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Del rugido de tripas al pitido de oídos: 9 ruidos extraños que no quiere que haga su cuerpo y qué significan

Unos indican una patología, otros no, unos nos dejan en evidencia, otros solo los escucha el afectado. Trucos para remediarlos... cuando se puede

Un ascensor lleno, todo el mundo en silencio, y de repente, un rugido de estómago que suena como una bestia salvaje. Aunque estos ruidos son la consecuencia natural del trabajo de nuestro intestino, otros como los pitidos en los oídos o los ronquidos pueden resultar muy molestos, bien para nosotros o bien para nuestro acompañante. Algunos van aparejados a dolores o incluso pueden ser síntomas de alguna patología: expertos nos ayudan a saber de qué se tratan y si pueden silenciarse.

Ronquidos

Casi el 40% de la población adulta ronca, según los datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). Aunque hay factores que los propician, los ronquidos son patrimonio tanto de mujeres como de hombres, sean delgados o entrados en carnes. Se debe a una “obstrucción de la vía aérea superior”, explica Milagros Merino, miembro de la Sociedad Española del Sueño y coordinadora de la Unidad de Trastornos Neurológicos del Sueño del Hospital La Paz de Madrid. Es cierto que el sobrepeso y la obesidad agravan el problema, “por la acumulación de grasa en los músculos del cuello, que estrecha la vía aérea y dificulta la salida de aire”, contaba a BUENAVIDA Eduard Estivill, director de la Clínica del Sueño Estivill. Otros factores, como beber alcohol antes de dormir, también hacen más probable una noche de concierto: beber relaja los músculos de la boca y de la garganta y dificulta la respiración, según recoge un artículo publicado en Archivos de Bronconeumología.

Más allá que de la mala noche del acompañante y el mal descanso de ambos, el ronquido puede ser indicador de que algo falla en el sistema respiratorio. Las apneas son “una pausa de la respiración provocada por una obstrucción de la vía aérea superior. Esta puede producirse por una retrognatia [malformación de la mandíbula por detrás del plano de la frente], paladar estrecho, cuello corto o una orofaringe obstruida. El exceso de peso no es una causa directa, pero puede favorecerla. En las mujeres se diagnostica menos quizá porque el ronquido no es tan ruidoso, pero no sabemos todavía por qué”, apuntaba la neurofisióloga Odile Romero, jefa de la unidad multidisciplinar del sueño del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona.

No hay cura para los ronquidos, pero alguno de los factores que llevan a esta obstrucción se pueden evitar o minimizar. Los expertos ofrecen algunos consejos: adelgazar si se tiene sobrepeso, intantar no dormir boca arriba, evitar las copas a última hora o hacer gimnasia con la boca antes de dormir (tal como le explican en este estudio de la revista Chest). En casos severos, el médico puede recomendar “dispositivos de avance mandibular, que adelantan la mandíbula para evitar la obstrucción vía aérea, y vencer así el ronquido”, explica Milagros Merino, que desaconseja aliviarlos mediante las famosas tiras nasales.   

Chasquido de la mandíbula

Se produce un estallido al abrir o cerrar la mandíbula, al hablar, comer o bostezar. Estos sonidos pueden considerarse "normales durante el desarrollo, sobre todo en mujeres", cuenta Óscar Castro Reino, presidente Consejo de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España.

En personas adultas, sin embargo, la mayor parte de las ocasiones se debe “a un mal funcionamiento de la articulación por falta de piezas dentales o por la disminución del tamaño de las piezas” algo que, además de sonar puede llegar a provocar dolor. Este malestar podría deberse incluso a un Trastorno de la Articulación Temporomandibular (ATM). Las causas, según el Instituto Nacional de Salud de EE UU (NIH) son diversas y en muchos casos difusas, pero entre los desencadenantes más comunes se encuentran una mala mordida, la ortodoncia, el estrés o el bruxismo (apretar o hacer rechinar los dientes). Otra de las razones podría ser una mala postura: la tensión provocada en los músculos del cuello y la cara podrían provocar estos ruidos de la mandíbula. Para evitar estos molestos y, en ocasiones, dolorosos movimientos de la mandíbula, los expertos recomiendan evitar el estrés, mantener una postura correcta o controlar el bruxismo con una férula de descarga. 

