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Más de un millón de fieles aplauden al Papa ajenos a la disputa política

Francisco oficia una misa multitudinaria en Medellín, feudo del expresidente Álvaro Uribe

El papa Francisco, este sábado en Medellín.Foto: atlas | Vídeo: ALESSANDRO DI MEO (EFE) / ATLAS
Ana Marcos
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En la primera fila de la multitudinaria misa del aeropuerto Olaya Herrera, en el centro de Medellín, Álvaro Uribe esperó con su familia bajo la lluvia, igual que sus vecinos, la llegada del papa Francisco. Lo hizo en silencio, ya había advertido de que iba como creyente a un acto religioso, no político. Sus reclamos al Pontífice los había hecho días antes en otro escenario. El expresidente y actual senador envío una carta pública a Jorge Mario Bergoglio en la que le resumió todo lo que no le gusta de la Colombia del presidente Juan Manuel Santos. 

En la zona de autoridades, mezclada entre el tumulto, sin privilegios, con el chubasquero puesto, no tuvo que disimular su mala relación con el mandatario. Antes de que comenzara la liturgia más apostólica de las cuatro que Francisco ofrece en su visita a Colombia, se anunció que Santos no asistiría. Su vicepresidente, el general Naranjo, había confirmado lo contrario días antes.

Los que antaño fueran amigos y compañeros de Gobierno -bajo el mandato de Uribe, Santos fue un implacable ministro de Defensa contra las guerrillas- han conseguido evitarse durante todo el recorrido papal. El expresidente y todo su grupo parlamentario del Centro Democrático recibieron la invitación del Gobierno para participar en diversos actos oficiales. No dieron ni acuse de recibo ni razón para faltar a las citas.

La Presidencia de Colombia argumenta la ausencia de Santos en Medellín alegando que el mandatario, en su condición de jefe de Estado, solo acude a ciertos encuentros. En Bogotá cumplió estrictamente con la agenda. En Villavicencio estuvo en el homenaje a las víctimas y victimarios de la guerra de medio siglo que terminó el noviembre pasado con la firma de la paz con las FARC.

El domingo irá a despedir al Papa al aeropuerto de Cartagena, la última ciudad que visitará antes de volver al Vaticano en Roma. Habrá acudido así a todas las paradas, menos al feudo del uribismo.

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El más de millón de personas que se congregó en Medellín vivieron ajenos a la polémica política. Querían demostrarle al Papa que la ciudad de la virgen de los sicarios, del cartel más sangriento de la historia de Colombia ahora se ha convertido en la capital de uno de los departamentos más católicos del país. El único que tiene una santa, la madre Laura de Jericó.

Hicieron fuerza en el argumento 1.293.000 personas, casi la mitad de la población de Medellín. Decoraron el altar con silletas, los adornos típicos de la Feria de Flores de la ciudad. El alcalde Federico Gutiérrez le dio las llaves de la ciudad y un poncho.

Ni Pablo Escobar, ni Uribe, ni Santos, los antioqueños consiguieron su particular versión paisa del Papa.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura, encargada de los temas de Arte. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Fue parte del equipo que fundó Verne. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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