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El misil lanzado por el régimen norcoreano puede alcanzar cualquier punto de EE UU

Corea del Norte se proclama Estado nuclear tras su nueva prueba balística. Trump anuncia una nueva oleada de sanciones

Fotografía cedida por el Ministerio de Defensa de Corea del Sur que muestra un misil Hyunmoo-2 lanzado en un lugar no revelado en la costa este de Corea del Sur, el 29 de noviembre de 2017.Vídeo: EFE / REUTERS-QUALITY

Una sonora bofetada a sus rivales. Con la prueba de su misil intercontinental más potente hasta el momento, un gigante que ha alcanzado un apogeo de 4.475 kilómetros, el líder norcoreano, Kim Jong-un, ha vuelto a desafiar a la comunidad internacional. Y ha dejado patente que el parón de dos meses en sus lanzamientos no tenía como objetivo abrir la puerta a un diálogo, sino ultimar los detalles técnicos de un proyectil capaz ya de alcanzar cualquier punto de Estados Unidos. Un desafío al que el presidente Donald Trump respondió: “Nos vamos a hacer cargo de esta situación. Hoy se impondrán nuevas sanciones a Corea del Norte”.

El mandatario estadounidense se ha mostrado extrañamente circunspecto en este nuevo pulso nuclear. El martes, al conocer el lanzamiento del misil, apenas habló y centro sus esfuerzos en llamar al presidente surcoreano, Moon Jae-in, y al primer ministro japonés, Shinzo Abe, para reafirmar su compromiso de combatir a Corea del Norte. Hoy dio un nuevo paso y después de consultar con el presidente chino, Xi Jinping, anunció que las “últimas acciones de provocación” serían convenientemente castigadas. "El presidente enfatizó la necesidad de que China use todas sus palancas para convencer a Corea del Norte de que ponga fin a su provocación y vuelva a la senda de la desnuclearización", indicó en un comunicado la Casa Blanca.

A la espera del Consejo de Seguridad de la ONU que se va a celebrar esta tarde, el Departamento de Estado dio una pista de cuál podría ser esa sanción adicional: la prohibición del tráfico marítimo de mercancías con Corea del Norte. Alejándose de los tambores de guerra que tanto gustan al presidente, el Departamento que dirige Rex Tillerson insistió en que la “opción diplomática sigue de momento viable y abierta”. “Estados Unidos mantiene su compromiso de hallar un camino pacífico a la desnuclearización y poner fin a las beligerantes acciones de Corea del Norte”, señaló.

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El lanzamiento supone un mensaje para Estados Unidos, cuyo presidente,había lanzado un guiño a la posibilidad de diálogo durante su gira por Asia a comienzos de este mes, inmediatamente antes de recuperar su habitual retórica de amenazas y burlas al llamar “bajo y gordo” a Kim Jong-un. “Es un claro mensaje de desafío”, ha declarado en Pekín Daniel Russel, antiguo secretario de Estado de EE. UU. para Asia en la Administración de Barack Obama.

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Pero también representa una sonora bofetada para China, el tradicional aliado norcoreano que en los últimos meses ha comenzado a apretar más las tuercas al régimen del “Brillante Camarada”. Hace diez días, Pekín despertó las esperanzas de que algo se pudiera estar moviendo al enviar, por primera vez en dos años, a un emisario de alto rango, Song Tao, enviado especial del presidente Xi Jinping, con el argumento oficial de explicar los resultados del reciente Congreso del Partido Comunista de China. La misión no tuvo éxito. Song regresó a Pekín sin llegar a ser recibido en ningún momento por Kim Jong-un.

El líder supremo norcoreano firmó de su puño y letra la orden de lanzamiento, según ha informado la agencia oficial de ese país, la KCNA, que publicó imágenes del mensaje manuscrito: “¡Por el Partido y la Patria!”, escribió Kim.

