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Bruguera y Medina: una transición con el listón alto

Los técnicos asumen la capitanía de la Davis y la Federación garantizando el compromiso de los tenistas y marcándose objetivos ambiciosos: "Si la ilusión no fuese máxima, no hubiese aceptado", dice el catalán

Medina y Bruguera, durante el acto en el CSD de Madrid.Foto: atlas | Vídeo: ZIPI (EFE) / ATLAS
Alejandro Ciriza

Este miércoles, en la sede madrileña del Consejo Superior de Deportes (CSD), el tenis español cerró una puerta y abrió la siguiente. Era día de estreno, de première, la teórica apertura de un nuevo ciclo con el que que, paradójicamente, se desea recuperar el espíritu del pasado y recomponer definitivamente la imagen. Todo buenas palabras y buenos augurios en la presentación en sociedad de los dos nuevos capitanes, Sergi BrugueraAnabel Medina, quienes dirigirán durante los dos próximos años el destino de los equipos de la Copa Davis y la Copa Federación, respectivamente.

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“A pesar de que las condiciones que les hemos ofrecido son peores que las que les podían dar en otros sitios, les agradezco de corazón que hayan aceptado”, introdujo el presidente de la Real Federación Española de Tenis (RFET), el madrileño Miguel Díaz Román, orgulloso y ambicioso a más no poder durante su intervención y también en conversación con este periódico. “Tenemos un elenco de jugadores de máximo nivel, que no lo tiene ningún país, así que podemos ganar una, dos o tres Davis más [la última fue en 2011, con Albert Costa como entrenador], y en la Copa Federación debemos aspirar al ascenso al Grupo Mundial”, aseveraba el mandatario, al frente desde julio de 2016.

Finiquitada la etapa de Conchita Martínez en ambos banquillos –no por voluntad propia, sino porque así lo resolvió la directiva–, España abre un periodo nuevo, pero no exento de incertidumbre. Después de unos años complicados y de que la preparadora aragonesa devolviese la compostura a los equipos nacionales, Bruguera (Barcelona, 46 años) y Medina (Torrent, 35 años) toman el mando en un presente que les ofrece una doble realidad: ambos cuentan con dos estandartes mundiales, Rafael Nadal y Garbiñe Muguruza, pero las generaciones venideras todavía se resisten a dar un salto definitivo.

Por detrás hay mimbres –Alejandro Davidovich (18), Nicola Kuhn (17), Sara Sorribes (21), Paula Badosa (19)…–, pero la vieja guardia es la que sigue portando el peso de la responsabilidad, especialmente en el cuadro masculino. “También están Carreño (26), Bautista (29) y Ramos (29), que están compitiendo de un modo absolutamente increíble y haciendo cosas espectaculares. Lo que hace Rafa [Nadal] no lo hace nadie, pero no olvidemos al resto”, precisa Bruguera, bicampeón de Roland Garros y número tres del mundo.

La implicación y el calendario

“En nuestro caso creo que la combinación es perfecta”, valora Medina, que a pesar de asumir la capitanía todavía es una jugadora en activo. “Tenemos veteranía y juventud, jugadoras que van bien en el dobles… Tenemos un equipo que puede hacer grandes cosas no solo un año sino muchos años. Tenemos de todo y eso es lo perfecto. Hay equipos que solo tienen a una jugadora fuerte o a otras que solo dominan el dobles, pero nosotras lo tenemos todo”, agrega la valenciana, feliz de poder encabezar el nuevo proyecto.

Los jugadores me han transmitido muchísima ilusión por jugar, mucho compromiso y energía Sergi Bruguera

“La oportunidad era irrechazable”, comenta a EL PAÍS, en referencia a que al aceptar el reto se desliga de la letona Jelena Ostapenko, tenista de tremendo potencial (ganó Roland Garros con 20 años) a la que instruía desde hace aproximadamente una campaña. “Era una decisión difícil, pero el poder ser capitana de tu país es algo increíble, algo a lo que cualquier jugador aspira”, añade la española, poseedora de una medalla olímpica (junto a Vivi Ruano, en Pekín 2008) y dos veces campeona por parejas en el grande francés.

“Es un premio, sin ninguna duda”, afirma Bruguera, consciente de la dificultad que entraña obtener la implicación completa de los tenistas. “A veces se dice que es un marrón, porque es cierto que con el calendario que hay en la ATP y lo exigente que es el circuito hay ocasiones en las que a un jugador se le hace prácticamente imposible competir con su equipo. Tú quieres contar con unos jugadores con los que es prácticamente imposible contar siempre, así que esa es la parte negativa de esto. Esto es así, siempre ha sido así y mientras el calendario sea así tendremos que lidiar con todo esto”, indica.

Nadal y Muguruza, el doble bastión

No obstante, el barcelonés dice haber hablado con todos los seleccionables y eso es lo que le ha conducido al banquillo, que asume después de entrenar al francés Richard Gasquet desde hace tres años. “La sensación que tengo es extraordinaria, si no, no hubiese aceptado la capitanía”, asegura; “todo el mundo me ha transmitido muchísima ilusión por jugar, muchísimo compromiso y energía, y me han dicho que están muy contentos de que el capitán sea yo. Para mí lo principal era que los jugadores quisieran que fuese yo. Todo el mundo me ha transmitido el mensaje de que va a hacer lo máximo para estar aquí, de que se va a hacer lo máximo para ganar otra vez la Ensaladera”.

Ambos, cuentan, cuentan con la buena predisposición de Nadal (31) y Muguruza (23), sobre los que indudablemente debe edificarse la nueva realidad. “Garbiñe me envió un mensaje muy cariñoso. Ella es un pilar importante del equipo porque potencial elevadísimo”, ensalza Medina, que a su vez deberá recuperar a Carla Suárez (29), tocada después de un curso muy adverso en lo físico. “A mí me gusta trasmitir a las jugadoras confianza, carácter y mucho diálogo. También que se sientan queridas y recogidas, que seamos una piña y que vayamos todas a una”, expresa la preparadora.

La oportunidad era irrechazable. El poder ser la capitana de tu país es algo increíble Anabel Medina

“El haber estado en situaciones de máxima presión siempre es importante, porque al final la Copa Davis es la competición en la que mayor presión puede haber porque no juegas solo para ti, sino para tu país. Eso lo multiplica todo por mil y hay que saber focalizar esa tensión”, aporta Bruguera, al que como jugador se le resistió el título por equipos y el Godó. “No pude conseguirlo en la pista, pero ahora puedo ganar la Davis como capitán. Espero tener la oportunidad de lograrlo para mí y para todos”, cierra el catalán.

España, pues, arrancó la nueva singladura y se puso el listón alto. Ya sin turbulencias, después del proceso intermedio que sirvió para recuperar la paz de la mano de Conchita, el presente invita al optimismo. Eso sí, el destino está en manos de los jugadores y queda por ver, como siempre, el grado de implicación en los meses venideros. Hay capitanes nuevos, pero si alguien manda son ellos.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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