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Bruselas rechaza ejercer cualquier tipo de mediación

El vicepresidente de la Comisión Europea pide respetar la Constitución y expresa su apoyo a Rajoy

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, asiste a un pleno en el Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia). En vídeo, las declaraciones del vicepresidente, Valdis Dombrovskis.Vídeo: PATRICK SEEGER (EFE) / REUTERS-QUALITY
Claudi Pérez

Cataluña es ya un asunto eminentemente europeo, según el presidente catalán Carles Puigdemont. Bruselas, a pesar de las portadas en la prensa internacional, sigue negándolo: es un asunto interno. El president Carles Puigdemont pidió este martes a Europa que “se implique a fondo” en la búsqueda de una solución dialogada. Pero Bruselas no lo ve claro. La Comisión y el resto de instituciones rechazan mediar: solo accederían si lo solicita el Gobierno español, según las fuentes consultadas. Y Rajoy ha expresado con claridad que se opone frontalmente a una mediación internacional.

La postura oficial la ha expresado este miércoles Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea, poco después de la intervención de Mariano Rajoy. "Pedimos respeto para el orden constitucional en España. Confiamos en las instituciones españolas y en Mariano Rajoy, con quien [el presidente de la Comisión, Jean-Claude] Juncker está en contacto permanente", ha asegurado tras la reunión semanal del colegio de comisarios, que ha llevado a su agenda el asunto catalán. El responsable del Ejecutivo comunitario para el euro ha expresado también el apoyo de Bruselas "a los partidos que trabajan en soluciones dentro del marco constitucional y para superar la fragmentación".

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Kolotumba es un concepto político griego que significa voltereta o giro de 180 grados. El primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, lo hizo mundialmente famoso después de convocar un referéndum sobre el rescate de su país, para acabar haciendo lo contrario de lo que le pedía la gente: Tsipras pidió un tercer rescate a pesar del rechazo de los griegos. En Bruselas se hablaba este martes del kolotumba catalán: una declaración de independencia en suspenso, un coitus interruptus con el que se amaga pero no se termina de dar. El presidente Puigdemont solicita la mediación de la UE, en un intento por acabar de internacionalizar el proceso. La respuesta inicial de Bruselas, a la espera de que el colegio de comisarios —el órgano ejecutivo de la UE— avale esa posición, es que no habrá tal mediación. La Comisión ha rechazado hasta ahora ese papel. Solo lo asumiría si el Gobierno de Mariano Rajoy lo solicitara. Y Rajoy dijo con claridad a este diario, en una entrevista publicada el pasado domingo, que no pedirá de ninguna manera una mediación europea o internacional.

Eso condena a Bruselas a repetir el guion de las últimas semanas, y deja en manos de Rajoy cualquier posible solución. “Es un asunto interno”; “pregunte al Gobierno español y al Gobierno catalán”. Esas son las dos respuestas más repetidas en Bruselas en los últimos tiempos sobre el desafío independentista catalán, y seguirán siéndolo en los próximos días. Las instituciones comunitarias se han puesto de perfil durante varias semanas y han repetido el sintagma “asunto interno” hasta convertirlo en un mantra, a pesar de la inquietud creciente respecto a una posible declaración unilateral de independencia. Puigdemont ha reclamó este martes a la UE en su discurso que se implique “a fondo” en la resolución del conflicto. Pero ni la Comisión ni el Consejo han querido mezclarse hasta ahora en el reto secesionista, y no tienen la intención de hacerlo en adelante. Las fuentes consultadas en la capital europea se muestran muy, muy claras: Bruselas “solo mediará en ese asunto si lo solicita el Gobierno español”. “Esa posición no se ha movido ni un centímetro”, añaden. Y España no está por la labor, recuerdan.

Madrid, en fin, ha dado sobradas muestras de que no quiere nada de eso. Y los grandes países de la UE se sitúan, en principio, en esa línea. El presidente francés, Emmanuel Macron, se ha mostrado demoledor al respecto: ha rechazado cualquier mediación de París o Bruselas. Queda por ver qué dice la canciller alemana, Angela Merkel, quien mantiene excelentes relaciones con el Ejecutivo español.

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Cataluña ha protagonizado la agenda europea de los últimos días. El objetivo del Govern es elevar aún más el listón e internacionalizar definitivamente el proceso. Hasta ahora, Bruselas apenas ha entrado en ese juego. La Comisión ha dejado claro que Cataluña debía volver al orden constitucional; el Consejo Europeo alertó del uso de la fuerza tras la consulta ilegal del 1 de octubre, pero subrayó también el hecho de que el desafío independentista ha dinamitado el Estado de derecho. El polaco Donald Tusk, presidente del Consejo, fue este martes aún más lejos y, en un tono solemne, hizo un llamamiento a Puigdemont para evitar una declaración de independencia “que imposibilitaría el diálogo”. “Hace unos días hablé con Rajoy para que resuelva el problema con diálogo, sin recurrir a la fuerza”. “Hoy le pido al señor Puigdemont que respete el orden constitucional y que no anuncie una decisión que imposibilitaría ese diálogo”, dijo tras semanas de conversaciones y mensajes cruzados entre Berlín y Bruselas.

Puigdemont deja en un limbo la independencia, a la espera de “encontrar una solución negociada a través del diálogo”, y apela a una mediación internacional. Hay varias posibilidades, pero la UE ha sido directamente señalada. Tusk dio a entender con su intervención que una declaración de independencia dificulta esa posibilidad. Bruselas, en principio, no accede a la demanda de Cataluña. Queda por ver la reacción de las principales cancillerías de Europa en los próximos días para ver cuál es el papel de las instituciones; en plata: a ver qué dice Merkel. Pero si Rajoy no solicita esa mediación, y hasta ahora ha sido rotundo en eso, Bruselas seguirá de perfil por mucho que la política catalana y española se hayan convertido en una cocina en la que se respira un calor insoportable.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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