Rechinar de dientes

Este característico sonido se produce como resultado de movimientos “absolutamente involuntarios, consistentes en una contracción de la mandíbula de forma rítmica y un frotamiento fuerte de los dientes, que suele darse con más frecuencia durante el sueño”, indica Óscar Castro, presidente del Consejo de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España. Esta actividad de la mandíbula se denomina bruxismo, entre sus causas están las desviaciones en los dientes, factores psicosociales y de entorno (como el estrés), transmisores cerebrales y una disfunción del ganglio basal. Es bastante común en la infancia: la prevalencia en niños se sitúa entre el 14 y el 20%, según un estudio de la Universidad de Québec (Canadá). Una de las consecuencias es una escasa calidad del sueño. “Quienes lo sufren se levantan como si hubieran estado haciendo ejercicio toda la noche, lo que deriva en dolores de cabeza y musculares provocados por la tensión excesiva”. Otra, la pérdida de la guía canina, es decir la correcta alineación de los dientes. “Lo que significa que podrán deslizarse con más facilidad y seguir desgastando las piezas”. Si el proceso se agrava, alerta Óscar Castro, pueden producirse infecciones e incluso podrían perderse dientes. Las férulas alivian el bruxismo, apelando al concepto de sensibilidad propioceptiva. “Provoca que cuando aparece un obstáculo en la boca inmediatamente se abra para evitarlo”, explica el odontólogo. Un tratamiento de fisioterapia, relajantes musculares y realizar ejercicios de relajación antes de dormir, como meditación, serían los remedios que propone la doctora Milagros Merino, miembro de la Sociedad Española del Sueño y coordinadora de la Unidad de Trastornos Neurológicos del Sueño del Hospital La Paz.

Estornudos

Al estornudar, el aire sale de nuestro cuerpo a una velocidad de 110 km/hora. En este caso, evitarlos no es la solución. “El estornudo tiene su objetivo: se produce para expulsar un agente irritante que llega a la mucosa nasal”, explica Mercedes Otero Cacabelos, responsable del Grupo de Trabajo de Habilidades de Comunicación de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). El mayor o menor estruendo dependerá de la fisionomía de cada uno: “Si expulsas el aire por un conducto de nariz estrecho, se producirá más ruido que si lo haces a través de conducto ancho”, comenta.

“La velocidad del aire y la presión que genera el estornudo es enorme, por lo que intentar mitigarlo puede resultar perjudicial”, alertaba a BUENAVIDA José Manuel García Moreno, neurólogo del Hospital Universitario Virgen Macarena. Estornudar hacia dentro tampoco es aconsejable, según nos contó el doctor Moisés Robledo, esta acción desplaza gérmenes hacia zonas indeseadas y puede provocar pequeñas roturas vasculares. 

Para Mercedes Otero, el estornudo puede disimularse o reducir las consecuencias poniendo la mano en la nariz o la boca, pero poco más; si el irritante ha llegado a la nariz solo se irá tras el estornudo. Este puede ser un producto químico, un cambio de temperatura, una alergia o ser simplemente luz brillante. De hecho, esta última es la clave para provocar un estornudo que no acaba de salir: al menos, si padece usted algo que afecta, según García Moreno, a una cuarta parte de la población: el Síndrome de Estornudos Helioftálmicos Incoercibles Autosómico (ACHOO), que implica que el estímulo de luz le provoca esta convulsión.      

Hipo

Al contrario que el estornudo, este síntoma “no sirve para nada”, opina Mercedes Otero Cacabelos. ¿A qué se debe? “De manera natural, nuestro diafragma se tensa y se relaja de forma totalmente organizada. Cuando por alguna razón se desorganiza, el músculo se contrae de manera espasmódica, lo que produce una salida de aire brusca y a destiempo”, explica. De ahí el ruido y la molesta convulsión.

Habitualmente, lo provoca “un aumento del gas en el estómago que estimula el nervio que inerva el diafragma”, detalla Otero, que considera conveniente evitar las bebidas gaseosas, beber tragando aire o muy rápido. Para deshacerse de la molestia, recomienda “respirar dentro de una bolsa de papel, porque aumenta la presión parcial de dióxido de carbono en nuestra sangre, lo cual ayuda a la musculatura a relajarse y al organismo a eliminar dicho gas, restableciendo un ciclo respiratorio normal. También, tomar una cucharadita de azúcar o recibir un susto servirían para ‘distraer’ con otras señales al nervio que controla el diafragma”, nos aclaraba la fisióloga Cistina Carrasco. García Moreno añadía que la mejor opción es aguantar la respiración momentáneamente, así como echar la cabeza hacia atrás todo lo que uno pueda: “El diafragma está enervado por el nervio frénico, una rama del vago, que pasa por el cuello; y es posible que al hiperextenderlo cambie de alguna manera el impulso nervioso”. Para conocer más modos de quitarse el hipo, consulte el vídeo que está sobre estas líneas.

Crujido de las articulaciones

No, no tiene por qué deberse a que ya tiene usted una edad. “Es muy común escuchar que nuestras articulaciones producen ciertos sonidos, especialmente los nudillos, rodillas, tobillos, espalda y cuello”, tranquiliza José Tabuenca Dumortier, jefe de Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Universitario Quironsalud de Madrid. ¿Por qué se producen? “Una articulación está formada por dos huesos perfectamente engranados, a través de los cuales se realiza el movimiento. Para que no se muevan en exceso están unidos por una cápsula articular. Al mismo tiempo, para que no rocen los huesos entre sí, están cubiertos de cartílago y en el espacio que queda entre ellos, se encuentra el líquido sinovial de consistencia viscosa. En él, tenemos disueltos una serie de gases (CO2 y O2), que están sometidos a presión. Cuando, por ejemplo, estiramos los dedos, aumenta el volumen entre los huesos y disminuye la presión del líquido del interior, lo que hace que los gases pierden su solubilidad formando una burbuja que al llegar a la superficie explota, produciendo el chasquido; un crujido que puede repetirse 15 o 20 minutos después". Los tobillos al caminar o las rodillas al levantarse de la silla suenan, sin embargo, por “tendones rígidos o inflamados”.

