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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Tanto cuesta decir Generalitat en vez de Generalidad?

Una prudente aplicación de la ley también precisa evitar declaraciones pirómanas y tentaciones represivas

Pablo Casado durante una rueda de prensa en la sede del PP en Madrid.Vídeo: Luca Piergiovanni (EFE) Vídeo EPV
Berna González Harbour

Ahora que hemos cambiado de pantalla, que muchos estamos de acuerdo en que era ineludible la aplicación del 155, conviene también marcar las reglas y vetar los gestos que no pueden admitirse en el terreno de juego. El Gobierno se dispone tras la correspondiente votación en el Senado a asumir las riendas de Cataluña; y todo escrúpulo es poco para hacerlo con cuidado, con respeto y con la máxima definición de los límites. No hay carta blanca para nada más.

Declaraciones como la de Pablo Casado cuando advirtió a Puigdemont de que podía seguir la misma suerte que Lluís Companys es, por ejemplo, uno de esos excesos que no se pueden repetir. O que se deben censurar. El presidente catalán de ERC que declaró la independencia en 1934 fue encarcelado por ello. Dos años después fue indultado. Y en 1940 fue fusilado tras ser detenido en Francia.

Casado, vicesecretario de Comunicación del PP, aclaró que se refería a la detención y no al fusilamiento, pero ni le correspondía a él amenazar al president con la cárcel ni —como hizo cuando respondió a la reacción de Pablo Iglesias— acusar a Podemos de pretender matar al jefe de Estado: “Los que pedís asesinar al Rey y vuestros adversarios sois vosotros”.

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 ¿Estamos locos? ¿Ese es el mejor responsable de Comunicación que puede tener el PP en época de pulso firme y corrección? El desafío independentista ha despertado el monstruo del nacionalismo español dormido y hay muchos caballeros andantes sueltos lanza en ristre en busca de falsos gigantes, pero declaraciones como las de Casado también contribuyen a ello. Los sentimientos están a flor de piel y urgen bomberos, no pirómanos.

Otro exceso de estos días ha sido reclamación de prohibir partidos independentistas, que equivaldría por ejemplo a prohibir partidos eurófobos en las elecciones europeas. Dejemos a Le Pen luchar contra la Unión Europea dentro de la Unión Europea para demostrarle que no somos como ella. ¿Acaso no queríamos que pelearan dentro del sistema y la legalidad aunque fuera para cambiarlo? ¿Que se midan con los votos a todos los demás? ¿O preferimos dejarles al margen de toda posibilidad de competición? En esta propuesta está de nuevo Casado y Xavier García Albiol, presidente del PP en Cataluña.

Cuando se aprobó la ley de partidos de 2002 que impidió a Batasuna y sus reencarnaciones presentarse, se subrayó desde todas sus defensas que no se prohibía una ideología, sino el apoyo a la violencia. Ahora yerran quienes quieren extender la prohibición a las ideas, y además regalan al contrario argumentos para fortalecer su propaganda.

Ahora que ha llegado el artículo 155 de la Constitución por primera vez en 40 años merece la pena evitar la tentación represiva hacia las ideas opuestas. Otra política de comunicación del Partido Popular y del Gobierno es posible. Y necesaria. Comenzar por decir Generalitat en lugar de Generalidad sería un buen inicio, sobre todo ahora que el Gobierno va a supervisar sus competencias.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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