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Crítica | Hacia la luz
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La belleza del mundo

La película reclama su singularidad desde la misma elección de la especialidad profesional de su protagonista

En la tercera carta filmada que Isaki Lacuesta envió a Naomi Kawase dentro del proyecto expositivo Correspondencias, impulsado por el CCCB, el azar conspiró para bloquear las vías de comunicación. El revelado de la película que Lacuesta y Kawase habían rodado en el lago de Banyoles hizo emerger una serie de imágenes mal expuestas, que reflejaban una abstracción de la realidad, unas formas casi indescifrables. Lacuesta decidió hacer de la necesidad virtud: acompañó los fotogramas de esa película fracasada con una serie de rótulos que contextualizaban el percance y que le permitían llegar a una singular reflexión. Ante esas imágenes ilegibles, el director no podía distinguir las tomas que había rodado él mismo de las que había registrado Kawase e intentaba fijar su sentido a partir del recuerdo o de la fabulación. Había rastros de lápidas familiares, pero también formas que evocaban imágenes improbables de fieras y jirafas en llamas. Esa miniatura visual podía funcionar como un ensayo lúdico sobre las posibles relaciones entre la palabra y la imagen, pero también invitaba a interrogarse sobre las fronteras entre lo objetivo y lo subjetivo.

HACIA LA LUZ

Dirección. Naomi Kawase.

Intérpretes: Tatsuya Fuji, Mantarô Koichi, Ayame Misaki, Mastoshi Nagase.

Género: drama.

Japón, 2017

Duración: 101 minutos.

Quizá esa carta que supo rescatar a unas abstracciones difusas del colapso de su sentido dejó una semilla en el inconsciente de Naomi Kawase que, años más tarde, ha brotado en forma de Hacia la luz, un largometraje que también reflexiona sobre el pulso entre palabras e imágenes a través de la relación entre una redactora de audiocomentarios para invidentes y un pintor que va perdiendo progresivamente su visión. La película reclama su singularidad desde la misma elección de la especialidad profesional de su protagonista: es difícil que un espectador sin discapacidad visual se haya preguntado alguna vez por el oficio de quien escribe los audiocomentarios en las ediciones domésticas de las películas. Y no digamos por las sutilezas y exigencias que conlleva esa labor y que, en Hacia la luz, se traducen en finísimos diálogos, auténticas lecciones magistrales de análisis fílmico, sobre la necesidad de que las palabras habiliten un margen a la imaginación del receptor.

Kawase toma aquí la arriesgada decisión formal de renunciar a las armónicas relaciones entre cuerpo y paisaje que definían anteriores trabajos como El bosque del luto (2007) o Aguas tranquilas (2014). Su cámara se acerca a los rostros y privilegia la luz del crepúsculo traduciendo en pertinente estilo la lucha de sus personajes por no perder la belleza del mundo.

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