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Arte a cambio de becas solo para gitanas

El hijo del pintor Luis Sáez dona los cuadros que heredó de su padre para financiar estudios de posgrado

Javier Sáez con sus compañeras y un cuadro donado.Vídeo: CARLOS ROSILLO / EPV
Pilar Álvarez
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La fotografía que acompaña a este texto es una de esas imágenes que lo tienen todo, hasta lo que normalmente no se ve. En el centro, Javier Sáez, sociólogo y filántropo. Alrededor, un grupo de mujeres, que son sus compañeras de trabajo, sobre las que no existe ninguna estadística oficial fiable. Desde abajo, en el sentido de las agujas del reloj, Rebeca, Aurora, Marga, Ana, Pepi y Elisabet son gitanas que han cursado (o están cursando actualmente) estudios superiores. Estimaciones oficiosas las sitúan en el 1% del total de gitanos, muy lejos del 40% de media de españoles que llegan a la facultad.

El hombre que preside la foto ha donado 284 cuadros a la Fundación Secretariado Gitano (FSG) para que otras mujeres universitarias y gitanas se animen a seguir con estudios de posgrado. Son las obras que le dejó en herencia su padre, el pintor burgalés Luis Sáez, premio de Castilla y León de las Artes en 1991, fallecido en 2010. “Decidí que era más importante compartirlas socialmente que quedármelas yo. Devolver el arte a la sociedad en forma de educación me parece una buena iniciativa”, explica este Sáez, de 50 años, que lleva gran parte de su vida implicado en proyectos sociales con gitanos. Ahora trabaja en FSG.

“Las mujeres gitanas que estudiamos y estamos totalmente integradas somos invisibles, porque no cumplimos con los estereotipos que la sociedad piensa sobre los gitanos. Hay más de las que parecen”, considera Elisabet Motos, que compagina su trabajo de asesora de empleo con estudios para terminar Trabajo Social. Ella, como el resto de las mujeres de la imagen, sabe que está rompiendo barreras y tópicos, tanto fuera como dentro de casa.

Le pasó también a Ana Segovia, quien, cuando cumplió los 18 años en 2009, se convirtió en la primera de su familia que salió a estudiar fuera de su Cádiz natal. “Lo de ir a la universidad estaba normalizado en mi familia. El problema vino cuando dije que me trasladaba a 200 kilómetros para estudiar Periodismo en Sevilla”. Recuerda que hubo vecinos y amigos que se llevaban las manos a la cabeza y le preguntaban a su padre o al abuelo: “Pero, bueno, ¿la vais a dejar salir fuera? ¿Va a tener que vivir sola?”. Lo hizo, después cursó un máster en Comunicación Institucional y Política y ahora reside en Madrid. Sus primas y su hermana siguen ahora sus pasos. “En mi familia, la mayoría que accedemos a estudios superiores somos mujeres”.

Las becas están dirigidas a universitarias gitanas de cualquier nacionalidad que quieran cursar un posgrado en las universidades públicas de Castilla y León. Son 54.000 euros, lo que supone unos 9.000 por beca si bien el máximo de algunas puede llegar a los 13.000 euros. Los organizadores explican que se persigue además la movilidad de las estudiantes para que, como Ana Segovia, salgan de su entorno y su familia para continuar formándose. La iniciativa se presenta hoy en las Cortes de Valladolid, donde quedarán expuestas las obras que quedan por vender (los interesados pueden escribir a alianzas.corporativas@gitanos.org). Además de los fondos obtenidos por los cuadros (cuya valoración supera varios cientos de miles de euros, aunque Sáez solicita que no se publique la cifra exacta), participan la Fundación Villalar y la Fundación de Universidades y Enseñanzas Superiores de Castilla y León, dependiente del Gobierno regional y que aporta casi la mitad de los fondos al programa.

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“Habrá personas que crean que seleccionar un grupo étnico determinado es discriminatorio, pero eso es una barbaridad”, reflexiona Fernando Rey, consejero de Educación de Castilla y León (PP) y expatrono de la Fundación Secretariado Gitano. “Es posible que genere cierto debate, pero estará bien. Así se visibiliza la situación de discriminación que viven las mujeres gitanas. Hay cerca de 100.000 potenciales estudiantes que no están en la universidad”.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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