Una más, una menos de zombis
La película británica, nuevo acercamiento a los muertos vivientes, aguanta solo durante la primera media hora, lo que dura su premisa, inicialmente interesante
MELANIE, THE GIRL WITH ALL THE GIFTS
Dirección: Colm McCarthy.
Intérpretes: Sennia Nanua, Gemma Arterton, Paddy Considine, Glenn Close.
Género: ciencia ficción. Reino Unido, 2016.
Duración: 111 minutos.
La reciente película coreana Train to Busan ha venido a demostrar que el convencimiento (casi) general de que un tema está particularmente agotado puede tornarse erróneo si detrás de la enésima incursión hay un director con ideas narrativas y visuales insólitas. El cansancio ante el cine de zombis, verdadera plaga audiovisual en los últimos años, era palpable. Pero Yeong Sang-Ho demuestra que no hay temas marchitos sino simple carencia de ideas con una película desnuda de explicaciones, pura adrenalina del descontrol y el divertimento, y un puñado de personajes modelados por sus acciones y no por sus diálogos.
Sin embargo, unas semanas después de bajarnos los pantalones respecto del ocaso del subgénero, hay que volver a subírselos. La británica Melanie, the girl with all the gifts, nuevo acercamiento a los muertos vivientes, aguanta solo durante la primera media hora, lo que dura su premisa, inicialmente interesante. Con una concepción muy en el estilo Black mirror, en un futuro más o menos cercano en el que un grupo de militares y de trabajadores sociales vigila a los niños, prisioneros en una cárcel de máxima seguridad y con los que siempre hay que guardar una distancia física, la película se inicia con suficientes elementos de perturbación y fascinación, aunque todos ellos sean de fondo. Eso sí, llegado el momento de salir al exterior, la película se acaba.
A pesar del Londres apocalíptico, Melanie... carece de imágenes o de situaciones de impacto, recordables, novedosas. Es una más de zombis. O una menos. Los iniciales e interesantes paralelismos con la caja de Pandora y los regalos a los que alude el título de la película dejan paso a la acción convencional, al suspense sobado, a la reiteración. Hasta un desenlace quizá saludable en cuanto a lo que implica, pero con una imagen final cerca de lo ridículo.