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“La explosión de las pequeñas editoriales pervirtió el mercado”

La editorial Cabaret Voltaire nació con la misma vocación de transgresión que los dadaístas desarrollaron en el famoso café-teatro de Zúrich del mismo nombre

Miguel Lázaro, editor de Cabaret Voltaire.

El 5 de febrero de 1916 fue fundado en Zúrich el Cabaret Voltaire, un local de dudosa fama pero con libérrimos fines artísticos y políticos, cuyo desarrollo alcanzó al llamado movimiento dadá, la corriente artística y literaria iniciado por Tristan Tzara (1896-1963) que proponía la liberación de la fantasía y cuestionaba cualquier modo de expresión tradicional. Con la misma vocación de transgresión que los dadaístas imprimían en sus lecturas, exposiciones y actuaciones, Miguel Lázaro y José Miguel Pomares fundaron a finales del año 2006 la editorial Cabaret Voltaire: “El nombre se debe, evidentemente, al café-teatro donde nació el dadaísmo que tanto nos interesaba”, confirma Lázaro.

Su nacimiento se inserta en el llamado boom de las editoriales pequeñas que, según Miguel Lázaro, después comenzaron a llamarse “editoriales independientes”. Nacieron cuando todavía la crisis no había golpeado con toda su fuerza, cuando las librerías no cerraban, cuando las editoriales vendían más ejemplares de los que los lectores leían. Después llegó el caos: “Con la explosión de las pequeñas editoriales llegaron algunas que pervirtieron el mercado. Ahora, por ejemplo, la rotación de un libro en una librería no dura más de quince días”. Pero ¿cómo diferenciar a una de las otras? ¿Cuáles enriquecen el mercado y cuáles la envician? En Cabaret Voltaire querían actuar de un modo estrictamente opuesto: “Nosotros publicamos ocho o diez libros al año y dedicamos todo el tiempo necesario a cuidar la promoción y comunicación de cada libro”, explica el editor.

Lázaro y Pomares —un economista y un arquitecto— pensaron en un catálogo coherente y homogéneo cuya línea editorial no hiciera otra cosa que mostrar su personalidad, que las afinidades e inquietudes de los libros que publicaran fueran las mismas que las de sus lectores: “Buscamos un hueco de mercado y lo encontramos en la literatura francesa y las literaturas francófonas. Casi el 80% del catálogo está formado por estas literaturas”.

Con un pie siempre en España y otro en Francia, van descubriendo joyas clásicas (han publicado casi todo Jean Cocteau, André Gide, Marguerite Duras), otras actuales de gran éxito como Patrick Modiano (“hemos publicado dos de sus novelas justo antes de que ganara el Premio Nobel”) y descubrimientos de jóvenes talentos exitosos en Francia: Jean-Baptiste Del Amo o Abdelá Taia. En todos los autores que conforman su catálogo podemos encontrar un cierto aire de malditismo. En este sentido, destaca la voluntad de publicar la obra completa de Mohamed Chukri. “Su libro El pan a secas es un libro clave de la segunda mitad del siglo XX, no sólo en Marruecos sino en todo el mundo árabe. Es un libro fetiche”. Se trata de una obra que estuvo prohibida hasta el año 2000 y era leída a escondidas. Por último, la obra de Agustín Gómez Arcos, un almeriense exiliado en Francia, donde publicó 14 novelas en francés, consiguió ser finalista del Premio Goncourt y condecorado con la Orden de las Artes y las Letras de Francia.

Miguel Lázaro creyó desde pequeño en la literatura (“siempre me recuerdo con un libro en la mano”) y sabe que su editorial es un sueño hecho realidad (“un sueño muy difícil, eso sí”, recalca el editor de Cabaret Voltaire); por esta razón cree en los libros, “porque es el mejor medio de transmitir el pensamiento”. No sólo cree en estos objetos sino que además no divisa amenazas cerca: “Ni la era digital ni el libro electrónico podrán con el libro en papel. El libro tiene la larga vida y la literatura también”.

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