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LaLiga Santander jornada 8
Athletic
Athletic
Vesga 42'
1 0
Finalizado
Sevilla
Sevilla

Un saque de banda libera al Athletic ante el Sevilla

El conjunto andaluz vuele a caer en San Mamés, su territorio maldito, y pierde por lesión a N'Zonzi

FOTO: Vesga marca el gol del Athletic. / VÍDEO: Declaraciones de los entrenadores tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: Juan Manuel Serrano (GETTY) / ATLAS

El Athletic es un equipo insospechado. El Sevilla también. Sobre todo en San Mamés. Pero al Sevilla le va mejor, menos en San Mamés, donde todas sus buenas sensaciones se traducen en extrañas situaciones, inexplicables circunstancias que acaban sumiéndole en un mar de dudas. Y en ese mar se ha ahogado en las últimas ocho visitas (salvo la victoria en la Liga Europa en abril del pasado año). O sea, habrá que convenir que las sospechas recaen en San Mamés más que en el Athletic para explicar por qué el Sevilla sucumbe en La Catedral a cualquier hora y contra cualquier Athletic. Incluso ante el Athletic desnortado e iracundo de la primera mitad, limitado a protestar penaltis que lo parecían pero no lo eran (una mano fortuita de Carole) o saques de esquina que lo eran y no lo parecían.

Y cuando mejor jugaba Kepa, el portero del Athletic, marcó Vesga, el futbolista hasta entonces más intrascendente del equipo rojiblanco. El Athletic solo podía marcar a balón parado. Tan parado que en vez del pie nació de las manos. Un saque de banda, todos de espaldas, balones elevados, accidentes, fuera de juego posicional de Aduriz que a punto está de malgastar el gol de Vesga, un globo que el delantero guipuzcoano empuja ya dentro, para evitar que llegue Kjaer. Una décima de segundo antes y el gol hubiera sido ilegal, pero Aduriz era consciente de lo que sucedía. Cuando el balón durmió en la red, corrió, se frenó, miró al juez de línea y volvió a correr: Vesga había marcado sacando un gol de la nada y conduciendo a la nada todo el trabajo laborioso, inteligente, quizás no lustroso, del Sevilla en la primera mitad. Fue como empujar al precipicio la verticalidad de Jesús Navas, la movilidad de Ben Yedder o las intermitencias de Correa o Franco Vázquez. Entre todos habían puesto a prueba no solo la calidad de Kepa, sino su personalidad tras el mal partido en Valencia, tras sus errores de aprendiz. Todos los resolvió bien, ante Carole, con su brazo de hierro, ante Ben Yedder, con su carácter gélido, ante Corchia en un libre directo estirando el brazo.

Era el partido del Sevilla, a pesar de sus bajas en defensa, de sus necesarios recambios, y sin embargo se le escapaba como el agua entre los dedos, mientras el Athletic cazaba moscas con alfileres. Sin centro del campo, el Sevilla compró San Mamés con unas pocas monedas. Fue su dueño con la única oposición de Córdoba, revolucionario audaz, intrépido regateador, y el instinto y la fe de Susaeta.

Pero el gol lo cambió todo. El gol fue como esa gota que colma el vaso y que descentró al Sevilla en la misma medida que subió la adrenalina rojiblanca hasta el punto de inquietar a Sergio Rico con un disparo al poste de Vesga. Esta vez el fantasma de San Mamés se vistió de sol para el Sevilla. Un sol que se escapaba por la cubierta de San Mamés dibujando un platillo volante en media tribuna que acabó abduciendo al Sevilla. La luz no le guió, le deslumbró, le cegó. Las intermitencias de Franco Vázquez fueron tartamudeos, mientras el resto se enredaba en batallas perdidas. Cierto que había perdido a N´Zonzi muy pronto (minuto 21), pero Krohn-Dehli no lo hizo imprescindible.

Los goles tienen ese espíritu reparador de los grandes jirones futbolísticos. El de Vesga reparó el tubo de escape rojiblanco. Jugó un poco mejor, pero sobre todo jugó con más orden, desordenando al Sevilla, enredado en esa pregunta dolorosa de “¿por qué siempre a mí?”. Y el partido se fue yendo sin apuros rojiblancos, muchas tarjetas y algunos enredos incluso tras el pitido final. Y el Athletic quebró su racha de seis partidos sin ganar, aunque no sepa muy bien cómo lo hizo. Bueno sí, en un saque de banda.

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