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Crítica | La Lego Ninjago película
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El refrescante caos infantil

El filme parodia incluso esa obcecación contemporánea por la angustia adolescente

Javier Ocaña

El fantástico prólogo de Toy story 3 inauguró un modo narrativo: la desbordante imaginación infantil, desvergonzada, intolerable y nada plausible, donde igual cabían vaqueros y naves del espacio sideral, podía gobernar incluso una película. La refrescante La Legopelícula lo adoptó más tarde como guía, y con un giro narrativo descomunal en la última parte del relato, llevó al extremo el subtexto principal de aquella gran secuencia de Pixar y todo su modelo casi existencial: era el caos frente al orden, la pletórica imaginación frente a la rectitud. Y así, el pegamento ―el que deja a los juguetes adheridos para siempre, frente a la reutilización continua y el ingenio―, se convirtió en la más mortal de las herramientas armamentísticas del mal.

LA LEGO NINJAGO PELÍCULA

Dirección: Charlie Bean, Paul Fischer, Paul Logan.

Género: animación. EE UU, 2017.

Duración: 100 minutos.

Tras un spin-off algo descafeinado, Batman La Lego película, llega ahora La Lego Ninjago película, con una serie de televisión danesa, de 2011, como referente más o menos oficial, en la que la casa de juguetes continúa con su campaña de mercadotecnia, al tiempo que confecciona películas refrescantes, y en la que el mensaje vuelve a ser el valor de un punto de vista particular sobre las cosas (y los juegos): el de la descarada anarquía infantil.

Película de monstruo gigante que acecha al mundo, las llamadas kaiju, de acción ninja, y comedia de instituto con guiños a la saga Star Wars, La Lego Ninjago película, de nuevo como simulacro digital de la animación stop-motion, parodia incluso esa obcecación contemporánea por la angustia adolescente con una historia sobre la vulnerabilidad de un joven a causa de la ausencia de su padre. Que el monstruo gigante sea un gato real, y no una representación más o menos cerca de la figura de los lego, lleva a que los planos conjuntos con el animal y el resto de personajes y ambientes sean directamente horrendos, pero lo importante quizá sea otra cosa: esa capacidad para aunar una canción chorra con un mensaje inteligente. Y una película infantil en la que cabe una línea de guión como "ha descifrado tus innecesariamente crípticas metáforas" tiene todo nuestro respeto.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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