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Messi y la necesidad de reinventarse en el Barça

Luis Enrique mejora la plantilla para asegurarse la competitividad de un equipo condicionado por el tridente

Luis Enrique, durante el partido de vuelta de la Supercopa contra el Sevilla.Foto: atlas | Vídeo: PAU BARRENA AFP
Ramon Besa

La Liga es un territorio conquistado por el Barça, ahora gobernado por Messi, después de una larga hegemonía del Real Madrid. El equipo blanco ha ganado 32 campeonatos, por 24 del azulgrana, 10 del Atlético y 8 del Athletic. Ocurre que 14 de los 24 títulos del Barcelona se cuentan desde la temporada 1990-1991, cuando empezó el reinado del dream team, hoy más recordado que nunca en el Camp Nou porque en el pasado Gamper empezó la celebración del 25 aniversario de Wembley-92. Los barcelonistas doblan a los madridistas en torneos logrados las últimas 26 temporadas: 14 a 7. Ambos, por el contrario, han ganado cinco Champions, el torneo por excelencia del Madrid.

Ocurre que 14 de los 24 títulos del Barcelona se cuentan desde la temporada 1990-1991

Los entrenadores han sido capitales para entender el domino azulgrana desde Cruyff. El ideario del técnico holandés se desarrolló y evolucionó con Rijkaard, Van Gaal, Guardiola, Tito Vilanova y ahora con Luis Enrique. El hilo conductor, sin embargo, ha sido últimamente un futbolista argentino de Rosario, formado en los equipos inferiores de la Masia y, al mismo tiempo, un jugador con vida propia, el mejor del mundo y, como tal, capaz de procesar a su manera el estilo Barça. Messi debutó en la Liga en octubre de 2004 ante el Espanyol en Montjuïc, y desde entonces el Barça se ha adjudicado ocho de las 12 Ligas en juego, seis de las últimas ocho.

Al Barça se le identifica hoy con Messi de la misma manera que la marca del Madrid es Florentino y el Atlético es la expresión de Simeone. La prioridad es tener contento al 10, aspiración aparentemente más asumible desde que se juntó con Luis Suárez y también complicada porque nunca se supo qué es la felicidad para Leo, impulsivo —su renuncia a la selección argentina fue tan repentina como su vuelta después del cambio de técnico— y cambiante, deseoso de reinventarse al igual que el equipo de Luis Enrique. Habitualmente discreto, nada ha sorprendido más que sus nuevos tatuajes, la barba y un tinte de pelo que evoca los tiempo lejanos de Beckham.

Nadie ha podido responder todavía a la pregunta de qué pretende transmitir con su nuevo look salvo que es una recomendación de su estilista Ariel Bermúdez. Muy afectado por la condena de 21 meses de cárcel por fraude fiscal, tanto que se planteó seriamente abandonar el club y el país, Messi pregunta a sus amigos sobre su imagen y se muestra expectante sobre la nueva temporada, dispuesto a que se hable sobre su fútbol y no de su relación con Hacienda. Los números avalan de momento sus intenciones: 34 goles y 23 asistencias en 2016. Leo se siente más jugador de campo que artillero y el equipo se organiza a su alrededor con el visto bueno de Luis Enrique.

La prioridad es tener contento a Messi

Jeraquías

 Aunque a veces parece que Messi camina a sus 29 años, nadie duda de su poder para marcar las diferencias, y menos su entrenador, empeñado en cualquier caso en potenciar la delantera, igual que ha hecho con la media, la defensa y la portería, a la espera de la salida de Bravo. Luis Enrique quiere que la competencia afecte a las distintas líneas del equipo, también al tridente, demasiado cómodo si las alternativas son Arda y Munir. No olvida el técnico que el equipo se perdió el curso pasado en abril y pudo salvar la Liga y la Copa después de caer en la Champions. Así que, sin discutir las jerarquías ni a los titulares, ha mejorado y mucho la plantilla con jugadores, dispuestos a ganarse una plaza junto a Messi.

Los fichajes aumentan los recursos del Barça al tiempo que comprometen la Masia. Los jugadores de la cantera (Thiago, Deulofeu, Pedro, Bartra) se utilizan como moneda de cambio y se apuesta por futbolistas jóvenes con experiencia como Denis Suárez. Al club no le están permitidas demasiadas licencias económicas —invertirá cerca de 100 millones en nuevas adquisiciones— para no aumentar la masa salarial y respetar los estatutos aprobados por Rosell.

Luis Enrique quiere que la competencia afecte a las distintas líneas del equipo

Tiene suerte el presidente Bartomeu de contar con Luis Enrique. El entrenador, que finaliza contrato en junio, ya ha dicho que dispone del mejor plantel desde que hace tres años llegó al Camp Nou. Asume la responsabilidad y la presión con una naturalidad sorprendente en un club con una gran carga simbólica como es el Barça. A Luis Enrique no le interesa la historia, ni vive pendiente de si ofende la memoria de Cruyff o transgrede el legado de Guardiola, sino que desde el respeto institucional propio de un hombre de club ha conseguido fortalecer al equipo sin traicionar la idiosincracia del Barça.

El gen competivo se impone a la ortodoxia azulgrana que exigía apostar por un 4-3-3 y jugar con dos extremos y un medio centro para garantizar la posición, la posesión y la presión ante cualquier rival, incluso frente al Rayo de Paco Jémez. Manda la efectividad en las áreas y el trabajo ingente de los medios —nunca había dispuesto de tantos— mientras que el punto débil acostumbra a ser la posición de los laterales, demarcación disminuida por la salida de Alves, decisivo en la sociedad que formaban en la banda derecha con Rakitic y Messi.

El 10 afirma que ha recuperado la estabilidad desde que se ha reencontrado con Luis Suárez. Falta por llegar el imprevisible Neymar, sobre el que hay más dudas que respecto a Messi. La suerte del Barça dependerá seguramente en buena parte de la capacidad de Luis Enrique para administrar los minutos del tridente sin que se disparen los egos ni los agravios comparativos, la zona neurálgica de los grandes equipos con buenas plantillas como la que ha reunido el Barça.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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