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Grecia denuncia la falta de solidaridad europea mientras el frío azota a los migrantes

Bruselas acusa a Atenas de no haberse preparado convenientemente pese a las previsiones meteorológicas

Ropa de los refugiados que viven en un campo a 86 kilómetros al norte de Atenas (Grecia) el martes 10 de enero de 2017. Laundry of Syrian refugees is covered with snow while hung on a fence.Vídeo: Muhammed Muheisen / Reuters
María Antonia Sánchez-Vallejo

Con Grecia convertida en un gigantesco campo de refugiados a la intemperie —una espesa capa de nieve cubre el medio centenar de instalaciones de acogida—, la ola de frío polar que desde hace días golpea el este de Europa ha puesto en serio riesgo de “morir congelados”, según denuncian agencias internacionales y ONG, a los más de 62.000 migrantes atrapados en el país, mientras deja también un reguero de muertos por hipotermia, enfermos de neumonía y gripe y casos de miembros congelados, en otros países de los Balcanes.

La Comisión Europea acusó esta semana a Atenas de no haberse preparado convenientemente pese a las previsiones meteorológicas. “La situación es insostenible... Tenemos que ser claros: asegurar las adecuadas condiciones de recepción y gestión de los centros de refugiados es responsabilidad primera y fundamental del Gobierno griego”, lanzó como un dardo arrojadizo una portavoz de la Comisión Europea. El Ejecutivo de Alexis Tsipras se defendió achacando a la escasa solidaridad europea y al fracaso del sistema de cuotas de recolocación de refugiados (los Veintiocho solo han satisfecho, de promedio, el 10% de sus compromisos) la estancia forzosa en Grecia, desde hace meses y sin visos de solución, de miles de personas. El propio ministro de Inmigración griego, Yanis Muzalas, que hace semanas se mostraba confiado acerca de los preparativos necesarios para cuando arreciara el frío, reconoció esta semana en el Parlamento su preocupación. “La situación en los hotspots [centros de detención] es muy mala. Las condiciones en las islas son horribles”, admitió.

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Un viaje de Muzalas a la isla de Lesbos tuvo que suspenderse el martes por el mal tiempo, mientras el Gobierno anunciaba el envío a esa isla del Egeo —principal puerta de entrada a Grecia, y a la UE, desde Turquía— de un navío de la Armada, acondicionado con catres de campaña y mantas para unas 500 personas; un escaso alivio, según activistas y ONG, ya que solo en Lesbos había ayer más de 5.500 migrantes en instalaciones con una capacidad máxima de 3.500. Atenas vuelve a plantearse si trasladar al continente a parte de los migrantes de las islas, aunque esta medida, ya apuntada hace meses al constatarse el colapso de los centros isleños, suscita en Bruselas serios recelos sobre la posibilidad de ser interpretada como un “efecto llamada” —por el vaciado de las islas— por las mafias que trafican con refugiados desde Turquía. Atenas no se ha pronunciado oficialmente sobre tal posibilidad en un momento en que Bruselas defiende la drástica caída (hasta el 80%, según los casos) en el número de llegadas desde la entrada en vigor del pacto UE-Turquía, el 20 de marzo.

Un migrante en un campo de refugiados en Belgrado.
Un migrante en un campo de refugiados en Belgrado.ANDREJ ISAKOVIC (AFP)

De la amenaza meteorológica no se libran tampoco los centros de Atenas, como los de Elaionas —el primero levantado por el Gobierno griego, en agosto de 2015— o Malakasa, viejo acuartelamiento también vencido por el peso de la nieve; precisamente, la heterogeneidad de la tipología de los centros (almacenes y fábricas abandonadas, cuarteles o granjas en desuso, contenedores de mercancías o simples tiendas de lona, como en Lesbos o Quíos) complica la eficacia de la ayuda.

Supervisión de Acnur

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En Lesbos, bajo supervisión de Acnur (agencia de la ONU para los refugiados), cientos de solicitantes de asilo han sido evacuados a hoteles desde los hotspots, como Bruselas denominaba antaño a los centros de registro, y que en virtud del acuerdo con Turquía pasaron a convertirse en centros de detención. Como asegura por teléfono un portavoz del Ayuntamiento de Mytilini, capital de la isla, “con la red viaria cerrada durante días, frecuentes cortes de agua y electricidad, además de pueblos aislados por la nieve, la presión sobre los servicios municipales es enorme”.

7.500 personas atrapadas en Serbia

La situación es igualmente grave en los países por los que discurría la ruta de los Balcanes, cerrada en marzo pasado pero aún hoy transitada, ilegalmente y de la mano de coyotes, por decenas de migrantes cada día. Según la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), más de 7.500 personas están varadas en Serbia (frente a las 6.000 que Belgrado se comprometió con la UE a asumir), y solo 3.140 viven en instalaciones adaptadas para el invierno. En Belgrado, unos 2.000 jóvenes, principalmente afganos, paquistaníes, iraquíes y sirios, duermen en edificios abandonados a —20º. La provisión de ayuda humanitaria por las autoridades se ha reducido drásticamente en los últimos meses. Varias personas han muerto de hipotermia en las fronteras de Serbia y Bulgaria.

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