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Mueren dos tortugas gigantes en la Costa Brava en septiembre

Las causas de la muerte de los dos ejemplares, de unos 250 kilos y dos metros de longitud, se desconocen

Dos ejemplares adultos de tortuga gigante laúd de unos dos metros de largo y 250 kilos de peso, han sido hallados muertos el pasado mes de septiembre en la Costa Brava. El primer espécimen fue encontrado el día 1 atascado en las redes de un pesquero en la costa de Vilanova i la Geltrú (Barcelona). El segundo, en la playa de Calella (Barcelona) el 19 de septiembre.

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En ambos casos, debido al estado de descomposición de los animales, los cuerpos fueron trasladados directamente al vertedero más cercano, por lo que se desconocen las causas concretas de las muertes. "Es una pena que no se hicieran las necropsias porque,  a pesar del avanzado estado de descomposición, dan una información muy valiosa para la gestión de las especies", sostiene Óscar Esparza coordinador de áreas marinas protegidas de la Fundación Vida Silvestre (WWF, por sus siglas en inglés).

Los reptiles no mostraban signos que arrojaran evidencias de su muerte, como heridas, mutilaciones, restos de una red o de sedales en su cuerpo, según los informes elaborados por los agentes rurales. Esparza aclara que las razones podrían ser muchas: desde haber ingerido basura que obstruyese el tracto digestivo hasta una enfermedad o haber tomado un alimento en mal estado. 

Patricio Bultós, director técnico del Acuario de Barcelona, afirma que el principal peligro al que están expuestos estos animales marinos son las redes de pesca, los choques con barcos y los plásticos que se tiran al mar. “Las tortugas suelen confundir las bolsas de plástico o los anzuelos con medusas y calamares, sus principales fuentes de alimento. Cuando las tortugas los ingieren, obstruyen y dañan el sistema digestivo”, afirma Bultós.

Las tortugas laúd no son autóctonas del mar Mediterráneo, pero de vez en cuando se dejan ver en sus costas para alimentarse de algas y medusas, abundantes en la zona debido a sus cálidas aguas. Su presencia en este mar es “esporádica”. “No es común, pero tampoco raro”, afirma Marina Andrés, veterinaria de la Fundación CRAM, organismo conservacionista de animales marinos. La especialista sostiene que es una de las especies de las más amenazadas y recuerda que encontraron otro ejemplar de 420 kilos muerto en la costa en 2011 y le hicieron la necropsia. “Había muerto enredada en un montón de boyas, cuerdas y cadenas”, comenta.

Sus rutas migratorias recorren todo el océano Atlántico y el Pacífico, y suelen desovar en el Caribe. A pesar de que son poco frecuentes en la zona, son la segunda especie de tortugas con más presencia en la península, después de la boba.

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