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¿Acabó el peso de la corona con el rey de los ciervos?

'Megaloceros giganteus' es un icono de la extinción. Su pariente vivo más cercano sigue honrando su cornamenta todos los otoños en la ronca

Esqueleto de alce irlandés.Vídeo: Wikimedia Commons | EPV

En septiembre de 1940, Marcel Ravidat, un joven de dieciocho años, descubrió una de las cunas del arte. Marcel y tres amigos más se adentraron en una cueva en la colina de Lascaux. Alumbraron la galería con una antorcha y al alzar las cabezas quedaron atónitos. Por primera vez, desde hacía más de quince milenios, el grupo de adolescentes contempló una de las mayores obras rupestres de la historia. Las pinturas paleolíticas de la cueva de Lascaux son, sobre todo, representaciones de animales, muchos de los cuáles se extinguieron hace tiempo, como el uro euroasiático, el rinoceronte lanudo o la hiena de las cavernas. Pero posiblemente el animal pintado más emblemático sea el extinto Megaloceros.

El ciervo gigante o alce irlandés no es ni un alce ni exclusivamente irlandés. El gentilicio se debe a que se encuentran a menudo restos fósiles en las turberas y las zonas lacustres de la Isla Esmeralda, aunque también habitaba en toda Europa, buena parte de Asia y en el norte de África. La denominación de alce es un desacierto arrastrado desde que el doctor sir Thomas Molyneux lo describió científicamente, por primera vez, en el 1697. En esa época la idea de la evolución aún no era popular, y muchos pensaron que se trataba del alce actual. Georges Cuvier fue el primero en desmentirlo. El científico francés demostró que Megaloceros giganteus era una especie diferente e imposible de encontrar con vida. Se convirtió en uno de los primeros animales reconocido como extinto. La confusión con el alce había sido provocada por su palmada y enorme cornamenta, pero el ciervo gigante, con más de 3,5 metros de largo y 40 kilos de cuerna, no tiene rival. Es la más grande que jamás haya existido. Fue sin duda el rey de los ciervos. Quizá, víctima de su grandeza, el peso de la corona acabó con su reinado.

Era una especie diferente e imposible de encontrar con vida. Se convirtió en uno de los primeros animales reconocido como extinto

Para Cuvier la formidable cornamenta se convirtió en el elemento clave de la extinción: un crecimiento desmesurado de las astas provocó que los machos no levantasen la cabeza de nuevo. Su envergadura les impidió moverse con agilidad por los frondosos bosques quedando atrapados entre ramas o cabizbajos en el suelo. Otras teorías apuntan que. con el aumento de la temperatura global, hace unos 10.000 años, y su consecuente cambio en la vegetación, disminuyó el acceso a fuentes ricas en minerales, un requerimiento básico para el desarrollo anual de la cuerna.

Sin embargo, otros científicos creen que su extinción nada tiene que ver con su cornamenta. Pudiera ser que un aporte nutricional deficitario a causa del cambio climático afectase al éxito reproductivo de las hembras, y con una población cada vez más pequeña, al final, desapareciesen. El exterminio por la caza del hombre parece poco plausible, ya que los humanos tenían otras fuente de alimento más asequibles. Uno de los estudios más recientes señala que los Megaloceros se extinguieron durante la última edad de hielo debido a la alta competencia con el ciervo rojo y el reno en la Europa Central. En cualquier caso, gracias al análisis de los huesos y dientes fósiles encontrados en la Siberia occidental y en la Isla de Man, sabemos que el enorme herbívoro sobrevivió hasta hace aproximadamente 7000 años. Todo ello indica que probablemente la extinción de la especie fuese fragmentada, en espacios y tiempos distintos, más allá de Irlanda y del último período glacial. Los motivos de la extinción del alce irlandés pudieran ser tantos como ramificaciones tiene su corona.

La formidable cornamenta se convirtió en el elemento clave de la extinción: un crecimiento desmesurado de las astas provocó que los machos no levantasen la cabeza de nuevo

Solo hay un legítimo heredero del ciervo gigante; el gamo. Dama dama es la versión reducida del Megaloceros giganteus. Mientras este podía llegar a pesar hasta 700 kg, los machos de gamo pesan, como mucho, unos 150 kg. Y tienen una cuerna 5 veces más pequeña. No obstante, en relación con el cuerpo, la cornamenta del gamo no dista tanto de la del ciervo gigante. Además tiene la misma forma, primero es plana y luego se ramifica. De hecho, son parientes muy cercanos, y hay cosas que quedan en familia. Llevar la desmesurada corona es el orgullo de todo un linaje. Aún así, los machos no siempre cargan con el peso del poder. Cuando llega la primavera se les cae la cornamenta, y entre 3 y 4 meses ya la han regenerado de nuevo. Un rasgo exclusivo de los cérvidos, único entre todos los mamíferos y con una noble finalidad: ¡Impresionar a las hembras! Para conquistarlas, algunas veces basta con presumir o roncar (un ruido gutural equivalente a la berrea del ciervo), pero en otras, la situación se complica. Y, entonces, se encaran, se embisten y retumban las astas. A principios de otoño, los machos deben mostrar quien es el más fuerte para tomar el harén. Solo uno sale victorioso.

Oscar Cusó (@oscarcuso) es biólogo, director y guionista de documentales de naturaleza, ciencia e historia. Ha trabajado en diferentes series y largometrajes para cadenas como la BBC, National Geographic o TVE.

Historias Naturales es una sección dedicada a las curiosidades científicas de los seres vivos. Una serie de reportajes donde se narran las historias que rodean a la flora y la fauna, desde sus leyendas y lunáticas concepciones hasta los descubrimientos más recientes. Un viaje del mito a la ciencia para descubrir las maravillas del mundo salvaje. El título de la sección juega con el plural para convertir la Historia Natural - concepción clásica de Biología - en cuentos, en relatos, en narraciones… en Historias Naturales.

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