Quizá, al elegir el momento para su demostración de fuerza, pesó la reciente deserción de un soldado norcoreano, identificado como Oh, que de modo espectacular cruzó al otro lado de la frontera en la zona desmilitarizada entre ambos lados de la península bajo el fuego de sus hasta entonces camaradas. Sin duda, las revelaciones de que el joven de 24 años se había alimentado con granos crudos de maíz y tenía alojadas en el intestino lombrices que ya no se ven en el sur desde hace décadas han resultado humillantes para un régimen que se precia de privilegiar a sus tropas por encima de cualquier otra clase social.

El lapso de dos meses entre el lanzamiento previo y la prueba de este miércoles había suscitado conjeturas de que Corea del Norte pudiera estar refrenando su comportamiento para abrir la puerta a un diálogo. Una hipótesis que ha quedado descartada. Pero Russel restó importancia al momento elegido para el nuevo disparo, el número veinte en lo que va de año. Según el antiguo alto funcionario, las fechas para este tipo de pruebas “están motivadas sobre todo por factores técnicos, que el misil esté listo o no”.

Pero eso no quiere decir que la situación haya quedado fundamentalmente alterada. En una nota, Scott Seaman, de la consultora “Eurasia Group”, prevé que a lo largo de los próximos meses “Pekín, Seúl y Moscú seguirán defendiendo que Washington y Pyongyang se esfuercen más en reducir las tensiones mediante conversaciones directas”. En su opinión, un acuerdo que implique la paralización norcoreana de sus pruebas nucleares y de misiles, a cambio de que Estados Unidos reduzca sus maniobras militares en la región, “seguirá siendo una opción prominente para reducir las tensiones y dar pie al comienzo de negociaciones”.

Pero, mientras tanto, nadie espera que Corea del Norte suspenda sus pruebas militares. Aunque, tras el éxito del lanzamiento de este miércoles, el régimen se ha autoproclamado “un Estado nuclear”, que ha logrado su objetivo de convertirse en “una potencia de misiles”, los expertos resaltan que aún no ha demostrado el dominio de algunos aspectos técnicos imprescindibles.

Para ser fiable, un misil debe poder llegar al punto deseado sin desintegrarse al regresar a tierra debido al fuerte calor y la presión del roce de la atmósfera. Según Pyongyang, el misil del tipo Hwasong-15 alcanzó una altura de 4.475 kilómetros -mucho más que la Estación Espacial Internacional, a 240 kilómetros- y cayó en aguas controladas por Japón a 950 kilómetros del lugar desde donde fue disparado, “en las afueras de Pyongyang” según los medios oficiales norcoreanos. Su vuelo duró unos 50 minutos. El misil intercontinental “cuenta con una ojiva especialmente grande y capaz de atacar cualquier punto de Estados Unidos”, ha asegurado KCNA.

Los expertos apuntan que este cohete tiene un alcance de 13.000 kilómetros: suficiente, efectivamente, para llegar a cualquier ciudad del territorio continental estadounidense. La vieja ambición del régimen norcoreano, que calcula que la posibilidad de recibir un ataque en su propio territorio disuadirá a Washington de cualquier acto abiertamente hostil contra Pyongyang.

“Si hubiera volado en una trayectoria estándar, en lugar de esta trayectoria parabólica, este misil hubiera tenido un alcance de más de 13.000 kilómetros. Es significativamente más que las pruebas norcoreanas previas de largo alcance, que volaron en trayectorias parabólicas durante 37 minutos (4 de julio) y 47 minutos (28 de julio). Un misil como este tendría un alcance más que suficiente para alcanzar Washington y, de hecho, cualquier parte de la masa continental estadounidense”, ha indicadoel especialista David Wright, de la Unión de Científicos Preocupados, en el blogAll Things Nuclear.

Corea del Norte ya había asegurado este verano que su meta era lograr el "equilibrio" de fuerza con Estados Unidos. Su autoproclamación de este miércoles como Estado nuclear parece apuntar que cree haberlo logrado, y que ahora siente que puede hablar de igual a igual con Washington.


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