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La funcionaria relevada de Antifraude dice que la directora se siente impune

La oposición acusa a Maite Masià, que militó en Convergència, de no ser idónea para el cargo

Àngels Piñol

Maria Assumpció Riba, exjefe de gabinete de la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC), ha acusado hoy en el Parlament a la directora provisional de esa institución Maite Masià, de actuar sin someterse al “control de la legalidad” y sintiéndose “impune”. Masià, que ocupa ese cargo de forma interina, destituyó a Riba tras trascender en la institución de que quería hacer una auditoría interna sobre el escándalo de las grabaciones telefónicas entre el ya exdirector Daniel de Alfonso y el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz. La mayoría de partidos, salvo Junts pel Sí, acusaron a Masià, que ha admitido que fue militante de Convergència hasta el día antes de su ingreso en la Oficina, de no ser la persona idónea para ocupar ese cargo y de haberse extralimitado en sus funciones.

En una larga sesión en la Comisión de Asuntos Institucionales, Riba ha explicado que tras conocerse el caso de las grabaciones –“Al principio no lo creí: pensaba que era un montaje”- invitó a De Alfonso a dar un paso atrás y a presentar su dimisión el día 23 sin someterse ya a las preguntas de los diputados. El lunes 27, a través de conversaciones de WhatsApp, la exjefa de gabinete aconsejó a De Alfonso, ya destituido, a no acudir a la institución donde cundía el desánimo y la indignación en la plantilla. "Tu no has hecho nada durante tres días. Déjame que tengo muchas cosas que hacer y tengo que venir a hacerlas". En otro mensaje, le dijo: “Tú no sabes nada; tú no entiendes nada; tú no sabes lo que pasa”. Con el personal de la oficina con el ánimo por los suelos –“La gente decía: ¡Qué vergüenza que sepa que yo trabajo aquí”-, Riba decidió el día 29 renunciar a su puesto y le pasó su decisión en un escrito bajo la puerta. “No se si lo cogió o no", ha aclarado para matizar que cuando fue despedida entregó su teléfono móvil y que no sabe qué se habrá hecho con él.

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A partir de ahí y tras la destitución de De Alfonso por el Parlament, Masià asumió las riendas de la oficina de forma provisional y tomó cinco decisiones drásticas: comunicó el despido el día 5 a Riba; desplazó a la secretaría y destituyó a tres directores generales. "Me dijo que se había reunido con alguien del Parlament y que tenía todo el apoyo para tirar la Oficina hacia delante y me invitó a regresar a mi lugar de trabajo”, ha dicho en alusión a su empleo de secretaria judicial. “Fue una decisión arbitraria. Delante de mí, De Alfonso nunca trabajó fuera de la legalidad. Yo no estaba ahí para tapar a nadie”. En cualquier caso, la exjefe de gabinete ha admitido que sabía que un grupo de trabajadores quería presentar un escrito de denuncia pero que prefirió inhibirse -"Ya teníamos bastantes frentes abiertos"- y que no lo firmó.

En una intervención anterior, Masià ha achacado su decisión a que Riba no demostró una falta de respeto de autoridad y que al resto de afectados los despidió porque eran personal eventual. Pero, pese a ello, ha ido haciendo variaciones sobre las razones que inscribió en una resuelta intervención inicial encaminada a demostrar su intención de reorganizar la oficina. La mayoría de partidos, salvo Junts pel Sí, que también está dispuesta a buscar un nuevo director, han cuestionado la idoneidad para seguir en la plaza y le han recordado que se extralimitó en sus decisiones además de su estrecha relación con Convergència.

“Dejé de militar el día antes de entrar en la Oficina”, se ha defendido Masià a quien el PP le ha recordado su relación de amistad con Oriol Pujol y que aparece citada en el sumario de las ITV. Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos, le ha recriminado que no se trata solo de romper un carnet sino de si era la mejor persona para investigar los casos de corrupción que salpicaron a su partido. “Usted ha tenido una relación intensísima con el pinyol”. Le ha dicho. Anna Gabriel, de la CUP; le ha planteado directamente que dimita por dignidad ante los reproches de la mayoría de grupos. Uno de los principales es que no tomó medidas para evitar que De Alfonso pudiera entrar libremente en Antifraude desde que estalló el escándalo hasta que fue destituido. Masià, que ha asegurado que su cargo era de representación institucional y que no tenía acceso a las investigaciones, ha tardado casi dos horas en explicar qué le parecieron las escuchas. “Se me puso la carne de gallina”, ha dicho.

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