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El Atlético más desorientado

Con el equipo al borde de la eliminación en la Champions tras el fiasco ante el Qarabag y descolgado en la Liga, Simeone se atasca en la búsqueda de soluciones

Simeone, durante el partido entre el Atlético y el Qarabag.Foto: atlas | Vídeo: Paul White
Ladislao J. Moñino

La dinámica de resultados negativos ha generado en el Atlético un escrutinio del estado de Diego Pablo Simeone ante los problemas que afectan al equipo. El efecto de su liderazgo, reforzado por los éxitos alcanzados bajo su dirección, ha propiciado que en el club y en el vestuario se midan y se estudien con expectación sus reacciones y su gestión ante la adversidad. Las cotas alcanzadas bajo su mando han convertido a Simeone en el factótum que guía el camino y marca los biorritmos de la entidad.

Desde hace semanas, en el Cerro del Espino hay quien observa a un entrenador empeñado en una búsqueda continua de soluciones que no terminan de tener el efecto deseado. “Despistado” y “raro”, ante la necesidad que tiene de reparar los defectos del equipo, son algunos de los calificativos que emanan de empleados del club que aguardan expectantes la gestión de los recursos que maneja el técnico.

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Ante el Qarabag, el Atlético, tras un arranque tan intimidador como efímero, transmitió la sensación de ser un equipo inmerso en las mismas dudas que su entrenador. Ante las secuencias de toques cadenciosos del conjunto azerí, no hubo una presión decidida contante sobre esas triangulaciones en todo el primer tiempo. Fue extraño que el equipo no insistiera en esa vía cuando en las pocas ocasiones en las que lo intentó fue cuando generó más peligro. “Creo que hemos tenido 20 minutos buenos en el inicio, luego hemos estado confusos”, analizó el capitán Gabi. Míchel, el autor del histórico gol del Qarabag, hizo una reflexión que apunta a la renuncia de esa versión de equipo agobiante que no dejaba maniobrar a sus rivales: “Con el Sporting y con el Getafe me había enfrentado al Atlético y era imposible jugar contra ellos. Esta vez no sentí ese agobio, ni a ese Atlético que era todo electricidad”.

El tremendo traspié europeo se ha producido en el momento en el que Simeone parecía haber encontrado un once titular sobre el que relanzar al equipo. Desde la victoria en Vigo, las formaciones elegidas en los partidos ante el Villarreal y el Qarabag solo habían variado en la entrada de Filipe por Lucas, titular en Balaídos. El partido de Copa en Elche fue utilizado por el cuerpo técnico para dar descanso al grueso de ese armazón que parece haberse consolidado.

En los tres partidos en los que mantuvo esa configuración inicial del equipo, Simeone dio por bueno el retorno de Juanfran al lateral derecho y la consolidación de la pareja Godín-Savic. También validó un centro del campo con Thomas y Gabi en el eje, Saúl en un costado y Correa en el otro. Gameiro, reforzado por su valioso gol en Balaídos, ha figurado como el acompañante de Griezmann.

Sin estrella

Un día antes del varapalo sufrido ante el Qarabag, el propio Simeone ofreció su diagnóstico particular del punto en el que se encuentra. “Me siento mejor que en ningún otro momento. Es un momento expectante y fantástico, donde se puede ver la fuerza de un equipo, la rebeldía de un grupo que está peleando desde hace años por estar entre los mejores”, exhortó. Un día después, su constante apelación al destino en la sala de prensa describió a un técnico entregado a que uno de esos giros inexplicables que cambian las rachas de un equipo terminen por hacer bueno su trabajo del día a día.

En esa tarea, Simeone y su cuerpo técnico tienen varias asignaturas pendientes. Hay síntomas más preocupantes que el envejecimiento de los que fueron sus futbolistas más fiables. Fue significativo ver cómo Gabi, Godín y Juanfran fueron durante los últimos minutos de asedio los que más corrieron y se rebelaron contra un resultado catastrófico. A Griezmann, parte de la hinchada le reprochó que se encarara con la grada para defender a Gameiro. Algunos de los reproches que brotaban de las tribunas apuntaron a su forma física. Griezmann no está marcando las diferencias que exigen su estatus de estrella y su elevado salario.

La falta de contundencia en las dos áreas es palmaria. El gol no tiene ciencia, pero sí la defensa de los centros aéreos que provienen de los costados o de jugadas a balón parado. Ahí también emerge el Atlético más despistado de la era Simeone.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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