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Isabel Pantoja: vuelve el teatro de los sollozos y gestos rotos

La tonadillera regresa a los escenarios con nuevo disco tras salir de prisión

Isabel Pantoja al comienzo del concierto que ofreció en el Teatro Real de Aranjuez.Vídeo: Juanjo Martín / ATLAS
Fernando Navarro

Dice mucho que, para la España supersticiosa, la Pantoja sea una certeza. La reclusa más famosa es a su vez la más grande “que ha parío madre”, en palabras a grito pelado en el patio de butacas ante el regreso de la tonadillera, después de casi dos años de prisión y mucho silencio. Tanto, el silencio, la cárcel, la expectación, casi el olvido, que parecía que la eterna viuda de Paquirri y de España hubiese resucitado.

Cuando se levantó el telón en el Teatro Real de Aranjuez, algunos no vieron a una cantante, ni siquiera a una estrella: contemplaron una aparición. Ahí estaba, erguida como una esfinge de plata, con la testa alta, Isabel Pantoja, como esos ilustres invitados, desde José Luis Moreno a Cristina Tàrrega, que la acompañaron en la platea. La protagonista, la reina de la noche, con una sorprendente cara estirada, intacto el carisma folclórico y el brillo en la mirada, presentaba su nuevo disco, Hasta que se apague el sol (Universal), grabado antes de entrar en prisión con las canciones del recientemente fallecido Juan Gabriel, el divo de Juárez, una de las voces más importantes de la música popular mexicana, amigo muy querido de ella, la otra diva, la andaluza, la de España, “la cosa más linda”, como se oyó en otro grito de furor en la oscuridad. Habrá más halagos: hay ya tres fechas confirmadas en 2017: Madrid (11 de febrero), Barcelona (18 de febrero) y Sevilla (24 de junio).

La Pantoja, durante una temporada carcelaria de Alcalá de Guadaíra, había vuelto. Atrás quedaron otros gritos, los de “choriza”, que escuchó al ingresar en prisión por blanqueo de capitales. Ayer, sin embargo, sonaron los violines, arpas, contrabajos, trombones, trompetas, percusionistas, pianistas y coristas hasta llegar a los 83 músicos y, arriba, bañada de luz, rodeada de claveles y vestida de blanco, lejos del pijama gris carcelario, de nuevo la nueva novia de España. Solo faltaba Juan Gabriel, que murió mientras su amiga del alma preparaba su gran regreso.

Imponente, pletórica, como el rosario que le colgaba de la cintura, iluminada por los focos, se la vio con la jeta tremenda de “vais a saber cómo las gasto”. Y, luego, cómo no, llegaron esas primeras palabras tan esperadas, resonando con el eco de su vozarrón aflamencado en el primer verso cantado: “Sigo estando aquí”. Y estiró una sonrisa larga como una autopista de peaje, de las que nadie transita pero que todos pagamos, con los dientes dispuestos como soldados en fila, dando sentido a aquella frase que los paparazzi capturaron en Marbella cuando iba del brazo de Julián Muñoz, exalcalde encarcelado: “Dientes, dientes, Julián, que eso es lo que les jode”. “Sigo estando aquí”, fue lo primero que se la oyó con el grito en el cielo. Y el teatro rompió en aplausos con tintes de melodrama.

Excesivo melodrama, quizás. La coplista, cuya vida no ha tenido término medio, siempre con el abuso sentimental de su dolor y su felicidad, expone tanto melodrama que es como una canción del propio Juan Gabriel pasada de rosca, quizá de tequila. Es farándula. Perfectamente orquestada y cantada como con las tripas, con un tono impactante por momentos. Un teatro constante, como es la copla. Nada que no sean otro montón de artistas, casi todos los artistas. Pero Pantoja encarna, quizás, aquella España que, por cada santo, virgen y estampita, tiene una folclórica o un corrupto, o las dos cosas en una, al que perdonarle sus pecados. Su virtud, como su supervivencia, es la empatía ciega que despierta en esa sociedad.

“Olé, olé, olé”, cantaba el público tras la interpretación de Abrázame muy fuerte,después de haber lanzado gestos de cariño a su hijo Kiko Rivera, en un palco al lado del escenario, mientras Chabelita observaba todo con gesto serio al fondo del coliseo, alejada de la familia. En este nuevo disco Kiko Rivera hace un dueto de rap con su madre. Ni hablar de la obra y diretes de la Pantoja, por fin de regreso, un reality-show en sí misma, con sus pasiones, llantos, gestos rotos, exclusivas millonarias y fraudes.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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