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Opinión

Ante Asensio, no basta con ser Bale

La cruz del galés ya no solo es su precio, sino la cara del balear, que va como un tiro

Asensio celebra el primer gol ante el Valencia.Foto: atlas
José Sámano

Un trueque de papeles comienza a imponerse en el Real Madrid. Asensio, de puntillas y con aire de monaguillo, ha llegado antes de lo esperado. A Bale, pese a tantas pompas, aún se le espera como una supuesta celebridad. Un problema de etiquetado en su origen. Lo mismo que el balear es mucho más jugador de lo que se presumía, el galés, gran futbolista, no es el otro CR. Tras cuatro temporadas espasmódicas, con buenos apuntes, pero sin constancia, sobre Bale no solo pesa la centenaria millonada de su coste. Su losa es Asensio, un seductor de impacto casi tan inmediato como en su día tuvieron Butragueño y Raúl. Hay algo de la chistera del Buitre en Asensio y nada del colmillo de Raúl en Bale.

A sus 21 años, el español tiene algo hipnótico, primaveral, y a la gente le fascina. La hinchada se resiste a verle como el gregario que fue el curso pasado. Al tiempo, el británico no acaba de cuajar del todo, solo de vez en cuando, y el madridismo no le percibe como un intocable. Por ahora, en su testamento como madridista solo hay algunos buenos ratos, pero lejos de un jugador de época. Es un problema conceptual: Bale es Bale, jugador enorme, no un futbolista totémico.

Al británico, con unas virtudes extraordinarias, le iría bien interiorizar la competencia como estímulo

En ausencia de CR, en el crudo duelo con el Valencia la actuación de Bale resultó decepcionante. Sin el luso mediante, una vez más no fue el arma nuclear que, por ejemplo, sí fue Neymar en el Barça cuando Messi tuvo un parón la temporada anterior, como en el 0-4 en Chamartín. Con su aire apocado cuesta un mundo adivinar un Bale sublevado, con un do de pecho, con acierto o sin él, pero dispuesto a cargar con la mochila. Todo lo contrario que Asensio, su gran competidor. No solo abrió el marcador con un gol de larga distancia en el que más que reventar la pelota le cantó una nana, sino que en el tramo final tocó la corneta como nadie. Asensio, aun con el empate, se fue del Bernabéu a hombros mientras Bale, que no es precisamente un motor de emociones, recibió una descarga desde las gradas. También Benzema, con la diferencia de que el galo, pese a estar fallón, asumió la sobrecarga de CR de la que se desentendió el galés. Y no fue su primer mal día en la oficina. El suplicio de Bale no fue el duelo con el Valencia, uno de esos en los que apenas deja migas. Su cruz es la nueva cara del Madrid: Asensio.

Por sus muchas y extraordinarias virtudes, Bale se reactivará cualquier día y tendrá focos. El dilema es que Asensio, que compite en el mismo sector del juego que el de Cardiff, no parece tener freno. Carece del más mínimo mal de altura y está en la pole de los titularísimos. A Bale ya no le vale con ser Bale, por más que todavía lo sea a ojos del palco y de Zidane, con un deber con la objetividad por encima de todo. Y hoy Asensio tiene a rebufo a Bale, en el campo y en el corazón del público. A Zidane y sus rectores, nada les convendría más que el propio Bale lo interiorizara como un estímulo. Ni siquiera él puede vivir de la pirotecnia de un traspaso. Del Madrid han caído estatuas mayores. Asensio es el despertador y es hora de que Bale madrugue a diario. Condiciones no le faltan, desde luego. Pero no basta con la presunción. El problema ya no es suceder a CR, que tan lejos le queda, sino que Asensio va como un tiro.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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