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Tras los movimientos sociales en 11 países y un territorio latinoamericanos

Vanessa Pérez y Raúl García recorrieron América Latina y el Caribe durante dos años. Del viaje nació Voces en Lucha, un espacio de comunicación que visibiliza algunas realidades del continente

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Santiago de Chile, 1 de enero de 2015. Vanessa Pérez y Raúl García aterrizan en la capital chilena sobre las diez de la mañana; 26 horas les separan de su casa en el barrio de Usera (Madrid). En apenas un día, el verano se ha comido al invierno y, aunque aún es temprano, el calor ya comienza a notarse. La ciudad les recibe con una estampa inusual: calles desérticas y comercios cerrados con motivo del año nuevo. No será hasta unos días después cuando descubran la vitalidad de la capital chilena. Así comienza el viaje de estos dos jóvenes, un “viaje largo”, como ellos dicen, a través de América Latina y el Caribe que finaliza dos años después en Cuba. Su misión: identificar, documentar y dar difusión a algunas de las realidades del continente que permanecen invisibilizadas. A través de su blog, Voces en Lucha, García y Pérez narran las historias de aquellos que protagonizan movimientos sociales y resistencias (pueblos originarios, campesinos, urbanos, afrodescendientes, etcétera).

La idea de este viaje nace de una inquietud por conocer. “En 2011, participamos activamente en las protestas del 15-M en Madrid, estábamos entusiasmados con la idea de poder cambiar las cosas desde la reivindicación. A la vez, nos llegaban noticias de movimientos sociales y protestas que se estaban forjando al otro lado del Atlántico y eso nos llenó de curiosidad”. Aunque sus planes iniciales cambiaron radicalmente. “En un principio solo visitaríamos Cuba durante un mes, pero queríamos conocer más de aquel nuevo mundo, así que nos replanteamos visitar más países y alargar nuestro viaje durante un año”, cuenta García. Y prosigue: “Pero la región de América Latina y el Caribe es muy grande y recorrerla en un año era algo demasiado ambicioso, así que decidimos que finalmente viajaríamos durante dos años. Aquello cambiaba todo, así que también tuvimos que posponer nuestra salida para poder ahorrar, no queríamos depender de ningún mecenas”.

Reivindicación en Los Molinos (Chile), la familia mapuche Michillanca lucha por recuperar sus tierras.
Reivindicación en Los Molinos (Chile), la familia mapuche Michillanca lucha por recuperar sus tierras.Voces en lucha

En total recorrieron 11 países –Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia, Cuba, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela– y Wallmapu, un territorio reclamado por la comunidad mapuche que se extiende entre Chile y Argentina. “Aquel fue nuestro primer encuentro con un pueblo originario, una convivencia que nos enseñó muchas cosas; incluirlo como país en la web es una reivindicación”, dice García. “No sabíamos nada sobre la realidad mapuche y cuando llegamos allí descubrimos el verdadero motivo de su lucha: la recuperación del territorio”, cuentan. Los mapuches viven conectados con la naturaleza (mapuche significa hombre de la tierra). “Ellos creen que no pueden recuperar su identidad sin recuperar primero el territorio. Cuando nos lo explicaron por primera vez no entendimos nada porque nosotros, como occidentales, no tenemos ese vínculo con la tierra”. La comunidad mapuche está actualmente inmersa en disputas por estos territorios ocupados principalmente por empresas multinacionales. “Una vez allí, nos dimos cuenta del empobrecimiento que genera una ocupación. Sin embargo, ha sido esta lucha lo que les ha hecho sentirse orgullosos de ser mapuche, han conseguido vencer esa vergüenza que sentían en el pasado debido al aplastamiento histórico que sufrieron”.

Viajábamos con mochilas de 20 kilos en las que también iban los materiales de foto y vídeo, y nos hospedábamos o dormíamos donde podíamos: fábricas, iglesias, bibliotecas, en un barco o en la selva

La planificación del viaje fue esencial. “Intentamos seguir el recorrido lógico entre países, de sur a norte. Nuestra estancia en cada uno dependía de lo que íbamos encontrando, a los que más tiempo les dedicamos fueron Chile y Bolivia”, explica Pérez. “Viajábamos con mochilas de 20 kilos cada una, en las que también iban los materiales de foto y video, y nos hospedábamos o dormíamos donde podíamos: fábricas, iglesias, bibliotecas, en un barco o incluso en la selva”, se ríe. “Pero es evidente que no hubiésemos conseguido llegar tan lejos en este viaje si no hubiese sido por la hospitalidad de la gente. Es increíble ver como en otras partes del mundo todavía existen esos lazos que no están regidos por lo mercantil sino por la solidaridad pura y dura”.

El 24 de noviembre de 2015, un terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter sacudió la frontera entre Brasil y Perú. Para entonces los dos jóvenes ya se encontraban en el país andino. “Afortunadamente no nos sucedió nada, pero vivir aquello nos hizo reflexionar”, aclaran. “Aquel terremoto nos mostró el paralelismo entre lo asentado que está occidente, que parece que nunca va a pasar nada, y el movimiento continuo de América Latina. Eventos así obligan a una transformación social y, al observarles, nos dimos cuenta de la profunda convicción con la que la gente de allí lucha para cambiar las cosas. El activismo en Europa se vive de una forma diferente”.

Un año después de aquel seísmo, Pérez y García llegaron a Cuba, su último destino antes de regresar a España tras dos años viajando. El 25 de noviembre, cuando tan solo llevaban un par de semanas en la isla, recibieron la noticia del fallecimiento de Fidel Castro. “Una muerte es siempre una desgracia, pero estar en Cuba en un momento así fue como una especie de regalo de despedida”, dice Pérez. “Fuimos testigos de uno de los acontecimientos más importantes de la historia cubana. La Habana, donde nos encontrábamos en ese momento, cambió de repente. Su vitalidad y su alegría se vieron interrumpidas por la noticia y se hizo un silencio sepulcral en las calles. La gente caminaba triste, con la cabeza agachada”, cuentan. “Todo el mundo lamentaba su muerte, independientemente de sus ideas políticas. Para mí, Cuba y los cubanos le dieron una lección de dignidad al mundo”, opina García.

Lo más gratificante de este proyecto es ver como estas personas, humildes e invisibles, se han dado cuenta de que también son importantes

Ya en diciembre de 2016, la pareja se despedía de Cuba y el resto de países por los que habían viajado y ponían rumbo a España. Jamás imaginaron el choque cultural que vivirían al regresar. “Después de dos años abriéndote a otra gente, volver implica despertar de otra realidad, un choque incluso más doloroso porque es tu país y tu gente. Ver las inmensas contradicciones que nos rodean es frustrante”. Ya en Madrid, trabajan en un documental y en un libro que entrelaza su experiencia personal con la realidad histórica. Y continúan alimentando su página web. “Lo más gratificante de este proyecto es ver como estas personas, humildes e invisibles, se han dado cuenta de que también son importantes, que no están solos. Sentimos que tenemos que seguir contando sus historias, para evitar que se vuelvan a olvidar”, afirma Pérez.

Preguntados si volverán, ambos responden rotundamente que sí. “Lo ideal sería volver y comprobar qué ha ocurrido con todas estas voces” dicen. Y concluyen: “Pero eso será en un futuro, de momento hay que descansar, llevar la vida en una mochila no siempre resulta liviano”.

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