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El Celta de Unzue apuñala al Barcelona

El equipo gallego logra las tablas frente a los azulgrana, que vuelven a completar un buen encuentro sin el premio del triunfo

FOTO: Alcácer se cuelga del larguero tras fallar un remate. / VÍDEO: Declaraciones de Valverde tras el partido.Vídeo: ALBERT GEA (REUTERS) / EPV (EFE)
Ramon Besa

El Barça ha empezado a descontar puntos cuando comenzó a jugar mejor a fútbol, competitivo en Valencia y virtuoso contra el Celta, reducido también en el Camp Nou. Los azulgrana cedieron su segundo empate después de un buen partido: 2-2. Nadie le había metido dos goles desde la Supercopa hasta que llegaron Iago Aspas y Maxi Gómez. La agresividad y velocidad de los delanteros celestes comprometieron seriamente a la defensa barcelonista, tan exigida que perdió por lesión a Umtiti. Las áreas penalizaron al Barça, menos contundente y afortunado que el Celta, que rompió la serie de 18 victorias en el Camp Nou.

No se le da bien el Celta al Barça, y menos a Ter Stegen, ni siquiera cuando el técnico es un conocido de la casa como Unzue. Ya advirtió Valverde que no convenía mirar al paisaje por más a gusto que se sintiera el Barcelona. El Celta siempre fue un rival incómodo y peligroso para los azulgrana, incluso cuando aparece una excelente versión de Messi. Marcó el argentino después de cinco partidos y en cambio perdonaron Paulinho, Piqué y Alcácer cuando ya estaba batido Rubén Blanco. El encuentro acabó con una falta directa de Messi que no encontró la portería, metáfora de un choque que no tuvo el calor del helado Camp Nou.

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El encuentro ya empezó de mala manera, deslumbrado el Barça porque el sol le daba de cara, y lesionado Sergi Gómez en el hombro derecho después de ser enganchado por Luis Suárez, que recibió la tarjeta amarilla de Melero López. El Celta es ahora mismo un equipo agradecido, por juvenil y valiente, muy capaz de desafiar al líder en el Camp Nou. Ausente Jonny, y rebajado en defensa, llenó la cancha de medios y atacó con Iago Aspas y Maxi Gómez. El plan de Unzue, desplegado a partir de tres centrales y muy interesado en discutir la posesión de la pelota al Barcelona, facilitó las transiciones de futbolistas como Messi.

El 10 se presentó en la cancha con una jugada de campo a campo, un eslalon de más de 40 metros presidido por sus cambios de dirección, la pelota cortita al pie, la prodigiosa zurda afilada, siempre picando la espalda de los zagueros, solo reducido antes del tiro por la punta de la bota de Fontàs. Alrededor del rosarino, edificaron los azulgrana su fútbol, a ratos estupendo, incluso después del gol inicial del Celta. Aspas pilló a los azulgrana en Babia por el costado de Alba y Umtiti y habilitó a Maxi, cuyo disparo provocó una parada mayúscula de Ter Stegen. El balón quedó suelto y a merced de la puntilla del propio Iago Aspas.

La respuesta azulgrana fue inmediata después de una múltiple asociación iniciada por Iniesta y acabada por el propio Messi después de la intervención de Luis Suárez y Paulinho. La sociedad Paulinho-Messi, ambos muy a gusto en la media punta, siempre verticales, funciona también en el Camp Nou. A Messi solo le faltaba un 9 para rematar sus jugadas, desenfocado como está Luis Suárez, penalizado también por árbitros y linieres, como advirtió Messi en un gol mal anulado por Melero. Messi gambeteaba, metía pases interiores y exteriores, corregía al colegiado y tiraba a la madera del marco de Rubén.

Ya son 19 los remates barcelonistas a la madera en la presente temporada –un disparo de Piqué se estrelló con el poste antes de acabar el duelo-, 11 de Messi. El Barça le quitó la pelota al Celta y le dio un ritmo endiablado al partido para disfrute del Camp Nou. A los muchachos de Valverde les faltó precisión para expresar su superioridad, evidente en el número de ocasiones, y el Celta aguantó muy bien, competitivo, rápido y muy aseado en la salida del cuero, cuando respiraba Messi. Las llegadas del Celta eran tremendas, nunca se había visto sufrir tanto a la fiable zaga del Barcelona. Hubo aficionados que recordaron que Unzue podía muy bien haber sido el entrenador azulgrana antes de Valverde.

El encuentro exigía un enorme esfuerzo físico y táctico, y Valverde dio entrada a Denis Suárez por Iniesta, seguramente disminuido pues desde el entrenador hasta el médico no paraban de preguntar por el capitán del Barça. La contienda se paró por un momento, como si los jugadores se hubieran quedado sin energía, congelados por el frío ártico, reservados acaso para una carga final ante el helado y medio vacío Camp Nou. Y entonces, cuando más dormido parecía el partido y menos profundo era el equipo, apareció la electricidad de Messi, asociado ahora con Alba, la pareja de moda en el Barça, asistentes por fin de Luis Suárez: 2-1.

Pione Sixto se despistó, como si fuera un espectador del manual de Messi, y habilitó el centro de Alba y el tiro del 9. Al rescate acudió entonces Aspas, que le tiró una carrera prodigiosa a Umtiti hasta romper al central francés y habilitar a Maxi. El Celta volvió a discutirle la pelota al Barça y el encuentro quedó en el limbo, sin el calor del público (63.208 espectadores), a merced del ingenio de Messi después que fallara la puntería de Piqué, Paulinho y Alcácer. El gol se le negó al Barça y se dejó dos puntos más después de los dos perdidos en Valencia, concesiones que dan aire y opciones al Madrid y Atlético en la Liga.

Una puñalada para el Barça, pillado a la contra por el Celta, después del resistir en Valencia.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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