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“Una población educada sabrá cuidarse mejor”

Manel Peiró y Joan Barrubés, especialistas en el análisis de sistemas sanitarios, creen que la desigualdad y la falta de formación son obstáculos para la sostenibilidad del sistema de salud

Entrevista a los expertos en sistemas de salud Manel Peiró y Joan Barrubés.Vídeo: Redacción: David Fernandez | Producción: ESADE
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“No es fácil [mejorar los estándares de salud de la población] porque de algún modo lo que pasa en los países del sur también ocurre en el nuestro. Las capas socio-económicas más bajas son las que más consumen, por decirlo más fácil, comida basura. Porque es lo más barato”. Según Manel Peiró, experto en el análisis de sistemas sanitarios, la lucha por un sistema de salud eficaz topa con un obstáculo claro: la desigualdad y la falta de formación sanitaria de la población. Cuanto peor sea la situación en cada uno de estos campos, más difícil será contrarrestar la propagación de enfermedades.

Peiró es director del Instituto para la Gestión de la Salud de ESADE; y le acompaña Joan Barrubés, socio director de la consultora sanitaria Antares. Estos dos analistas de la salud pública presentaron el informe Funding the gap. El futuro del sistema sanitario: ¿Será posible financiar el sistema y reducir las desigualdades en salud?, durante la tercera edición del debate Big Challenges de ESADE, celebrada el pasado enero en la sede de la escuela de negocios en Barcelona. Peiró, de 61 años; y Barrubés, de 44, cuentan con una larga experiencia en la evaluación del sector médico. En el caso del primero, su carrera le ha llevado a ejercer de consultor para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, y a colaborar con diversas empresas de consultoría especializadas en el ámbito de la salud. El segundo es, desde hace nueve años, director de políticas y servicios sanitarios de la consultora Antares.

¿Qué implicaciones tiene la desigualdad en este campo? Los dos apuntan al vínculo entre las condiciones de vida de las personas y su salud. Con el protagonismo de factores como conductas alimentarias, estilos de vida o características socioeconómicas. Tanto es así, que el informe identifica vínculos entre estos elementos y los conocimientos que la gente tiene sobre el sistema sanitario, o en aquello que tiene que hacer para mantener un buen estado de salud. “Los profesionales no se pueden encargar de todo. Si yo no quiero participar en mi tratamiento, no me voy a curar. Y para eso necesitas una población formada”, explica Peiró, quien añade que “en un escenario en el que crecen las enfermedades crónicas, esto deviene crucial” por los hábitos de vida que desarrolla la ciudadanía.

Este es, precisamente, uno de los retos a los que se enfrentan países como los de la región subsahariana, donde la llegada de la comida rápida –con productos como perritos calientes, hamburguesas o pizzas– está cambiando la dieta local. Como resultado, 20 millones de personas tienen diabetes en África. La situación es parecida en el Caribe, donde una de cada ocho personas la sufren. En los dos casos, los malos hábitos de salud de la población dificultan que se ponga coto a esta y otras enfermedades crónicas.

La falta de conocimientos es una dificultad añadida en sistemas sanitarios donde aún queda un trecho por recorrer, sobre todo cuando se trata de proporcionar un servicio que cubra a toda la ciudadanía. Para muestra, un botón: el director del Instituto para la Gestión de la Salud de ESADE participó en un proyecto en el Túnez pre-revolucionario. Recuerda que pese a que “en aquel momento era el segundo país más desarrollado de África”, las desigualdades en la cobertura eran enormes: “Estamos hablando de que el 30% de las mujeres recibían atención sanitaria durante el parto. Y por ello podemos entender un concepto bastante más amplio que el de aquí: cualquier persona con instrucción asiste en el alumbramiento”.

Uno de los retos a los que se enfrentan países como los de la región subsahariana es la llegada de la comida rápida –con productos como perritos calientes, hamburguesas o pizzas– porque está cambiando la dieta local

Siendo este el punto de partida, ¿cómo desarrollar la infraestructura? La clave, aseguran los autores del estudio, está en tomar nota de la experiencia del norte global. Para Barrubés, habría que apostar por crear “una red muy potente de servicios comunitarios y primarios”, y “ser un poco más restrictivo con los hospitales”. El resultado sería un sistema sanitario menos caro y complejo de mantener, y más cercano a las necesidades inmediatas de la población. La tarea de proporcionar los tratamientos más complejos quedaría en manos de un reducido número de centros.

Para construir este modelo de salud, la participación de la comunidad puede ser una herramienta útil. Pero hay que tener muy en cuenta el contexto, recuerda Barrubés: “En un sistema en construcción, la participación es muy importante para definir cuáles serán sus líneas maestras y cómo se organiza. En uno desarrollado, la clave no es tanto el desarrollo de políticas como la participación en el gobierno de las Instituciones, como sucede en muchos países de Europa. En muchos hospitales públicos, una parte de los consejos de administración la forman ciudadanos”, expone. Pero, para que esta funcione “requiere un cierto conocimiento. En países con bajos niveles de educación es más difícil”, matiza Peiró.

Sea como sea, los expertos creen que los sistemas sanitarios deben construirse teniendo en cuenta su sostenibilidad futura. Un debate ya presente en los países desarrollados. Según Barrubés, los recursos con los que puede contar serían una parte fundamental de este. “No solo tiene que ver con los copagos y contribuciones individuales. También con la capacidad fiscal del país y las coberturas”, dice. Discutiendo, además, qué papel juega la sanidad privada y cómo se gasta el dinero en los centros públicos. Todo ello, con la idea de que los servicios de salud sean capaces de “afrontar las desigualdades” de la población. Que ayuden a sobrellevarlas y eviten que estas se traduzcan en un peor nivel de vida para algunas personas.

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