Otras veces, el sonido es una especie de rozamiento y puede deberse al desgaste de un cartílago, como el caso de la artrosis, y suele ir acompañado de dolor. Hay quien se hace sonar los dedos por nervios o incluso porque le genera sensación de alivio. Lo hace “entre el 25% y el 54% de la población”, según el doctor Tabuenca, la mayoría, hombres. “Aunque no hay mucha evidencia de si es perjudicial o no, existen estudios que concluyen que este fenómeno repetido con asiduidad provoca microlesiones en el cartílago articular”. El traumatólogo apunta varios consejos. Si los sonidos de sus articulaciones se deben a una falta de musculatura, inicie una actividad física “orientada por un rehabilitador o entrenador personal”. Si son consecuencia de resaltes en tendones, “antes de forzar excesivamente la máquina aplique frío, descanse y disminuya las actividades que sobresoliciten el tendón afectado”. Si, por otra parte, se trata de “alteraciones de la anatomía”, podría usar plantillas.

Ruidos en el estómago

El estómago "acumula el gas que tragamos con la comida o la bebida y que habitualmente se elimina con el eructo, que no es más que una contracción provocada por una distensión en el estómago al haber aumentado la capacidad de soportar aire de la cámara gástrica”. El que no se expulsa a través de este método, continúa su camino hasta llegar al colon y salir del organismo, en esta ocasión, afectado por bacterias y provocando mal olor”, dice Mercedes Otero. En este camino, se producen ruidos como consecuencia de “movimientos intestinales, que no solo oyes tú, sino también los que están alrededor”, asegura. Estos sonidos se denominan borborigmos y, según el NIH, significan simplemente que el tubo digestivo está funcionando. Los intestinos son huecos, así que cuando tenemos hambre, estos movimientos hacen eco a través del abdomen y suenan más alto.

Un modo de evitarlos es reducir el aire que ingerimos mientras comemos: masticar despacio y repetidas veces nos ayuda a incorporar menos aire a cada bocado, asegura la experta. Más del 90% de los ruidos del estómago (algunos pueden deberse a ciertas intolerancias alimenticias) “son normales, hay que quitarles el sentido negativo. No por retenerlo desaparece; volverá más tarde”, advierte.

Pitidos en los oídos

Este sonido solo es incómodo para quien lo sufre: no lo oye nadie más. Los tinnitus o acúfenos son un trastorno que se manifiesta con múltiples sonidos, ya sean pitidos, los latidos del corazón, el sonido del mar… “Puedes tener todos los ruidos imaginables”, apunta Jordi Coromina, coordinador de la Unidad de Acúfenos del Centro Médico Teknon de Barcelona. Incluso que haya un sonido en un oído y otro distinto en el otro. Pueden estar provocados por un tapón de cera o por el síndrome de Ménière (que conlleva una inflamación del oído interno), pero en la mayoría de los casos se desconocen las causas. Afectan al 3% de la población de forma permanente y un tercio lo sufre ocasionalmente, “por haber sometido al nervio auditivo a una situación de estrés (petardos, el ruido de una fábrica o un concierto) y esté fatigado”, añade el experto. Cuando se convierte en crónico, puede provocar trastornos psicológicos de ansiedad o estrés, porque siempre está ahí. Aunque no se puede corregir con cirugía (“el problema se encuentra en una zona del área temporal del cerebro que no sabemos exactamente cuál es”), se puede reducir con tratamientos a base de melatonina o usando enmascaradores, “aparatos que producen otro ruido y anula el que les obsesiona”. También existen técnicas que ayudan al enfermo a convivir con ese sonido constante.

Síndrome de la cabeza explosiva

Puede producirse mientras se alcanza el sueño o al despertar. "Las personas que lo padecen lo describen como el sonido de una explosión en la cabeza", explican los autores de un estudio publicado en el Journal of Neurology, Neurosurgery, and Psychiatry.

“Es un trastorno de sueño. Es un síndrome raro y no podemos decirles mucho, ni darles un tratamiento para que desaparezca. Se habla de mecanismos musculares, pero no están claros los motivos por los que se produce", se lamenta la doctora Merino. En cualquier caso, “hay que tranquilizar al paciente porque no es nada malo”. Lo único que puede hacese es estabilizar el sueño, opina. Las dificultades para descansar adecuadamente dependen de las circunstancias de cada uno, pero, por ejemplo, tener un buen colchón, moderar el consumo de cafeína, hacer deporte o no usar dispositivos electrónicos en la cama son algunas de las recomendaciones de los expertos para propiciar un mejor descanso

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