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El Papa pide a la comunidad internacional “medidas decisivas” respecto a los rohingya

El Pontífice llega a Bangladés, que acoge a un millón de personas de la minoría musulmana huidos en los últimos años y cuyo presidente acusa al Ejército de Myanmar de asesinatos y violaciones

El papa Francisco estrecha la mano del presidente de Bangladés, Abdul Hamid, este jueves en Daca.Vídeo: MAX ROSSI (REUTERS)
Daniel Verdú (ENVIADO ESPECIAL)

El viaje del Papa a Myanmar y Bangladés, pensado originalmente como un avance en las relaciones diplomáticas con la antigua Birmania y una profundización del mensaje interreligioso de Francisco, ha quedado condicionado por la crisis de los rohingya y la incógnita diaria sobre si pronunciaría ese nombre tabú en alguna de sus paradas. Todos sus discursos han recibido un escrutinio mediático en esa dirección, dejando algo diluidas otras ideas que el Pontífice hubiera querido subrayar. Este jueves en Daca (la capital bangladesí), en su segunda parada y delante del presidente de la república —el país que ha acogido a los más de 620.000 rohingya víctimas de una limpieza étnica de Myanmar—, el tema volvió a pesar en sus palabras. Liberado del protocolo diplomático que exigía ser el invitado de Myanmar, Francisco modificó el tono y pidió que “la comunidad internacional tome medidas decisivas para hacer frente a esta grave crisis”.

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Los rohingya han ido llegando desde el pasado 25 de agosto a la región de Cox's Bazar, al suroeste del país, instalándose en grandes campos de refugiados cercanos al mar. En Myanmar, Francisco se ha encontrado un panorama de cierto silenciamiento y relativización del problema que el Vaticano ha respetado. Ante el presidente de Bangladés, Abdul Harmid, el Pontífice habló por primera vez fuera del Vaticano con claridad sobre “los refugiados llegados en masa del Estado de Rajine”. “Ninguno de nosotros puede ignorar la gravedad de la situación, el inmenso costo en términos de sufrimiento humano y de la precaria condición de vida de tantos de nuestros hermanos y hermanas, la mayoría de los cuales son mujeres y niños, hacinados en los campos de refugiados”.

El Papa, además, pidió implicación a la comunidad internacional “no solo trabajando para resolver los problemas políticos que han provocado el desplazamiento masivo de personas, sino también ofreciendo asistencia material inmediata a Bangladés en su esfuerzo por responder eficazmente a las urgentes necesidades humanas". La ONU, de hecho, cifró en unos 367 millones de euros el dinero necesario para prestar la ayuda básica. Un claro guiño al presidente de Bangladés, que estaba a su lado, y que no se ha mordido la lengua criticando la actuación de su país vecino. Por primera vez en este viaje se ha escuchado una versión del relato que coincide plenamente con el contenido del informe de la ONU, que califica la campaña militar de “limpieza étnica de manual”. “Nuestro Gobierno ha acogido a un millón de rohingya que fueron forzados a marcharse de su ancestral hogar en el Estado de Rajine. Miles de ellos, incluyendo niños y mujeres, han sido brutalmente asesinados, miles de mujeres fueron violadas. Vieron cómo sus casas ardían y se convertían en cenizas. Tuvieron que buscar refugio aquí, huyendo de las atrocidades perpetradas por el Ejército de Myanmar”, ha lanzado.

El presidente de Bangladés: "Miles de niños han sido brutalmente asesinados, y miles de mujeres fueron violadas"

Harmid, que felicitó al Papa por haber alzado la voz a favor los rohingya el pasado 25 de agosto durante el Ángelus en el Vaticano, enarboló en su discurso una evidente y dura acusación al Ejército de Myanmar, de dónde el Papa acababa de llegar. El dirigente bangladesí responsabilizó a los mandos birmanos de un problema que afecta directamente a su país, que ha tenido que asumir la carga operativa de la emergencia pese a ser uno de los más pobres del mundo. “Nuestra gente los recibió con los brazos abiertos, compartiendo comida, refugio y necesidades básicas. Aceptaron los inconvenientes de acomodarlos en una tierra de gran densidad poblacional. Ahora, es nuestra responsabilidad proporcionarles un regreso a sus casas seguro, sostenible y dignificado. También una integración en la vida social, económica y política de Myanmar”, señaló, al tiempo que agradecía el apoyo del Papa en esta cuestión.

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Francisco se verá este viernes, en un encuentro interreligioso, con una delegación rohingya llegados a Daca. El sábado será su regreso de un viaje que, muy probablemente, se hubiera programado de forma distinta si el conflicto humanitario hubiera adquirido la magnitud actual antes de acordarse la visita. Ante algunas críticas recibidoas -los obispos de la región no quisieron hablar de "limpieza étnica", como señala la ONU-, el portavoz de la Santa Sede, Greg Burke, defendió el miércoles por la noche que el viaje no estaba pensado originalmente en clave "refugiados". "La diplomacia vaticana no es infalible", zanjó.

El crecimiento del islamismo radical como telón de fondo de la visita

Bangladés vive en los últimos años un silencioso crecimiento del islamismo radical. El punto de inflexión del fenómeno quedó reflejado en el sangriento atentado en julio de 2016 en una cafetería de Daca, que dejó 29 muertos y mantuvo durante horas a 20 rehenes. Desde entonces, ha habido decenas de ataques a laicos y religiosos de la comunidad cristiana local. De hecho, el Papa ha aterrizado con la noticia del secuestro de William Rosario, un cura y director de una escuela católica del norte de Bangladés, desaparecido el pasado lunes.

Por eso, el presidente del país, Abdul Harmid, también quiso señalar su política al respecto. “Sabemos que ninguna religión es inmune a formas de desilusión personal o al extremismo ideológico. Pero nuestro Gobierno persigue la política de tolerancia cero, incluyendo la erradicación de la raíz que causa el terrorismo y el extremismo violento. Denunciamos ambas cosas, en todas sus formas y manifestaciones”, ha señalado. Sin embargo, como también sucedió en Egipto, Harmid también se permitió situar en un contexto global los problemas de los musulmanes. “Al mismo tiempo, como otros países de mayoría musulmana, nos preocupa el crecimiento de la islamofobia y de los crímenes de odio en muchos países occidentales, que afecta negativamente la vida de millones de personas de fe pacífica”.

El Papa, practicando su habitual refuerzo positivo, se pronunció también en esa línea. Recordó la tradición de tolerancia religiosa de Bangladés y alabó la reacción unánime de indignación que siguió al brutal ataque terrorista del año pasado aquí en Daca, y en el claro mensaje que las autoridades religiosas de la nación han enviado de que "el santísimo nombre de Dios nunca se puede invocar para justificar el odio y la violencia contra otros seres humanos, nuestros semejantes”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú (ENVIADO ESPECIAL)
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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