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“A mi hija esto no le parecería nada bien”

La madre de Diana Quer lamenta en una carta que en la búsqueda de la joven se antepongan “temas que no tienen nada que ver con ella”

Diana López-Pinel, la madre de Diana María Quer, la joven desaparecida en el pueblo coruñés de A Pobra do Caramiñal.Foto: atlas | Vídeo: XOÁN REY (EFE) Atlas
Manuel Jabois

La Guardia Civil recibió el viernes en Twitter un mensaje de una mujer que decía haber soñado con que un hombre de raza negra había secuestrado a Diana Quer en compañía de otro. Añadía que quizás se tratase de un sueño sin ningún significado o de una revelación. Por si acaso, adjuntaba un dibujo hecho por ella misma: un hombre de gafas redondas, casi pelado y de enormes labios. Viajaban, según el sueño, en un coche pequeño, azul o negro.

Un agente utilizaba ayer esta anécdota para explicar en lo que se ha convertido la desaparición de Diana Quer, la madrileña de 18 años cuyo rastro se evaporó en la madrugada del lunes 22 de agosto, cuando regresaba a su casa, en la urbanización en el lugar de Cabío de A Pobra do Caramiñal.

El caso ha llamado la atención de la prensa extranjera (el diario argentino Clarín, el de mayor circulación del país, publicó ayer un reportaje con el título Dónde está Diana Quer: un enigma que desvela a España), y el interés informativo ha ido desviándose en muchos casos al morbo. Morbo por la situación de la familia, con declaraciones públicas de la madre y el padre de Diana evidenciando una mala relación entre ellos; por la información que ha ido dejando la hermana de Diana, Valeria, menor de edad, en Facebook, según la cual no habrían tenido buena relación en el pasado y además Diana había sufrido un trastorno alimentario; y por la sorpresa que ha producido, en medio de la búsqueda, la resolución de un juzgado de Ribeira quitando a su madre la custodia de la hija menor, Valeria, para dársela al padre.

Aspectos todos ellos que estos días son objeto de un inopinado debate televisivo, que no solo no ayudan a la investigación sino que en algunos casos la entorpecen, y que han dejado huella en A Pobra, un pueblo cada vez más encerrado en sí mismo.

Afirmaciones falsas

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El apoyo de los vecinos en la búsqueda es total (el viernes se produjo un segundo rastreo en busca de indicios: participaron más de cien voluntarios, también llegados de localidades vecinas), del mismo modo que cada vez más airean su rechazo a la instrumentalización del caso por parte de los medios para satisfacer una audiencia ansiosa de novedades. En la tarde del viernes fuentes cercanas a la familia avisaban de la publicación de numerosas afirmaciones falsas procedentes de supuestos amigos o exnovios cuyo interés es puramente televisivo, y que no contribuyen a esclarecer nada. Se ha llegado a publicar, en un medio digital, una entrevista a “la mejor amiga de Diana” con “nombre supuesto”.

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Por su parte, tras la ronda que el pasado jueves hizo por varios medios de comunicación el padre de Diana, Juan Carlos Quer, para advertir de que recibía “llamadas de socorro” de sus hijas cuando ellas estaban con su madre, y que hacía mucho tiempo que a esta tendrían que haberle retirado la custodia, ayer fue la madre de Diana Quer, Diana López-Pinel, la que escribía una carta. En ella decía: “Desde el principio he mantenido que, ya que mi hija no puede, yo sería su voz, y hoy quiero levantarla para decir que todo esto no le parecería nada bien. Ni la gente que ha salido diciendo ser su amiga, ni el amigo que dice haber sido algo más, ni las supuestas discusiones que no fueron, y por supuesto, y mucho más importante: sentiría vergüenza de ver que se están anteponiendo temas que nada tienen que ver con ella, ni con su edad, ni con su vida, como son los relacionados con juzgados y demás cosas de pareja que no tienen que afectarle”.

“¿Ni siquiera en este momento de ausencia pueden determinadas personas dejar una guerra que nunca debería haber existido y que ha hecho tanto daño? Mi única preocupación es que aparezca. Nada más. Gracias a todos”, remataba la carta, en la que Diana López-Pinel elogia a su hija (“es todo corazón”) y expresa su dolor: “Mi corazón no alcanza a entender nada de lo que está pasando a mi alrededor en estos momentos. Tener lo que más quieres lejos de ti es el peor sufrimiento, pero tener a tu hijo lejos y no saber si está vivo, no se puede explicar con palabras, es un sentir”. “Estoy bastante hundida, triste y destrozada”, zanja. Tiene, dice, toda su fe puesta en Dios.

“Mamá y papá te quieren”

Desde su cuenta de Facebook, Valeria Quer, la hermana pequeña de Diana, también escribió una nueva misiva: “Tu hermanita pequeña te quiere, a pesar de no haber podido estar a la altura de una hermana tan buena como tú. Mamá y papá te quieren y están deseando matarte a achuchones (...) Eres una niña preciosa y nadie y repito nadie jamás tendrá el derecho de quitarte las ganas de sonreír. Courage my girl [Valor mi niña]”. Por su parte, el padre fue reclamado por distintos medios, con los que se excusó diciendo que no haría declaraciones públicas.

Decretado el secreto de sumario, con la investigación blindada, todo lo que ofrece en estos momentos el caso de la desaparición de Diana Quer son conjeturas, hipótesis y condicionales que suponen, como en las investigaciones más impactantes mediáticamente, caldo de cultivo para el debate público y territorio para las situaciones más estrafalarias, como la descripción del sueño de la anónima entusiasta en el Twitter de la Guardia Civil. “Ayudaría que la colaboración ciudadana fuese de otro tipo, pero estamos acostumbrados a trabajar con este ruido, con tantos medios encima reclamando información de toda clase, y no afecta a la investigación que fuera se diga esto o lo otro; es parte del trabajo”, explican fuentes de las fuerzas de seguridad.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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