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La familia real celebra la Pascua en Mallorca sin los duques de Palma

Austeridad, familiaridad y cercanía: la nueva estrategia de transmisión de imagen de Zarzuela se hace notar

La familia real vivió la fiesta de la Pascua en Palma de Mallorca y, como es habitual, alternó la celebración religiosa cristiana de la Resurrección, en la Catedral de Mallorca, con el almuerzo tradicional privado en el palacio de Marivent.

Los Reyes, los príncipes de Asturias, sus hijas Leonor y Sofía, y la infanta Elena, siguieron el oficio pascual en la monumental seo gótica, donde llegaron y salieron aplaudidos y jaleados por más de medio millar de ciudadanos apostados en la calle. La mayoría eran turistas de vacaciones y vecinos. Hubo vítores y vivas al rey, la reina, el príncipe y España.

En esta ocasión, como en la Navidades en la Zarzuela, hubo una ausencia significativa en la foto y en la mesa: la de la infanta Cristina, sus cuatro hijos y su esposo, Iñaki Urdangarin. También faltaron los hijos de la infanta Elena y Jaime Marichalar, que pasaron sus vacaciones de Semana Santa con su padre.

Urdangarin, duque de Palma, está imputado en el escándalo de supuesta corrupción del caso Palma Arena, asunto que motivó que fuera apartado de la agenda de actividades de la Casa del Rey. El yerno de don Juan Carlos acudió a Palma, el 24 y 25 de febrero pasado, citado por el juez instructor, obligado bajo advertencia de orden de detención. Aquellos dos días, los duques de Palma se hospedaron en el complejo de Marivent. Urdangarin, exbalonmanista del Barça, antes de ir al juzgado hizo footing por las calles interiores del recinto de Patrimonio Nacional y de Baleares.

Puede decirse que durante esta Pascua, la casualidad y la nueva estrategia de transmisión de imagen que se practica en Zarzuela desde la imputación coincidieron. El reciente posado es congruente con la imagen que se busca trasladar y, a pesar de que hace años que la familia no posa íntegra, esta vez la composición de la foto sí da muestras de ser intencional.

Si a esto se suma la extrema austeridad con la que últimamente aparecen en público los miembros de la familia real, se puede concluir que la cercanía con el pueblo es hoy más importante que nunca. Hace dos días, a su llegada de Kuwait, el Rey comió en un restaurante de una zona popular de Palma, olvidando su costumbre de asistir al exclusivo Puerto Portals. Asimismo, la Reina se dejó ver en un multicine de la isla, tras realizar unas pequeñas compras en una tienda de artesanía tradicional. El famoso yate Fortuna, de hecho, hace meses que no se hace a la mar. La familiaridad también se ha acentuado. Durante la misa de Pascua, en el banco presidencial se sentaron alternados los Reyes con sus nietas y los Príncipes y la infanta Elena ocuparon siempre un discreto segundo plano.

Don Juan Carlos, en aparente buen estado de forma, llegó conduciendo su automóvil, con la Reina y la infanta Elena de acompañantes. El Príncipe pilotó el coche de su familia. El canónigo y experiodista de la Cope Joan Bauzá ofició la misa pascual con el templo casi repleto. Durante la homilía llamó la atención la enorme popularidad de la familia real entre los asistentes a la misa. Al acercarse a comulgar, la gente no tuvo reparos en fotografiar a los Reyes, sus hijos y sus nietas.

El presidente del Gobierno balear, José Ramón Bauzá, y la presidenta del Consell de Mallorca, María Salom, acompañaron a los Reyes al oficio religioso, aumentando la singularidad de esta Pascua: la presencia de autoridades no suele ser habitual.

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