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Carlos Vives: “La paz es el único camino para Colombia”

El icono del vallenato, recién nominado al Grammy Latino, habla del proceso de paz entre el Gobierno y las FARC, y hace una retrospectiva de sus 30 años de carrera

Carlos Vives, en entrevista con EL PAÍS.Vídeo: Ángel Plascencia
Elías Camhaji
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A Carlos Vives (Santa Marta, Colombia; 1961) no le gusta hablar de política, pero tiene una atracción fatal por su gente. En estos momentos, su país está partido en dos. Colombia decidirá en un plebiscito el próximo 2 de octubre si pondrá fin a una guerra que ha durado más de 52 años o si se dará marcha atrás y se romperá el acuerdo que firmaron el Gobierno y la guerrilla. Y aunque para Vives es complicado porque canta para todos, lo tiene claro. La paz representa una oportunidad única para los colombianos, sobre todo para los que viven en las zonas más marginadas y azotadas por la violencia. Tras tres décadas en el mundo del espectáculo, el icono del vallenato habla sobre el momento político de su tierra, su reciente nominación al Grammy Latino y su transformación de galán de telenovelas a leyenda de la música latinoamericana.

Pregunta. Colombia está viviendo un momento político muy importante. ¿Qué significa el proceso de paz para usted y para los colombianos?

Respuesta. Hace tres años, la Asociación de Industriales, el grupo empresarial más importante de Colombia, me buscó y me pidió con toda confidencialidad que escribiera una canción sobre la reconciliación de los colombianos. Llamé a todos mis amigos: a Juanes, a Shakira, a Maluma, a músicos de vallenato, salsa y hip hop. Nos metimos todos en un estudio y la grabamos. Esa canción iba acompañada de una estrategia en la que todas las fábricas, tiendas y negocios rivales se unían en una misma marca. Esa canción sonó por todo el país llevando un mensaje.

Ahora hay mucha polarización. Hay gente que no cree en los acuerdos y otras personas que sí. Predominan las diferencias históricas y políticas de siempre. Eso hace la situación difícil, en especial para un artista, porque trabajas para todos. Cuando te metes en la política como artista, siempre tratas de mantenerte al margen de la izquierda y la derecha, de no acercarte a esos extremos.

P. Pero usted ha dicho que sí a la paz. ¿Por qué?

R. Es el único camino que tenemos. Somos un país que vivió en conflicto durante mucho tiempo, desde hace más de 50 años, pero también somos mucho más. Es una guerra que se ha dado en los lugares más recónditos de nuestro país, en los lugares olvidados por el Estado históricamente. Es en los lugares más lejanos donde ha germinado todo un movimiento político fuera de lo convencional, la guerrilla. La gente ha padecido el olvido, la violencia, el narcotráfico. Hay inequidades y diferencias muy grandes.

Nosotros siempre hemos sido privilegiados, hemos vivido en las ciudades, lejos el conflicto, aunque hayamos tenido épocas como las que tuvo Bogotá, en las que las bombas nos explotaban muy cerca. En la sumatoria, la mayoría más humilde y olvidada de nuestro país es la que ha tenido la peor parte en todo este conflicto. Esperemos que pueda mejorar todo, si logramos ponernos de acuerdo. Faltan muchos grupos por desmontar, otros factores de violencia en los que hay que trabajar. Como artista es muy difícil que piense diferente, pero le apostamos a la paz. Cuando hice lo de la canción y la campaña, me dijeron “¡tú vas para acá, tú estás con ellos!” y yo sólo pensaba “vamos para adelante, vamos todos”. Eso es lo que quiero para mi país.

P. Sus canciones nunca pierden de vista sus orígenes en Santa Marta. ¿Qué lugar ocupa su tierra y el vallenato en su vida?

