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Najdorf, un genio tardío

A pesar de que empezó a jugar tarde, el argentino fue uno de los mejores jugadores durante dos decenios

Leontxo García

Hay motivos de peso para sostener que el argentino Miguel Najdorf (1910-1997) fue un genio, con mayúsculas. Dos fuertes indicios: empezó a jugar tarde, a los 14 años, lo que no impidió que fuera uno de los mejores del mundo de dos decenios, los cuarenta y los cincuenta; y lo fue a pesar de que nunca quiso ser un jugador profesional porque prefirió dedicarse prioritariamente a su compañía de seguros.

Tenía 19 años cuando creó esta pequeña joya (frente a Gliksberg, en Lodz 1929) con la que inauguramos una serie dedicada a Don Miguel cuando aún era polaco, diez años antes de su trágica participación en la Olimpiada de Ajedrez de Buenos Aires mientras las tropas de Hitler mataban a su familia, judía. Uno de los ajedrecistas más entrañables de la historia entra hoy en El Rincón de los Inmortales.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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