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Macron se encamina hacia una mayoría holgada en las legislativas

La crisis de los viejos partidos y un inicio fuerte del mandato impulsan al nuevo presidente francés

Emmanuel Macron, este miércoles en el Elíseo.Vídeo: C. M. Getty / EPV
Marc Bassets

Emmanuel Macron se prepara para consolidar su hegemonía en Francia. Todos los sondeos pronostican una mayoría absoluta en las elecciones legislativas del 11 y el 18 de junio para el partido del nuevo presidente francés, La República en marcha (LRM). La incógnita es la amplitud de la mayoría en una Asamblea Nacional que en todo caso se renovará profundamente. Propulsado por un inicio de presidencia casi impecable y por el desmoronamiento de la derecha y la izquierda, el centrista Macron se encamina a una victoria que dejaría Francia en manos de un movimiento presidencialista y casi sin oposición parlamentaria.

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Béatrice Faillés, una veterana de las fuerzas armadas francesas y activista vecinal, es un ejemplo de la renovación de la clase política que impulsa el nuevo presidente. Un tercio de diputados actuales no vuelve a presentarse; la mitad de los candidatos de La República en marcha (LRM) no ha ostentado ningún cargo electo. Faillés es candidata por LRM por la decimoséptima circunscripción de París. En su campaña por las calles del norte de la capital francesa, Faillés ha descubierto que es la única candidata que reivindica a Macron. Tal es la popularidad del presidente, tal su capacidad de arrastre, tal la voluntad de muchos franceses de darle una oportunidad para gobernar, que algunos rivales de Faillés también quieren ser ‘el candidato de Macron’. Y ella debe convencer a los votantes de que la marca original, la candidata verdadera del presidente, es ella.

“Hay macronistas por generación espontánea”, se queja en la plaza de Stalingrado, donde acaba de llegar en su Vespa, antes de iniciar un paseo por el barrio.

Si se cumplen los pronósticos, el poder ejecutivo y el legislativo estarán dominados por un presidente —Macron— que llegó al Elíseo sin experiencia electoral, y de un partido —LRM— que hace un año acababa de fundarse y hoy tiene cero diputados en la Asamblea Nacional. Hace unas semanas parecía improbable que el presidente alcanzase una mayoría parlamentaria con candidatos novatos y desconocidos por los votantes. Es más, unos días antes de la primera vuelta de las presidenciales, en abril, se hablaba de la posibilidad de una facción populista —la extrema derecha y la izquierda alternativa— que o bien se encontraba en las puertas del poder, o tendría suficientes diputados para hacer la vida imposible al presidente. Hoy Macron tiene al alcance de la mano una de las mayorías más amplias de la historia de Francia.

Se aleja la cohabitación

Desde 2002, cuando en Francia el mandato presidencial se abrevió de siete a cinco años, las elecciones legislativas se celebran el mismo año que las presidenciales, unas semanas después. Esto ha evitado desde entonces la llamada cohabitación. La cohabitación —ha habido tres desde la fundación de la V República en 1958— se producía cuando en las legislativas, que se celebraban en un año distinto de las presidenciales, ganaba un candidato de otro color político que el presidente. Al estar la Asamblea Nacional en manos de la oposición, esta determinaba el nombre del primer ministro. Cohabitaban entonces un presidente de un partido y un primer ministro de la oposición,

No ocurrirá esto con Macron, según los sondeos. La República en marcha (LRM, el partido del presidente) obtendrá en la primera vuelta en torno a un 30% de votos, seis puntos más de los que el propio Macron logró en la primera vuelta de las presidenciales, el 23 de abril. Los Republicanos, el partido de la derecha tradicional, obtendrán cerca del 20%. La extrema derecha del Frente Nacional, un 18%. La Francia Insumisa, el partido de la izquierda alternativa liderado por el exsocialista Jean-Luc Mélenchon, un 12%. Y el Partido Socialista, erosionado por las divisiones internas, cerca de un 8%. Las proyecciones de escaños para la segunda vuelta dan a LRM una mayoría cómoda de más de 350 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional. La primera fuerza opositora serían Los Republicanos, con unos 150 escaños, seguidos del PS, con entre 20 y 35 y como fuerzas minoritarias el partido de Mélenchon y el FN de Marine Le Pen.

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¿La clave? El politólogo Dominique Reynié ve a Macron y LRM como un “limpiaparabrisas”. “Recoge lo de un lado y lo del otro, y el eje del medio es En Marcha”. Reynié cree que en la segunda vuelta de las legislativas, el candidato de LRM recogerá los votos de la izquierda cuando se enfrente a un candidato de derechas, y los de la derecha cuando el rival sea de izquierda. La posición central —como la de Macron, que ha nombrado ministros de izquierdas y de derechas— le permite dominar el tablero y arrinconar a los demás.

“A esto se añade un fenómeno que atraviesa esta elección: es la destitución de la clase política instalada. Los electores tienen una agenda propia: echar a todos los que están”, dijo a un grupo de periodistas Reynié, director del laboratorio de ideas Fundación para la innovación política.

El proceso empezó en noviembre de 2016, cuando François Fillon ganó las primarias de la derecha en contra del establishment de su partido; continuó en enero de 2017 con la victoria del izquierdista Benoît Hamon en las primarias del PS; prosiguió con la victoria de Macron en las presidenciales —era un producto del sistema, pero un rostro nuevo que rompía los viejos esquemas— y puede culminar ahora con las legislativas.

A estas fuerzas de fondo se suman los aplaudidos primeros pasos de Macron en la arena internacional, como el desafío a Donald Trump, y nacional, con una gestualidad que realza el aura de la institución. El caso de Richard Ferrand —el ministro y colaborador estrecho de Macron investigado por posibles conflictos de interés— puede costar algunos escaños a LRM, pero los sondeos apuntan a que no pondrá en peligro la mayoría.

El peligro es otro: un Parlamento sin oposición —una parte de la derecha de Los Republicanos quiere cooperar con el presidente—, o con una oposición representada por partidos pequeños como el de Mélenchon o el FN. “La consecuencia es, primero, que la oposición [dentro de la Asamblea Nacional] se radicaliza, es ruidosa: Mélenchon y Le Pen”, dice Reynié. “Y segundo, se desparlamentariza: saldrán del Parlamento para oponerse”. La calle, en este escenario, será la principal fuerza de oposición. Una tradición francesa que difícilmente Macron enterrará.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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