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Pedro Durán, el último clan de la plata

Juan Miguel Albarracín Durán, director general del grupo Durán, y Alberto Durán, director de Pedro Durán, una de sus cuatro sociedades.
Virginia López Enano

CADA vez quedan menos empresas familiares en el podio del lujo español. Marcas como Loewe o Lladró nacieron asociadas a un apellido y se alzaron con fuerza en el mercado, pero han acabado vendiendo a socios externos. La casa de moda fue adquirida por el conglomerado LVMH en 1996, mientras que la firma de porcelana despachó sus acciones a un fondo de capital riesgo a principios de este año. En esa maraña no se enredó Pedro Durán. Después de 130 años, la compañía platera sobrevive con la buena salud que otorgan unos beneficios anuales de 25 millones de euros en 2016. La empresa ha resistido desde la Guerra Civil hasta la embestida de una crisis que la pilló en mitad de un salto generacional. Y en plena era de Instagram, ha conseguido hacer de los marcos de plata su producto estrella. Vende 15.000 al año, profusos y macizos: esos que descansan sobre las mesillas de muchos hogares españoles y con su brillo llaman la atención sobre un marinerito repeinado o el beso de dos recién casados.

Un trabajador de los talleres donde se fabrican las piezas de Durán.pulsa en la fotoUn trabajador de los talleres donde se fabrican las piezas de Durán.

Durán ha superado muchos escollos por y pese a su condición de empresa familiar. Este tipo de compañías, como explica Marta Beltrán, directora de la Asociación para el Desarrollo de la Empresa Familiar de Madrid, tienen una antigüedad media de unos 33 años, frente a los 12 que vive una entidad sin relación de parentesco. Hay una vocación de continuidad. El apellido aporta el factor emocional y fortalece la lucha por sacar adelante un proyecto que lleva un nombre asociado. Son más longevas, pero aun así, solo el 2,6% consigue dar el salto de la tercera a la cuarta generación. Fundada en 1886, en Durán hace tiempo que esa hornada se puso a los mandos.

Juan Miguel Albarracín Durán, biznieto del orfebre fundador del imperio platero y actual director general de Grupo Durán, es uno de esos ejecutivos que han tomado el relevo. Desde sus luminosas oficinas en la sede de la compañía, situada en la céntrica calle de Serrano, en Madrid, Albarracín esboza uno de los secretos de su éxito: “El mayor peligro de una empresa familiar es la descoordinación de los miembros. Es importante la planificación y tener mecanismos de reemplazo”. No dejar nada al azar, porque el hecho de pertenecer a una saga de empresarios no garantiza estar capacitado para mantenerla a flote.

Marcos y candelabros de plata a punto de finalizarse.

Esos recursos a los que hace referencia Albarracín fueron más emocionales y espontáneos en las primeras generaciones. Pero pronto vieron que si querían sobrevivir necesitaban profesionalizarse, por lo que encargaron el plan de sucesión a una consultora. El director general sintetiza en una frase la esencia actual de la entidad: “Somos una empresa con un 100% de capital familiar, formada por parientes preparados y por profesionales en distintas áreas”. En la actualidad, el Grupo Durán tiene 110 empleados, y sus 12 directivos comparten apellido. A pesar de que el fundador fue dibujante y orfebre, ninguno de sus sucesores ha desarrollado habilidades artísticas, al menos no dentro de la compañía.

La entrada de la sede desde la que habla Albarracín está custodiada por un pequeño altar que recoge el pasado de la empresa. El retrato del jovencísimo fundador, antiguos moldes con los que se daba forma a la plata y correspondencia que certifica la buena relación de la empresa con la Casa Real, que tiene en su haber unas 600 piezas de Durán. Cada rincón rezuma historia. Las mesas de madera maciza sobre las que exhiben ahora algunos de sus productos hablan de su proceso de industrialización. De la época en la que el grupo poseía su propia fábrica. Entonces todo quedaba en casa: tenían dibujantes y cinceladores en plantilla y elaboraban sus propios moldes. Hasta que, hace cinco años, decidieron cerrar la factoría. Cuenta Alberto Durán, director de la sociedad Pedro Durán (una de las cuatro que integran el grupo, junto con otras tres dedicadas a la joyería, los accesorios y las subastas) y también biznieto del fundador, que no resultaba fácil mantener el nivel de producción. “Cuando eres fabricante tienes que revertir en sistemas de seguridad, maquinaria… Tomamos la decisión porque no podíamos ser marca, distribuidor y productor. Todo era imposible”. Ahora, trabajan con tres talleres artesanos.

Imagen de la familia Durán, con ocho de sus miembros.

Los cajones de metal pintados de verde que antes se usaban para guardar las pequeñas piezas del proceso de producción sirven ahora de complemento a las mesas macizas que exhiben en su superficie una batería de joyas. Pedro Durán se dedicó en sus inicios a fabricar utensilios de menaje y decoración, pero fue ampliando horizontes hasta que en los años cuarenta del siglo pasado se creó la segunda sociedad del grupo: Durán Joyeros. Esta compañía ha acabado desbancando en facturación a la matriz y es la que les ha mantenido a flote. De los 25 millones que el grupo ingresó en 2016, el 55% corresponde a su línea de alta joyería, y el 20% a la de decoración y souvenirs. El resto se reparte entre Durán Exquse, firma de accesorios, y Subastas Durán.

Aunque no ocurre así con el grueso de los beneficios, la imagen de marca recae sobre la primera de estas cuatro compañías, que ha ido evolucionando con la sociedad. Atrás ha quedado el barroquismo de sus primeros productos: ahora la plata se combina con otros materiales para atraer a un público más joven. “Desarrollamos productos nuevos con nácar o piel, por ejemplo. Intentamos mantener un guiño platero, pero cada vez nos posicionamos más como una marca de decoración, que ahora está de moda”, explica Alberto Durán. Saben que el nombre de la firma es fuerte. El propio director confiesa que en muchas ocasiones se ha topado con sus marcos de plata en anuncios de inmobiliarias, revistas del corazón y en programas como Sálvame o el espacio de entrevistas que conduce Bertín Osborne. Con la diversificación, Durán busca no solo conservar una tradición de 130 años, sino seguir batiéndose en un mercado cambiante y más competitivo.

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Sobre la firma

Virginia López Enano
Trabaja en el equipo de Redes de EL PAÍS. Ha pasado por varias secciones del periódico, como la delegación de Sevilla, Nacional o El País Semanal, donde ha escrito temas de música y cultura. Es Licenciada en Historia y Graduada en Periodismo por la Universidad de Navarra y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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