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Un autobús de imanes contra el extremismo recorre Europa

Medio centenar de imanes y activistas recorren ciudades europeas atacadas por yihadistas

Silvia Ayuso

Más de medio centenar de imanes de toda Europa, cuatro mujeres musulmanas, un escritor judío y un puñado de guardaespaldas. Todos convivirán durante una semana en un autobús que les llevará a media docena de ciudades europeas con un denominador común: en todas ellas se han producido atentados yihadistas. En todos esos puntos, la “marcha de los musulmanes contra el terrorismo”, como se llama la iniciativa que partió el sábado desde París y que pasará en los próximos días por Berlín, Bruselas y ciudades francesas como Niza, Toulouse o París, se celebrarán oraciones e intercambios con personalidades religiosas y políticas locales con un objetivo constante: reafirmar que el extremismo no debe tener cabida en el islam.

“Vamos a denunciar a esos criminales asesinos, y como ellos lanzan fatwas, nosotros también. Lanzamos una fatwa contra Daesh (Estado Islámico o ISIS), contra los bárbaros, contra esos criminales, y demandamos a los países musulmanes que no los reconozcan como musulmanes”, explicó Hassen Chalghoumi, imán de la mezquita de Drancy, un suburbio de París, y organizador de la marcha. “Queremos mostrar que el islam se levanta contra los asesinos que usan el Corán para matar a gente”, acotó el escritor judío Marek Halter, el otro cerebro detrás de esta movilización. Ambos están amenazados por el Estado Islámico (ISIS), por sus críticas al terrorismo extremista, y tienen asignados varios guardaespaldas, que también participan en la marcha.

La del autobús de los imanes es una imagen poderosa. A bordo de un vehículo en el que está escrito en tres idiomas —francés, inglés y árabe— “marcha de los musulmanes contra el terrorismo”, sonrientes imanes vestidos de forma tradicional junto a otros en traje con corbata, y todos ellos sentados, entremezclados, con un judío y con varias mujeres, una de ellas con hijab, pero otra con vestido ajustado y altos tacones, melena al aire, como las demás participantes. De los dos choferes que se turnarán al volante, uno es mujer. La imagen, pues, de un islam que puede ser moderno y compatible, afirman sus defensores, con los valores laicos de un país como Francia.

“No tenemos miedo a decir que hay que cambiar cosas. Tenemos que hacer que la religión sea compatible con los tiempos, con la modernidad, con la especificidad cultural de la sociedad local”, sostiene Houcine Drouiche, imán de Niza y vicepresidente de la Conferencia de Imanes de Francia, que preside Chalghoumi.

Un viaje no exento de complicaciones

Pero la iniciativa no está exenta de polémica. La marcha no ha recibido el respaldo de algunas de las más poderosas asociaciones musulmanas de Francia. Hay quienes consideran que esta marcha es un error porque establece un vínculo directo entre el islam y el terrorismo. “Estos imanes arriesgan la incomprensión de su propia comunidad, que se imaginan que están ahí para excusarse y no, están para denunciar que hay gente que va a Irak, a Siria, gente que lanza fatwas contra los amigos”, replica el escritor Halter.

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La propia figura de Chalghoumi, un imán muy mediático, provoca ciertos recelos en una comunidad incómoda a veces con sus posturas, como su acercamiento a la comunidad judía o su condena abierta al burka y el niqab. Una de sus aliadas y acompañantes en este autobús es Fatiha Boyer, presidenta de Ni Putas Ni Sumisas, un movimiento feminista nacido como reacción a la opresión sufrida por las mujeres musulmanas de los suburbios de inmigrantes. Con ellos también viaja el imán de Fuengirola, Mohamed Kamal Mustafá, figura hasta hoy polémica por publicar un libro (La mujer en el islam) en el que explicaba cómo pegar a una mujer sin dejar rastro, hecho que lo llevó hace más de una década a la cárcel, aunque él sigue afirmando que fue sacado de contexto. “En ningún momento el islam está a favor de cualquier tipo de venganza terrorista o de maltrato, el islam es un mensaje de paz, de amor, de convivencia, de crear un mundo lleno de hermandad en base a la igualdad de todo tipo”, dijo a este diario antes de embarcarse en el viaje.

Un recorrido por el terror yihadista

Desde su punto de partida, todas las paradas del “bus de los imanes” guardan una relación directa con atentados cometidos en nombre de ISIS. Salieron del 102 de la avenida de los Campos Elíseos, lugar donde murió un policía asesinado a tiros por un hombre radicalizado a finales de abril, días antes de las elecciones presidenciales. Continuaron hasta Berlín, donde el domingo realizaron una oración y una ceremonia con religiosos de diferentes confesiones y políticos locales en Breitscheidplatz, la plaza punto donde, en diciembre, un extremista arrolló mortalmente con un camión a 12 personas en un mercadillo navideño. Continuarán hasta Bruselas, donde sendos atentados en el metro y el aeropuerto dejaron, en marzo de 2016, 32 muertos, antes de regresar a Francia, donde visitarán varias ciudades también víctimas de actos terroristas. Los imanes irán a Saint-Etienne-du-Rouvray, en Normandía, donde en julio de 2016 dos yihadistas degollaron a un párroco, Jacques Hamel, y a Toulouse, donde en 2012 tres niños y un adulto fueron asesinados en una escuela judía. Entremedias volverán a París, donde rezarán ante la sala de conciertos Bataclan, donde el 13 de noviembre de 2015 fueron asesinadas 89 personas, y el comercio judío Hyper Cacher, atacado el mismo día del atentado contra la revista Charlie Hebdo, en enero de 2015. También viajarán a Niza, donde el 14 de julio del año pasado otro extremista mató a 85 personas a las que arrolló con un camión cuando asistían a los fuegos artificiales que cerraban la fiesta nacional de Francia, fecha en la que los imanes concluirán su periplo.

“Es el momento de decir que todos estamos juntos, sea cual sea nuestra confesión, somos nosotros los que vamos a ganar, no el terror y el odio”, insistía Chalghoumi momentos antes de que arrancara el autobús. Al volante en la primera etapa, iba Marian, la chofer de los imanes.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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