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“Hoy el desafío es que mujeres de 45 años tengan hijos con sus propios genes”

Jan Tesarik es uno de los doctores pioneros que realizó con éxito la reproducción asistida, haciendo posible la primera niña probeta de la República Checa en el año 1982

Carolina García

Jan Tesarik es un científico reconocido internacionalmente en el campo de la fertilidad y que en la actualidad trabaja en la Clínica MARGen de Granada. Es uno de los doctores pioneros que realizó con éxito la reproducción asistida, haciendo posible la primera niña probeta de la República Checa en el año 1982. Treinta y cinco años después, “uno se da cuenta de que al principio la reproducción asistida era una pequeña indicación ginecológica que se podía usar solo en lo que se llamaba esterilidad tubaria. Para entenderlo, los espermatozoides eran como un coche y los ovarios como un garaje y existía una carretera entre los dos, pero en ocasiones estaba cortada. Entonces, gracias a esta técnica se podía meter el espermatozoide, el coche, por una vía alternativa. Pero si el coche no funcionaba o el garaje estaba bloqueado, no se podía hacer y esto es lo que ocurre en el 95% de los casos que vemos hoy”, relata el experto. La evolución de la ciencia ha llevado al éxito. “Sobre todo, ahora, se pueden tratar los casos que antes eran imposibles de imaginar para un tratamiento”

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“Las mujeres quieren procrear cada vez más tarde”, prosigue el experto, “y es normal. Hay colegas que dicen que no, que hay que tener hijos cuando se es joven y yo eso lo veo como una instrumentalización de la mujer. Esta no está en este mundo para procrear, está para vivir, para crear, para ser activa profesionalmente y todo esto se le puede echar abajo si tiene que procrear con 20 años. Gracias a los avances, hay métodos ahora que pueden conjugar el éxito profesional con ser madre”. Para prevenirlo, “se puede, por ejemplo, coger óvulos de una mujer joven que no quiere tener hijos inmediatamente y guardarlos para cuando así lo desee. Sería lo que se llama autodonación/ autoconservación. Es cierto que si una mujer no ha tenido esta precaución, ahora es más difícil, porque hace 20 años esto no se conocía, entonces tenemos que hacer otras cosas que son más complicadas”.

Tesarik reconoce que ve a cualquier mujer que tenga un problema de infertilidad y que se le acumulan: “Mi equipo, nosotros, estamos acostumbrados a tratar casos difíciles, tanto por parte de los espermatozoides como de los óvulos e, incluso, por la parte del útero, que a veces no está en condiciones ideales. Y recibimos a muchas pacientes que han fracasado en otras clínicas”. “Recuerdo el caso de una paciente de Madrid, con 41 años, que había tenido ya cinco o seis tentativas en otras clínicas y ya nadie quería hacérsela otra vez. Y nosotros lo hicimos. Le transferimos tres embriones, normalmente, se transfieren solo uno o dos, y lo consiguió. Finalmente, tuvo mellizos y estuvo muy contenta”, dice el experto.

Las mujeres quieren procrear cada vez más tarde”

El desafío actual

“Hoy nuestro desafío es hacer que tengan niños mujeres de 45 años que no quieren ovodonación”, dice el experto. Y esto se puede conseguir gracias a la técnica de los tres padres. “Esta técnica existe desde hace más de 20 años, no es nada nuevo. Pero no se llamaba así. En realidad fuimos nosotros quienes la inventamos en los años 1998/1999. No quiero parecer creído, pero nosotros hemos inventado y publicado en el año 2000, la misma técnica que se ha usado ahora para este niño nacido en 2016”, dice con orgullo el experto. [A finales del año pasado apareció en los periódicos españoles y extranjeros una noticia sobre el nacimiento de un niño concebido con la participación de tres padres. El niño nació en una clínica neoyorquina].

