_
_
_
_
_
Crítica | Un golpe con estilo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La ‘Comanchería’ del asilo

La película se ve con soltura y simpatía. Quizá con demasiado azúcar

Tráiler de 'Un golpe con estilo'
Javier Ocaña

Algún día alguien escribirá un interesante libro sobre el cine que cabalgó sobre dos épocas importantes: los Estados Unidos de la era inmediatamente anterior a Donald Trump, y la inmediatamente posterior; las películas estrenadas con el magnate ya en la presidencia, pero pergeñadas en guión, producción y algunas hasta en rodaje durante los últimos días de la presidencia de Barack Obama, protagonizadas por personajes con problemáticas que podían presagiar el triunfo del actual presidente del país, aunque luego su victoria fuese una sorpresa para los analistas políticos. Gente cabreada, convencida de que no se le daban soluciones, que confió en las (oscuras) promesas de un vendedor de motos profesional. Películas soberbias, como Comanchería. Y películas de usar y tirar, aunque con cierta gracia, como la presente Un golpe con estilo, con el valor de radiografiar, aunque de un modo superficial, el estado económico, social y moral de una parte del país.

UN GOLPE CON ESTILO

Dirección: Zach Braff.

Intérpretes: Michael Caine, Morgan Freeman, Alan Arkin, Ann-Margret, Matt Dillon.

Género: comedia. EE UU, 2017.

Duración: 96 minutos.

Se podrá decir que algunos de los contratiempos que acucian a los protagonistas de Un golpe con estilo, tres amigos jubilados que han trabajado toda su vida para una misma empresa, y que ahora pasan sus postreros días entre la petanca y la conversación junto a las tortitas y el café, tenía más pinta de resolverlos Hillary Clinton que Trump, sobre todo los sanitarios. Sin embargo, en lo demás, sus recelos y obstáculos huelen a las razones para la victoria de Trump: la deslocalización de su antigua empresa en un país del segundo mundo; la consiguiente duda con sus pensiones ("cero actividad en EE UU; cero tributo en EE UU"); la amenaza de desahucio; la falta de confianza en los políticos; la dictadura de los bancos. De modo que tras un primer acto de crítica social, quizá liviana y simpática, pero también certera y clarividente, la película deriva hacia el subgénero de la comedia geriátrica de robos: tres ancianos planeando y ejecutando un atraco contra la sucursal bancaria que los estafa. Un golpe con estilo, o la Comanchería del asilo.

Y ahí, entre el guión de cine popular de Theodore Melfi, el escritor de la reciente Figuras ocultas, la puesta en escena de Zach Braff, olvidadas ya las veleidades juveniles de Algo en común, y, sobre todo, la portentosa presencia de su trío protagonista, Caine, Freeman y Arkin, la película se ve con soltura y simpatía. Quizá con demasiado azúcar, pero también con una cierta retranca.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_