se encuentra en un tipo de cactus característico de la zona, las tiñen en su mayoría de rojos, rosas y morados. Ibáñez ha recorrido el Altiplano andino, desde Chile hasta Perú, en busca de su elocuencia. Con ellas, y con la ayuda de las redes sociales, ha levantado el negocio Alfombras Étnicas, que en un año asegura que ya es rentable.

Detalle del producto que María Ibáñez compra en el Altiplano.

Su periplo comenzó en 2014, cuando su marido se tuvo que instalar en Chile por motivos laborales. Ibáñez, de 32 años y licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas, dejó su trabajo en una empresa de comunicación para irse con él y con sus dos hijos a Sudamérica. Mientras encontraba una nueva ocupación, Ibáñez empezó a recorrer el Altiplano andino y descubrió que a unos 4.000 metros de altura, donde respirar es una dura tarea para los pulmones no habituados, los campesinos tejían unas pesadas mantas de unos seis kilos con lana de alpaca para resguardarse del frío. “Me fui haciendo con un montón de ellas. Tenía la casa llena, pero cada vez veía una más bonita”. Ibáñez acabó acumulando más de 40. Las primeras las puso cubriendo el suelo. Las siguientes, encima de los sofás, en la terraza… “Llegó un punto en el que me vi forzada a darles una salida. Se las ofrecí a mis amigas. Con ellas no tuve suerte, pero sí con las amigas de mi hermana. Muchas se iban a casar y las pidieron como regalo de bodas. En febrero del año pasado vine con la maleta llena. Como vi que funcionaba, me saqué los permisos para hacer una importación formal”.

La empresaria separa las dos piezas que forman una alfombra. En la segunda foto, lo cojines son su producto estrella.

Solo un año después de las primeras ventas, Ibáñez ha conseguido crear un negocio rentable que basa su fuerza en las redes sociales. Tiene más de 7.000 seguidores en Instagram, donde interactúa directamente con sus clientes. A través de esta plataforma, un seguidor le sugirió tapizar bancos. Y para aprovechar las telas al máximo también fabrica cojines, que se han convertido en su producto estrella, con un precio que oscila entre los 50 y 150 euros. “Estas Navidades ha sido una locura, lo de los cojines ha sido una auténtica fiebre”. La demanda le ha llevado a abrir su propia web y ha identificado a su cliente potencial. “Estas alfombras atraen, por un lado, a jóvenes que están a punto de casarse y las piden como regalo de bodas y, por otro, a mujeres de unos 40 años con hijos mayores, no tan destroyers, y que quieren poner su casa bonita”. Ha llegado a vender su producto en Holanda y Alemania, donde, cuenta, encaja bien con decoraciones minimalistas que se caracterizan por tener pocos productos pero muy escogidos.

Dos campesinos tejen cada uno una alfombra.

Ibáñez ha dado carpetazo a su aventura en Chile. Acaba de regresar a España por motivos familiares, pero no ve el traslado como una barrera; al contrario, ahora busca la forma de potenciar el negocio desde Madrid. El despacho de su nueva casa se ha convertido en el almacén que acoge, de forma temporal, las más de 250 alfombras que se ha traído del Altiplano. “Tengo los contactos en Chile, Perú y Bolivia para conseguir el producto y ahora puedo centrarme en comercializarlo bien”. Y en pensar en nuevas formas de aprovechar la tela. Quiere tapizar bancos y sillas, e incluso, cuenta, marcas de calzado se han puesto en contacto con ella para darle el toque andino a sus zapatos. “Es un buen momento para el negocio, me permite seguir invirtiendo y comprando material y atreverme a experimentar”.

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Sobre la firma

Virginia López Enano
Trabaja en el equipo de Redes de EL PAÍS. Ha pasado por varias secciones del periódico, como la delegación de Sevilla, Nacional o El País Semanal, donde ha escrito temas de música y cultura. Es Licenciada en Historia y Graduada en Periodismo por la Universidad de Navarra y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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