“En aquel momento, estábamos trabajando en ello dos equipos en el mundo”, prosigue, “yo estaba ya en Granada y otro equipo en Nueva Jersey (EE UU). Ellos trabajaban inyectando citoplasma del ovocito del donante en el ovocito de la paciente. Y nosotros, por el contrario, transfiriendo núcleos de la paciente en el ovocito enucleado -óvulo al que se le ha extraído el núcleo (enucleación) de la donante. La donación de óvulos ya existía antes, pero mucha gente no quiere usar este método, quiere tener sus propios genes”, explica. “Por lo que la idea era donar óvulos sin genes. Óvulos como una incubadora del núcleo”, añade Tesarik.

Exactamente, la técnica consiste en crear embriones con material genético de tres fuentes: el espermatozoide del padre, el núcleo del óvulo de la madre y el ADN mitocondrial de una donante. Una de las dos madres (la paciente) aporta toda la información genética necesaria (97%) para la expresión de todas las características físicas y mentales en la misma proporción, junto con el padre, como en reproducción natural. Este material genético se almacena en el núcleo de todas las células del cuerpo humano. La segunda madre (la donante) aporta el material genético suplementario (3%) que no dejará ningún rasgo físico o mental aparente, pero que es importante para el funcionamiento correcto de todas las células del cuerpo humano. El ADN correspondiente no está presente en el núcleo de células, sino en el citoplasma.

Si yo veo que una paciente tiene 45 años y ella necesita ser madre, tras varios intentos fallidos, sin problemas, la mandó a mi amigo a California”

Para este experto, “esta técnica puede ayudar a un grupo de pacientes con enfermedades raras que están derivadas de una mala función de organoides -pequeñas estructuras- de la célula que están en el citoplasma y que se llaman mitocondrias, que son los centrales térmicos de la célula y si tienen algún problema se producen anomalías muy diversas en todos los sistemas del cuerpo y se tratan muy difícilmente. La finalidad es evitar que estos niños nazcan”, argumenta. Según el experto, “pero esto solo para estas enfermedades raras, no es aplicable a mucha población”. Gracias a esta técnica y para prevenir la transmisión de las enfermedades de origen mitocondrial, se sustituye una parte de las mitocondrias de la paciente con las provenientes del óvulo de una donante sana.

“El uso de esta técnica es un paso adelante, pero no definitivo. Todavía no se puede hacer en España, pero lo hemos solicitado. Este lunes tengo una reunión con el comité de ética donde la voy a defender. Estamos en ello y esperamos que la respuesta sea positiva. En Europa, los únicos que tienen permiso son Reino Unido. Lo obtuvieron hace unos tres meses. No tienen niño nacido. Si nos lo dan, mañana, igual podríamos ser los primeros de Europa. Ya veremos”, dice con ilusión.

La gestación subrogada, tras varios intentos fallidos

Para el doctor, la gestación subrogada es la única solución para algunas patologías, por ejemplo, “si una mujer no tiene útero porque se lo ha tenido que quitar por un cáncer o padece malformaciones que son incompatibles con la gestación, entonces no tiene, por el momento, muchas otras soluciones”. “Hace dos años también se publicó un estudio que aseguraba que se puede trasplantar el útero, pero es una operación muy complicada, que no creo que se empiece a hacer a gran escala. En 10 años tendremos la posibilidad de hacer la gestación fuera del cuerpo de la mujer, gracias a un útero artificial. Puede que no se parezca al órgano en sí, pero sí podría ser una estructura capaz de desarrollar un embrión desde la fecundación hasta la madurez del feto”.

“La gestación subrogada no está permitida porque puede provocar muchos problemas, más bien sociológicos. Primero es cara, y después se puede pensar que se está abusando de los pobres para favorecer a los ricos, todo esto puede ser verdad, dudas que se podrían solucionar con este útero artificial. Pero, por el momento, si yo veo que una paciente tiene 45 años y ella necesita ser madre, tras varios intentos fallidos, sin problemas, la mandó a mi amigo a California y se lo hacen. Y ya no pienso en más cosas. Somos humanos primero, e ideólogos después”.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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