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LaLiga Santander jornada 10
Girona
Girona
Stuani 54'Portu 58'
2 1
Finalizado
Real Madrid
Real Madrid
Isco Alarcón 11'

El Girona fulmina al Real Madrid

El cuadro catalán, con fútbol y entusiasmo, gana merecidamente al campeón, que ha gripado de tal manera que en diez jornadas ya está a ocho puntos del Barça

Sergio Ramos se lamenta durante el partido contra el Girona. En vídeo, declaraciones de Pablo Machín, entrenador del Girona.Foto: atlas | Vídeo: JUAN MEDINA
José Sámano

En Girona se impuso el heroísmo de la debilidad. De la supuesta debilidad, puesto que el equipo local se ganó con creces su estruendosa machada ante el campeón de Europa. Por fútbol y entusiasmo, el Girona dio una inopinada estocada a un Madrid que certificó su destiñe. No hay migas del imponente Real Madrid que cerró el último curso a lo grande y abrió el actual dejando al Barça sonado en la Supercopa. Este Real Madrid está gripado. Ahora no le funciona la primera unidad y la segunda columna tampoco tiene el gancho de la última temporada. Y si en las bienaventuranzas es portada Cristiano, en este bajón también debiera serlo: un gol en Liga en las seis jornadas que ha disputado. En Montilivi, poco CR y poco Madrid, salvo Isco, el único que hoy resiste la comparación con el imponente equipo del reciente doblete.

Se descuelgue o no de la élite esta misma temporada, el Girona es algo más que un equipo devoto en su estreno en Primera. No está de paso, boquiabierto ante tanto rival con jerarquía. No importa que sea el bautizo en la Liga de purpurina de chicos como Pons, Granel o Portu, algunos de los cuales se embarraban no hace nada por los campos de minas de la tercera división. El de Machín es un equipo lozano, tan interesante como novedoso tácticamente. Con ese 5-2-2-1 resulta abrasivo en campo ajeno, aunque, a veces, algo tierno en el propio. Desde luego, no es un conjunto de perfil convencional.

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Bien que notó el Real Madrid el aire pendular del cuadro catalán, un adversario difícil de descodificar. Dispone de tres centrales, dos laterales con mucha vía que se sitúan en línea con otros dos sostenes centrales. En el radar de estos, dos volantes que lo mismo auxilian en los costados que reman por los pasillos interiores. Un enredo para el Madrid, que no supo cómo cavilar el encuentro, tan achuchado en su terreno que se sucedieron las pifias de gente tan fiable como Ramos, Marcelo, Kroos... Las pérdidas eran sofocantes para los blancos. En especial para Marcelo, con su zona abierta de par en par. Por ahí centró Maffeo y la pelota embocó en el poste derecho de Casilla, que ya había tenido algún que otro sobresalto. Escupido el balón por el poste, la jugada tuvo hilo y segundos después llegó un garrotazo madridista. Ramos conectó con Benzema, que citó a Cristiano. El disparo del portugués desde fuera del área no fue un trueno, pero lo desvió de mala manera Bono. El portero local ni atajó ni orientó debidamente el despeje. Al rebote llegó Isco, definitivamente un jugador con todo y para todo, al que ya no solo le luce la chistera. Isco es la constatación de que en futbolistas así el talento no conspira contra la eficacia. Además, el malagueño ya no desdeña la intendencia. Para nada.

El tanto visitante no alteró el relato. El Girona no perdió determinación y el Madrid no dio con la finura. Tan solo cuando logró salvar la presión alta de los rojiblancos y daba con Isco para galvanizar el reto. Entonces sí se agrietaba el cuadro catalán. Tanto que concedió que Cristiano surcara con cierta libertad el perímetro del área de Bono. No hubo madridista que amenazara más al portero guardián de Montilivi. Pero todo era espasmódico en el Madrid, sin gobierno, a tirones, sufriente en su cancha. Como prueba, otro palo para Casilla, que ya había besado el otro poste salvador tras el gol de Isco. Esta vez fue Portu, jugador de bajo techo, el que metió la coronilla y condujo la pelota al poste izquierdo del Madrid. El balón botó y milagrosamente no chapoteó en la red.

La desafortunada jabatada del Girona en el primer acto hacia presagiar que el equipo sacudiera la bandera blanca con el discurrir del último tiempo. Pero a los de Machín no les falta fervor, fogosidad. No se remedió el Madrid, tan deslavazado e impreciso antes y después del intermedio, y el Girona mantuvo el tuteo. Hasta que Stuani se coló entre el bastión central de la rajada zaga visitante. El charrúa maniobró de maravilla y selló el empate ante la algarabía de Montilivi. Por si fuera poco, pocos minutos después, Portu, en fuera de juego, cazó el segundo gol tras meter con pericia la espuela en los morros de Kiko Casilla. No había forma de que el Madrid se estabilizara.

Solo en alza en el marcador reculó el Girona, ya dispuesto a la contra y colgado de su tendal defensivo. Zidane, apremiado, retiró a los dos laterales —Achraf y el turbado Marcelo— en beneficio de Lucas y Asensio. Casemiro se incrustó como tercer central con Ramos y Nacho. Era el momento del arrebato, y nadie se remangó más que Isco. En las buenas y en las malas, Isco, empecinado en no capitular. Pero el andaluz, tieso al final, acabó tan fundido como sus camaradas, incapaces de no jugar al compás de Isco. Nadie le secundó y el Madrid se fue pasmado de su primera visita a Girona. El Barça, ya le tiene a ocho puntos por el retrovisor en tan solo diez jornadas. El Madrid se mira y no se encuentra. Para el Girona, un día inolvidable. Ya tiene un testamento de primera para la posteridad. Una traca mayúscula en Montilivi. Gran azote para el Real.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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