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Fútbol en la capital del exilio español

Toulouse, la ciudad francesa más española, acoge el debut de la selección entre la nostalgia y la ilusión de ver ganar a La Roja

Campeonato de fútbol que organizaron en 1940 los españoles internados en el campo de concentración de Bram (a 50 km de Toulouse)Foto: reuters_live | Vídeo: Instituto Cervantes de Toulouse / Quality
Ladislao J. Moñino

“Como decían nuestros padres, nunca hemos deshecho las maletas”, relata con nostalgia José Martínez Cobo sentando en un banco de la plaza Wilson de Toulouse. El coqueto lugar, presidido por una fuente que conmemora al poeta francés Pierre Goudoulim, fue el ágora de los primeros exiliados españoles que cruzaron la frontera hacia Francia al finalizar la Guerra Civil. “Se le puso el nombre del Parlamento porque los sábados por la tarde venían aquí a sentarse a discutir y a exponer sus ideas los socialistas y los anarquistas. Era el único sitio donde se rompían los guetos y donde se mezclaban españoles de distintas ideologías”, explica Martínez Cobo, pediatra e histórico miembro del PSOE que presidió el mítico congreso de Suresnes de 1974.

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Desde la plaza situada en el corazón de la capital del exilio republicano, Martínez Cobo explica el porqué hoy la selección juega en la ciudad más española de Francia. “Es la gran ciudad más cercana a España y luego, cuando comienza la II Guerra Mundial, está en la parte de Francia no ocupada por los alemanes. Aquí se produjo un reagrupamiento”. En 1944, Toulouse contaba con 200.000 habitantes y 20.000 de ellos eran refugiados políticos. “Al principio, la acogida en Toulouse a los exiliados no fue buena, pero luego se dieron cuenta de que habían acogido a una generación muy buena, muy generosa, con mucha dedicación e ilusión por el trabajo. Cuando la retirada se hablaba de los rojos, años después ya nos llamaban los republicanos y eso es significativo”, prosigue Martínez Cobo, que cifra en 8.000 los españoles registrados actualmente en el consulado. “En Toulouse se puede hablar de tres oleadas de inmigración. La primera, la política, que llegó al acabar la Guerra Civil, la segunda es la económica, en los años 50 y 60, que abandonó España para buscar trabajo y la tercera es la actual, también con ese objetivo, pero formada académicamente”, apunta la directora del Instituto Cervantes de Toulouse, María Jesús García.

“Mis amistades tanto francesas como españolas se hicieron tanto en torno al fútbol. Yo jugué de portero en el equipo de las Juventudes Socialistas de Toulouse. Participábamos en el campeonato francés de aficionados. Teníamos derecho a incorporar a dos franceses porque ellos podían incluir a dos extranjeros. Recuerdo que el Racing de Toulouse vino a ver a dos jugadores que teníamos porque estaban interesados en ellos. Los anarquistas también formaron un equipo y había otro solo de catalanes. El mío jugaba bien, éramos directos y trajimos aquí algo que no se veía mucho, el juego con la cabeza”, recuerda Martínez Cobo.

“Me hace mucha ilusión que España juegue aquí", dice un inmigrante español

En el campo de concentración de Bram, situado a 50 kilómetros de Toulouse, anarquistas, socialistas y comunistas organizaban torneos, tal y como recoge el libro La Retirada. Mots e images d’un exode de Véronique Moulinié (Ed. Garae Hésiode, 2009), que forma parte del rico fondo histórico sobre el exilio guardado en la biblioteca del Instituto Cervantes.

En Toulouse también residió, antes de ser detenido y trasladado al campo de concentración de Mauthausen, en Austria, Saturnino Navazo Tapia, jugador del Club Deportivo Nacional, cinco temporadas en Tercera División y dos en Primera. Saturnino fue campeón de la Copa de Castilla en 1934 y tuvo que exiliarse tras la guerra. En Mauthausen, Navazo protagonizó una historia conmovedora al adoptar a un niño judío al que salvó de la muerte. La historia la narra en su autobiografía, Mi resiliencia. Siegfried Meir, el niño que tuvo que falsear su nombre y cambiarlo por el de Luis Navazo para poder salir junto a su padre adoptivo de la Alemania ya liberada porque era menor de edad.

Los alrededores de la plaza Wilson poco a poco se van llenando de camisetas de La Roja. “Me hace mucha ilusión que España juegue aquí, pero es un placer y una angustia a la vez porque me duele mucho cuando perdemos. Veré el partido solo en mi casa, en una butaca, sin nadie al lado que pueda presenciar mis emociones. Llegué aquí con cinco años y me he educado en Francia, pero me siento español y tengo la necesidad de demostrármelo todos los días”, concluye Martínez Cobo.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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