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May advierte de que no cederá “nunca” la soberanía de Gibraltar sin apoyo de la población

Bruselas estableció que España tendría que dar su beneplácito a cualquier acuerdo entre el bloque comunitario y el Reino Unido que pueda aplicarse al Peñón

Imagen del 1 de marzo de 2017 del Peñón de Gibraltar. En vídeo, las polémicas declaraciones del exlíder 'tory' Michael Howard.Foto: reuters_live | Vídeo: DANIEL OCHOA DE OLZA (AP) / REUTERS-QUALITY

El Gobierno de Theresa May ha pasado a la ofensiva en su pulso con Madrid sobre Gibraltar, proclamando que “nunca” cederá la soberanía de esta colonia británica enclavada en el sur de España sin el apoyo de su población. La primera ministra, que parte de una posición de debilidad después de que Bruselas abandonara su tradicional neutralidad en pro de los intereses españoles, prometió ayer que garantizará el “mejor Brexit” para el Peñón, cuyo futuro estatus May ni siquiera mencionaba en su carta de despedida oficial de la UE.

La cuestión gibraltareña acaparó este domingo el foco político en un Reino Unido que da sus primeros pasos hacia el Brexit, con los primeros espadas del Gobierno lanzando toda su artillería dialéctica en favor de mantener el estatuto del enclave que se ha mantenido inalterado desde 1713. La jornada dominical arrancó con una llamada telefónica de Theresa May al jefe del Gobierno gibraltareño, Fabián Picardo, para garantizarle que “nunca” se aprestará a ningún acuerdo “que vaya en contra de los deseos de su población, expresados de forma libre y democrática”, ni socave su "firme e histórico compromiso en apoyo de sus habitantes y de su economía”.

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El mensaje de May buscaba tranquilizar a las autoridades del Peñón a raíz de un tremendo error de cálculo —o negligencia— a la hora de notificar a la UE la despedida del Reino Unido en una carta entregada el miércoles al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Porque incluso en los pasillos de Bruselas sorprendió la ausencia en la misiva de toda mención al conflicto de Gibraltar, una de las “fronteras” británicas que pueden ver afectado su futuro estatuto a causa del Brexit, como también es el caso de Irlanda del Norte.

La reciente propuesta de España sobre una soberanía compartida con los británicos sobre Gibraltar, para que la colonia siguiera formando parte de la UE, se han visto avaladas por las directrices de negociación del Brexit desbrozadas por Bruselas, que reconocen la potestad del gobierno de Madrid de bloquear la aplicación al Peñón cualquier acuerdo comercial —o de otra índole— entre Londres y los pronto exsocios comunitarios. En otras palabra, que la posición de la UE ya no va a ser equidistante ante ese pulso entre un Estado miembro (España) y otro que está en vías de tramitar su desengarce europeo.

La aprensión que genera ese nuevo contexto en el gobierno de La Roca (como gusta a muchos británicos referirse a Gibraltar) también fue minimizada el domingo por el jefe de la diplomacia británica, Boris Johnson, quien describió el respaldo del Reino Unido a que no se modifique el estado de las cosas como “implacable y tan sólido como una roca”. El tono patriótico acabó adquiriendo tintes rocambolescos con las declaraciones de Michael Howard, un antiguo líder del Partido Conservador británico hoy en el poder, amenazando incluso con una intervención militar británica.

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Lejos de intentar atemperar los ánimos tras la proclama de Howard, el ministro de Defensa británico, Michael Fallon, subrayó después que el Reino Unido “llegará hasta el final” para mantener la soberanía británica del pequeño territorio de siete kilómetros cuadrados y una población de 33.000 habitantes. Los mismos que en noviembre de 2002 rechazaron en referéndum, y con el apoyo de un 99% de los sufragios, el principio de una soberanía compartida por Gran Bretaña y España. Pero también el electorado que en junio del año pasado se manifestó en las urnas contra el Brexit, con un 96% de los votos.

Al Gobierno de Gibraltar le inquieta la hipótesis de que las 10.000 personas que entran diariamente a trabajar en el Peñón se topen con los férreos controles que podría dictar el Brexit. Y, sobre todo, que el Gobierno de Madrid consiga torpedear el actual estatuto de bajísimos impuestos corporativos que hace tan atractivo el Peñón para el sector de los servicios financieros.

May no tuvo en cuenta a Gibraltar en su carta de reclamaciones a la UE, pero el primer ministro gibraltareño aseguraba este domingo —en una entrevista televisada por la BBC— que el inicial intercambio de directrices entre Londres y Bruselas a mediados de semana fue sólo “un borrador trazado en ese momento” y que su administración ha estado trabajando “estrechamente” con May en un libro blanco del Gobierno británico que articulará las negociaciones sobre el Brexit. Y que tiene la soberanía británica del Peñón como una de sus consideraciones inapelables.

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