_
_
_
_
_

“No me toques, me estoy muriendo”

El huracán Harvey mató a más de 60 personas de muchas maneras. La historia de Andrew Pasek, electrocutado, muestra que el peligro no se acaba cuando para de llover

Andrew Pasek, fallecido a los 25 años durante el huracán Harvey en Houston.Vídeo: AP / EPV
Pablo Ximénez de Sandoval

Cuando la tormenta Harvey mató a Andrew Pasek, ya no llovía. Era el martes 29. El viento y la lluvia habían pasado, pero para algunos barrios del oeste de Houston quedaba lo peor. Las autoridades empezaron a soltar agua de las presas Addicks y Barker en la madrugada del lunes para evitar que se rompieran. Fue entonces cuando esas familias tuvieron que evacuar. La hermana de Andrew, Alyssa, había salido de la casa después de subir todos los muebles de valor al segundo piso, en previsión de la inundación artificial. Se llevó dos perros y todo lo que pudieron cargar en dos coches a casa de unos amigos. “Pero no tenían transporte para gatos”, explica Jodell Pasek. “La dejaron en el segundo piso con agua y comida”. Al día siguiente, “como era scout y amante de los animales, Andrew reclutó a su amigo Sean para que le acompañara a rescatar a la gata”, contaba este lunes Jodell Pasek, su madre, con enorme entereza.

Más información
El huracán Harvey pone a prueba a Estados Unidos
La última esperanza de las víctimas sin papeles de Harvey
La lluvia de Harvey desborda los embalses de Houston
Los paisajes que ha dejado a su paso el huracán Harvey

“Fueron a pie, sin equipo. Supongo que cuando llegaron se dieron cuenta de que era muy profundo. Así que iban caminando por los jardines de las casas, donde había menos agua. Llegaron a mitad de camino y había un farol de jardín, con la luz dada. Según lo que nos ha contado Sean, Andrew iba caminando delante y sintió la corriente. Hace años se había roto el tobillo y tenía una placa y clavos. La electricidad fue a su tobillo. Empezó a dar saltos. Perdió el equilibrio y cayó junto a la farola. Cuando Sean fue a ayudarle, Andrew le dijo: ‘No me toques, me estoy muriendo”. Así cuenta Jodell Pasek la muerte de su hijo de 25 años.

Sean gritaba desde el otro lado de la calle para que alguien llamara a los servicios de emergencia. Una señora finalmente llamó al 911. Pararon dos barcas de rescate que estaban cerca, pero no podían tocar el cuerpo. Andrew Pasek estuvo una hora y media en el agua hasta que pudieron cortar la luz de la casa y sacarlo de allí.

Jodell Pasek ha contado la historia de su hijo estos días para que el que la oiga sea consciente de que en una inundación, y Harvey es ya oficialmente la inundación más grande registrada en EE UU, el peligro no se acaba cuando deja de llover. “Mientras las compañías de la luz mantengan el servicio, la gente no se va, simplemente no lo hace. Ese día había gente fuera que sabía que les iba a entrar el agua y había niños jugando en la calle”, asegura Pasek. “Si puedo salvar una vida… solo quiero que la gente sepa el peligro que hay”.

A Jodell Pasek solo se le quiebra la voz al teléfono cuando cuenta que ya había perdido un hijo antes. “Fue en 1993, mi hijo mayor, de mi primer matrimonio, murió en un accidente de tráfico. Entonces tenía hijos de dos y cuatro, que eran Andrew y Alyssa. Y pensé que no me podía paralizar el dolor, que tenía que seguir adelante por mis hijos. Esto es lo que me hace seguir adelante y lidiar con el dolor. Ya lo he hecho antes”. La gata sobrevivió a Harvey. Pasó la inundación escondida detrás de un armario en el segundo piso de la casa de Alyssa Pasek. Ya está con la familia.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El número de víctimas mortales relacionadas directamente con la inundación del siglo en EE UU alcanzó este lunes las 60 personas, según un nuevo recuento de la oficina forense. El lunes, fue recuperado del agua el cuerpo de Alonso Guillén, de 31 años. Guillén se subió a una barca con dos amigos para tratar de rescatar a gente en una autopista inundada. La barca chocó con un puente y volcó. Uno de ellos sobrevivió. El cadáver del tercero, Tomás Carreón, lo encontraron el viernes flotando en un arroyo. La familia de Guillén contó al Houston Chronicle que había nacido en Piedras Negras, México, y tenía protección temporal contra la deportación, el programa DACA.

La policía recupera la furgoneta de la familia Saldívar, en Houston. En ella murieron ahogados dos abuelos y sus cuatro nietos.
La policía recupera la furgoneta de la familia Saldívar, en Houston. En ella murieron ahogados dos abuelos y sus cuatro nietos.AFP

Estados Unidos escuchó aterrado la semana pasada la historia de la familia Saldívar. Dos abuelos, un hijo y cuatro nietos, tratando de escapar de las primeras horas de la tormenta en una furgoneta. La corriente arrastró el vehículo a una cuneta. El hijo, Sammy Saldívar, logró salir del vehículo pero no pudo salvar a sus padres y sus cuatro sobrinos, entre 6 y 16 años, que gritaban dentro. Los vio ahogarse delante de sus ojos.

Harvey ha matado de muchas formas. Hubo personas mayores ahogadas en sus casas. Un bebé, al que la corriente arrancó de brazos de su madre cuando intentaban ponerse a salvo. Colette Sulcer, de 41 años, que murió tratando de salvar a su hija, de tres. Los equipos de rescate encontraron a la niña flotando en la corriente el pasado martes, abrazada al cadáver de su madre. El miércoles, cuando Harvey hizo su segunda entrada en tierra, una pareja murió al caerles un árbol sobre el coche en plena autopista, arrancado por el viento. Una señora mayor murió en su casa al pararse su máquina de oxígeno por un corte de electricidad. Dos hombres cayeron al agua y murieron cuando iban en una barca de que volcó por una descarga eléctrica al tocar un poste de la luz.

Una semana después de morir, Harvey amenaza con seguir matando. El Beaumont, una ciudad de más de 100.000 habitantes al este de Houston, no hay agua corriente desde hace días. El olor en las calles inundadas es nauseabundo, al igual que en las zonas que siguen con agua en la ciudad, como el barrio donde murió Andrew Pasek. La mezcla de agua de lluvia estancada con las aguas fecales de las alcantarillas ha disparado los niveles de bacterias. La Agencia de Protección Ambiental informó el domingo de que 800 plantas de depuración de aguas no están funcionando por los daños del huracán y advirtieron de los riesgos para la salud. Los vecinos que se han metido en esa agua para ver cómo estaba su casa tienen llagas en la piel al cabo de un rato.

Y además, está la fauna. La oficina del sheriff del condado de Fort Bend, donde están las zonas inundadas artificialmente por el alivio de las presas, pidió a la gente que esté preparada para encontrarse cualquier cosa en sus casas, desde serpientes hasta cocodrilos y colonias de hormigas de fuego. Ya ha habido varios encuentros con cocodrilos en las tareas de rescate. Una semana después de llover, la cifra de 60 muertos sigue siendo provisional.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_