_
_
_
_
_

El videojuego que unió Kyoto y París

Ubisoft y Nintendo funden los universos de sus dos mascotas más veneradas en ‘Mario Rabbids Kingdom Battle’ de Nintendo Switch

Hace 15 años, un fan de Nintendo llamado Davide Soliani se enteró de que su mayor ídolo, Shigeru Miyamoto, visitaría Milán. Se pasó varios días llamando a todos los hoteles de la ciudad hasta descubrir en cuál se hospedaría. El día en el que Miyamoto llegaba a Milán, diluviaba. Eso no detuvo al fan acérrimo que era Soliani. Se pasó 10 horas bajo la lluvia para no perderse la llegada de su ídolo.

Hoy, Davide Soliani no solo presume de conocer a Miyamoto. Sino de dirigir un juego de su héroe favorito del píxel: Super Mario Bros. Mario Rabbids. Kingdom battle es un punto y aparte para Nintendo porque supone la primera vez que la compañía cede a un estudio europeo, la todopoderosa Ubisoft, su franquicia más célebre, la que ha vendido más de 500 millones de juegos en todo el mundo. Y la cede además en una circunstancia muy excepcional: la de fusión con otra franquicia multimillonaria, los conejos locos de Ubisoft, los Rabbids.

La narrativa que combina ambos videojuegos parte de una premisa bien loca, a la altura de la histriónica mascota de Ubisoft. Los Rabbids viajan en su lavadora del tiempo y aterrizan en la dimensión de champiñones y tuberías del reino de Mario. En poco tiempo, se siembra el caos y el pobre fontanero tiene que aliarse con parte de los conejos para desfacer el entuerto. Pero antes de llegar a esta versión narrativa, Soliani y su equipo partieron de algo mucho más simple. Ni siquiera un prototipo. “Fue un póster. En él mezclábamos las dos estéticas y personajes. Y funcionó como la pólvora. Inmediatamente, en una imagen, tanto el equipo creativo como el ejecutivo entendían la visión tras el juego. Eso nos permitió arrancar con buen pie, porque nos dábamos cuenta que teníamos entre manos una oportunidad histórica”, explica Soliani.

Póster de 'Mario rabbids. Kingdom battle'.
Póster de 'Mario rabbids. Kingdom battle'.

Nintendo está jugándose el tipo a probar nuevas cosas. El éxito fulminante de la Nintendo Switch, y el recuerdo del gran fracaso de la Wii U, han impulsado a la compañía de Kyoto a tocar pilares antes inviolables. Uno de ellos es fiarse, bajo estricta supervisión, de estudios ajenos a la propia Nintendo para desarrollar sus franquicias más amadas. El estudio español Mercury Steam ha firmado el remake de Metroid 2 para Nintendo 3DS. Y prácticamente en paralelo, Ubisoft, una de las compañías más exitosas del mundo, desarrollaba su peculiar incursión en el universo Mario. La razón tras la apuesta es clara. Nintendo necesita alimentar de títulos a la Nintendo Switch. No todo puede crearse, como dicen los anglosajones, in house. Toca pescar talento fuera y a la vez preservar sus estratosféricos niveles de calidad.

“El juego ha sido desarrollado totalmente por Ubisoft, sus estudios y sus diseñadores. Pero con una constante comunicación y respeto mutuo por Nintendo. Al arranque del proyecto, fuimos muchas veces a su central de Kyoto a presentar prototipos del juego, cada vez en un estado más completo y avanzado. Cuando recibimos la luz verde definitiva, arrancamos la producción. Y la gestión desde entonces fue de intercambio de emails diario y una conferencia semanal con los equipos de Nintendo. Y, cada seis meses, nos vimos las caras para discutir en persona cómo el juego se iba gestando”, detalla el productor del título Xavier Manzanares.

Uno de los mayores retos fue la fusión estética de ambos mundos. Cómo casan el universo más naif y bonachón de Mario con el más gamberro y sarcástico de los Rabbids. Manzanares explica cómo se afrontó: “Eran estilos completamente diferentes. Las aventuras de Mario suceden en mundos de fantasía, mientras que las de Rabbids suelen tener un ambiente más realista. La analogía que surgió para resolver este problema es la del baúl de juguetes. Un lugar confortable en el que todo el mundo disfruta, con enormes objetos, formas suaves y colores inmersivos. Queríamos ver el mundo icónico de Mario a través de los ojos de un Rabbid. Adoptando ese punto de vista, alcanzamos una catarsis caótica que marca el estilo inesperado del juego”.

La parodia era el ingrediente secreto para que funcionara la fusión de universos"

Pero el ingrediente secreto que hace funcionar Kingdom battle no es su excelente sistema de combate o lo famoso de sus protagonistas. Es la mirada sobre esos iconos. Ver a un rabbid vestido de princesa Peach, por ejemplo. O a otro luciendo el mostacho inmortal de Mario. “La parodia era el ingrediente que nos faltaba. Nos dimos cuenta que con el humor, la mirada irónica sobre todos estos elementos y personajes legendarios, podíamos hacer que la fusión resultara natural”, asevera Soliani. El humor, gran ausente por desgracia de muchos videojuegos, ha demostrado ser, una vez más, el mejor timón al que asirse.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_