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La brecha salarial de las personas con discapacidad

El salario de estos trabajadores es un 17,1% inferior al del resto, según los últimos datos del INE

Cristina Villar trabaja en un centro especial de empleo en la Leganés, Madrid.Vídeo: JAIME CASAL / EPV. ÁLVARO DE LA RÚA
Virginia Martínez

Mientras conduce hacia su puesto de trabajo, a Francisco Ballesteros se le intuye su problema de pulmón por una respiración agitada. Pertenece al personal de limpieza de una empresa de catering cerca de Barajas, en Madrid. Barre la calle, entra en las máquinas frigoríficas y ordena los almacenes, entre otros quehaceres. Realiza las mismas funciones que el resto de sus compañeros, pero con una diferencia: percibe un sueldo más bajo que el de algunos de ellos. ¿La razón? Tiene una discapacidad física del 65% por un enfisema pulmonar diagnosticado en 2011. La historia de Ballesteros, de 50 años, no es un caso aislado. El salario medio anual bruto de los trabajadores por cuenta ajena con discapacidad es un 17,1% inferior al de las personas sin discapacidad, según los últimos datos del INE, correspondientes a 2014 y difundidos el pasado mes de febrero.

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"Hago lo mismo que mis compañeros, pero cobro unos 200 euros menos", se queja Ballesteros tras su jornada laboral de ocho horas, con dos días de descanso entre semana. Antes se dedicaba a la construcción y cobraba unos 3.000 euros al mes. Pero tuvo que dejar el sector por su enfermedad. Ahora gana unos 900 en limpiando un catering (algo más de 700 después de impuestos), un centro especial de empleo, al que llegó en 2012. Estas entidades se forman para promover la inserción de las personas con discapacidad en el mercado laboral, pero la retribución es inferior a la de los trabajadores de las empresas en las que se integran, que se rigen por su convenio. Ana González, secretaria de Política Social e Igualdad de CC OO Madrid, explica que la normativa en materia de derechos laborales de las personas con discapacidad es correcta, pero no hay una efectiva transposición de la misma en la realidad porque no se materializa en la contratación ni en los salarios. No hay cifras exactas de cuántos están desempleados, pero los estudios hablan de que el 60% de las personas con discapacidad no tiene un trabajo remunerado, según González. "Es una situación clarísima de desigualdad contra la que hay que luchar".

Las empresas con más de 50 trabajadores están obligadas a reservar un 2% del empleo a personas con discapacidad. Pero existen medidas alternativas que permiten sortear este compromiso. Una de las vías es precisamente a través de la subcontratación de los servicios a los centros especiales de empleo, integrados por personas con discapacidad, como Ballesteros. Para González, esta es una de las razones que explican la brecha salarial entre los asalariados con discapacidad y los que no tienen, quienes están sujetos al convenio colectivo de la empresa en la que se subrogan. Una circunstancia que apoya Ana López, coordinadora de Empleo en Plena Incursión Madrid, quien añade que la mayoría de las personas con discapacidad trabajan gracias a estos centros.

El catering en el que Ballesteros limpia forma parte del grupo Disclean S. L. Desde la empresa confirman que el salario de los trabajadores con discapacidad es unos 1.500 euros brutos por debajo de aquellos que no tienen discapacidad, como ocurre en el resto de centros especiales de empleo. Pero justifican este dato en el hecho de que la contratación de estas personas supone unos "costes económicos mayores por el origen del trabajador y por sus limitaciones". Destacan además que el objetivo de estas entidades es promover su inserción laboral y su formación, por lo que "su empleo tiene un valor añadido que va más allá del sueldo".

Los centros especiales, la única salida

Unos beneficios con los que está de acuerdo López: "Estos centros son una lanzadera. Lo que pretendemos es que aprendan un oficio y salten al mercado laboral ordinario", manifiesta en uno de los 208 centros especiales de empleo de la región, la tienda Más y Menos, del grupo AMÁS, en Leganés. Allí trabaja Cristina Villar, de 26 años, con una discapacidad física del 33% por una dislexia. Elabora la bollería y dispensa los productos al público: "Estoy muy contenta aquí. La verdad es que es una oportunidad muy buena que me han dado. Empecé desde cero y me enseñaron todo. Cobro unos 700 euros al mes". En el establecimiento, además de emplear a personas con discapacidad, también se venden productos fabricados por ellos mismos y se cuida que ni el etiquetado ni ningún distintivo diferencien este local de otro cualquiera.

En el parque donde Ballesteros conversa con cuatro compañeros de trabajo, que también tienen discapacidades físicas, las sensaciones no son tan buenas. "Trabajamos casi más que los otros y cobramos menos. Lo dicen hasta ellos mismos", destaca uno de sus amigos. Lo cierto es que Rosa (nombre ficticio) ha enviado un vídeo al WhatsApp de Ballesteros en el que confirma a EL PAÍS este hecho. Todos coinciden en que encontrar trabajo en la empresa privada y fuera de los centros especiales de empleo es casi imposible. "Nunca me han llamado. Solo he encontrado empleo en los centros especiales de empleo. Lo que voy a tener que hacer es quitar de mi currículum lo de 'discapacitado', a ver si así lo consigo", sentencia Ballesteros.

Sobre la firma

Virginia Martínez
Es redactora en la sección de España y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en la sección audiovisual hasta verano de 2021. Antes cubrió información local en el diario Granada Hoy. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Granada y en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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