R. Es mi identidad y un artista se alimenta de su identidad. Me hace ser auténtico y me ha dado mucho. Conocí a muchos artistas de origen muy humilde, siempre lejos de la farándula, de la fama, de lo que a veces buscamos los artistas cuando perdemos el norte. Esa gente me marcó, me enseñó mucho. Ellos eran verdaderos artistas, que trabajaban para su pueblo, que tenían una labor social en su comunidad y que hicieron música que trascendió. Como galán de telenovelas, los modelos que podía seguir eran Julio Iglesias y la música que se oía en esa época. Un día decidí cambiar de rumbo. Empezamos a hacer otra música, a encontrar un sonido propio. Eso fue muy importante.

P. ¿Fue difícil abrirse camino al principio?

R. Sí, pero cuando no tienes nada que perder, los problemas no importan. Fue muy difícil, porque planteamos algo que no era el camino convencional de la proyección tropical de la música. Cuando dije que quería hacer vallenato, me contestaron que no era para mí, que me dedicara a otro tipo de música. Mi compañía discográfica creía que me estaba equivocando y me pidieron que firmara una carta de libertad (risas). Al final, no te vas a morir si estás o no estás en una u otra compañía. Como artista tienes que encontrar tu nicho, sentirte bien contigo, con tus ancestros, con tu tierra. Nunca he entendido esa costumbre de tener que irte para tener éxito, de tener que parecerte a alguien más, de tener que buscar suerte en Hollywood. Rompí con eso, porque no era mi naturaleza. Quería ser libre para hacer la música que yo quería hacer. No quería que nadie me dijera lo que tenía que hacer.

P. Ha sido nominado al Grammy Latino por La Bicicleta. ¿Cómo se siente?

R. Estoy muy sorprendido. No pensaba que se iba a dar esta oportunidad porque sólo sacamos el sencillo, pero a la canción le ha ido muy bien y fue nominada. Estoy feliz.

P. ¿Esta nominación es diferente en comparación con otras?

R. Uno no trabaja para que lo nominen, pero este premio siempre ha sido muy especial. En la primera entrega (2000), fui de los artistas más nominados. Fui el primer colombiano en recibir un premio de la academia americana. Me fui ocho años y cuando regresé, volví a ganar. Se convirtió en un símbolo especial. Pero como artista, la competencia no es algo que me agrade mucho. Somos artistas, no deportistas. A veces me han sentado con otros compañeros nominados y me da vergüenza. Al final, es bonito porque es el reconocimiento de cantantes, músicos y gente que está en la industria. El mejor premio es el cariño de quienes están en este trabajo.

P. Acaba de cumplir 30 años de carrera y su música sigue dando la vuelta al mundo. ¿Cuál es el secreto?

R. Empecé muy joven en la televisión y en el teatro en Colombia, con la música llevo un poco menos. No hay más secreto que tener la felicidad para hacer las cosas. Nunca pensé mucho en la fama, en qué tan lejos iba a llegar. Empecé en cafés y en restaurantes sin pensar que las cosas podían ir más allá ni que iba a vivir de la música. Estudiaba medicina, quería ser como mi papá y nunca tuve mayor aspiración que hacer las cosas que me hicieran feliz.

P. ¿Es más difícil para el artista ahora con las redes sociales y el Internet?

R. Al contrario, ayuda mucho. Estamos más cercanos a la gente, la información es más directa. Ellos nos ven más como somos nosotros. Eso antes no podía imaginarse.

P. La bicicleta está por todas partes…

R. Me alegra muchísimo. Es un símbolo de mi vida. Cuando mis papás me regalaron mi bicicleta a los 15 años, entré a un equipo de ciclocrós y fui de los primeros competidores amateur en Colombia. Mi primera bicicleta fue especial, me la gané en una competencia. Cuando estudié en Bogotá, la viví en bicicleta. Es un sentimiento que me gusta: cuando uno es niño y recibe su primera bicicleta se siente como adulto, pero cuando eres adulto y andas en bicicleta, te sientes como niño (risas). Me gusta usar un lenguaje que me conecte con la gente y hacer canciones que a la gente le sirvan, que digan: “¡Ah, eso me pasó a mí, él canta para mí!”.

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Sobre la firma

Elías Camhaji
Es reportero en México de EL PAÍS. Se especializa en reportajes en profundidad sobre temas sociales, política internacional y periodismo de investigación. Es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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