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Un asesino anda suelto con el Papa en Madrid

Rodrigo Sorogoyen, Roberto Álamo y Antonio de la Torre presentan 'Que Dios nos perdone' en un encuentro exclusivo con suscriptores de EL PAÍS

Patricia Peiró

Fernando Trueba afirmaba recientemente en un coloquio sobre cine que no entiende a aquellos directores que llegan al set de grabación con la película ya rodada en su cabeza. Rodrigo Sorogoyen es uno de esos autores capaces de llegar a ese punto con todos y cada uno de los detalles medidos y que aún así se deja sorprender por las aportaciones de todo el equipo. “Pruébalo, a ver qué tal”, respondió para estupefacción de Roberto Álamo a una de sus sugerencias. El actor protagoniza junto a Antonio de la Torre el nuevo filme de Sorogoyen, Que Dios nos perdone, que llega este viernes a los cines. Un thriller sobre un asesino de ancianas, que esconde mucho más en su trama. Los tres se reunieron este martes en un encuentro exclusivo para suscriptores, celebrado en la sala Cuarta Pared, dentro del programa EL PAÍS +. El periodista Gregorio Belinchon completó el grupo como moderador.

Después de la sorpresa que causó su ópera prima, Stockholm, Sorogoyen se atreve con este género en una película que nadie les “había pedido” para la que solo pensaron qué es lo que le habría gustado ver en pantalla a él y a Isabel Peña, la coguionista. “Nos empollamos varias películas del género, como Seven, para aprendernos bien sus trucos pero también para no repetirlas”, aseguró el cineasta. La aparición de una señora mayor fallecida por causas violentas en las escaleras de su bloque en pleno centro de Madrid es el punto de partida de una serie de macabros asesinatos que investigarán los personajes de Álamo y De la Torre. Para sumar más dificultades a esta persecución, las muertes se producen en agosto de 2011, en un ambiente asfixiante en el que Madrid está colapsada por la llegada de miles de peregrinos a la capital con motivo de la visita del papa Ratzinger. “Me interesaba mucho mostrar una ciudad llena de gente por esta cita multitudinaria en la que al mismo tiempo sigue habiendo gente muy solitaria y frágil”.

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La ciudad es la tercera gran protagonista de la historia. El equipo sufrió las tradicionales dificultades de rodar en Madrid, una ciudad muy poco habituada a conceder este tipo de permisos, algo que la nueva normativa del Gobierno municipal pretende cambiar. “Además de la tardanza en los permisos, es un caos rodar en pleno centro, porque hay mucha gente, el sonido se te mete por todas partes…”, comentó el director. La sociedad acomodada del barrio Salamanca contrasta con los pisos desvencijados en los que se producen los crímenes. “Una de mis grandes preocupaciones era mostrar el Madrid real”, destacó Sorogoyen.

Parte de la fragilidad de la que habla la cinta la representan también los inspectores Velarde y Alfaro. Dos seres marginados y con clara incapacidad para comunicarse, aunque por distintos motivos. El primero sufre una tartamudez que le hace permanecer más tiempo en silencio que contando lo que piensa. Para preparar este personaje, De la Torre compartió muchos momentos con miembros de la asociación española de la tartamudez. “Una chica me dijo mientras comíamos: si tienes que interpretar a alguien tartamudo, lo importante no son los bloqueos, sino la sensación de querer expresarte y no poder”, apuntó el intérprete. Álamo, sin embargo, interpreta a un personaje muy expansivo que se comunica a través de una violencia que le aparta de los demás. El actor contó que el guión le emocionó desde un principio porque “es una historia que habla de gente con problemas para amar y ser amados”. La trama del asesino se mezcla con la de los propios personajes, que atraviesan su propio calvario a la vez que tratan de dar caza a un sádico capaz de alimentar a un gato después de haber matado a una mujer. El equipo tuvo la oportunidad de entrevistarse con un policía ya retirado pero que ha trabajado “en algunos de los casos más mediáticos de este país”, para hacer más creíbles a estos dos inspectores.

Que Dios nos perdone se une a una nueva ola de títulos que están dando al thriller español empaque y notoriedad en los últimos años. Tarde para la ira, Celda 211 y La isla mínima, entre otras, representan un nuevo modo de contar historias. “No es casualidad”, cree Sorogoyen, “el ciudadano, y por tanto los cineastas, necesita contar lo que está viendo de una forma o de otra. Este género permite hablar de todo tipo de conflictos morales de los que ahora mismo se quieren hablar”. ¿Un adelanto de su próximo trabajo? “Es una historia sobre corrupción. Se centrará en un personaje sobre el que nos preguntamos si cuando se va a la cama piensa por un momento en todo lo que está haciendo”.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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