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Donald Trump hace las paces con la periodista Megyn Kelly

La estrella de la cadena Fox busca humanizar al candidato republicano, que no se retracta

El candidato republicano Donald Trump y la periodista Megyn Kelly FOX FOX via Getty ImagesFoto: reuters_live
Silvia Ayuso

El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, se reconcilió este martes con la presentadora estrella de la cadena conservadora Fox, Megyn Kelly, a la que había insultado al comienzo de su carrera presidencial. Trump dejó de lado la cruzada que ha mantenido con la periodista durante los últimos nueve meses y se sometió a su cuestionario. A cambio, Kelly aparcó las preguntas difíciles por las que es conocida y le proporcionó una plataforma para que el candidato finalista republicano presentara su lado más humano, aunque este dejó claro que no cambiará la actitud beligerante que tan lejos le ha llevado.

Donald Trump parece ese niño que sabe que tiene que hacer las paces con alguien con quien se peleó aunque en el fondo sigue pensando que no hizo nada malo, así que extiende la mano, pero deja que sea el otro el que se acerque a estrechársela. Algo así lleva haciendo desde que se quedó solo en la carrera por la nominación republicana para la Casa Blanca.

El primer escenario fue el Congreso, la semana pasada, adonde acudió para entrevistarse con el jefe del partido, Paul Ryan. Ni a este le apetece respaldar su candidatura ni Trump está dispuesto a ceder en la actitud que le ha alienado del establishment republicano. Pero la cúpula conservadora sabe que no le va a quedar más remedio que tragarse el sapo y aceptar, en último término, al candidato que han elegido sus bases.

Este martes, Trump dio otro paso en esta reconciliación reticente y se dejó entrevistar por Kelly, la periodista sobre la que hizo un comentario tan misógino que puso no solo a muchas mujeres en su contra, sino hasta a la cadena fetiche de los conservadores. Al fin y al cabo, Trump y Fox también se necesitan. El candidato porque no puede obviar a la emisora que más siguen sus potenciales votantes, como comprobó en enero, cuando se saltó un debate en la Fox justo antes de los caucus de Iowa. No ganó. La cadena tampoco logra audiencias récord si no cuenta con el polémico candidato.

Kelly se ganó la ira de Trump cuando, en el primer debate republicano, en agosto, cuestionó su actitud ante las mujeres. “Usted llama a las mujeres que no le gustan ‘cerdas gordas’, perras, desaliñadas y animales asquerosos. A una participante en su reality show El Aprendiz le dijo que sería una bonita imagen verla de rodillas. ¿Le parece a Usted que ese es el temperamento adecuado para alguien que quiere ser elegido presidente de Estados Unidos?”, le soltó nada más comenzar el debate.

Trump, entonces solo uno de los 17 aspirantes a hacerse con la candidatura republicana —y subestimado por la mayoría de los medios—, reaccionó con insultantes insinuaciones misóginas contra la estrella de la Fox. “Le brotaba sangre de los ojos, le brotaba sangre de cualquier parte”, dijo de ella. No se retractó ni pese a la lluvia de críticas que le cayeron de todas partes.

Nueve meses más tarde, Trump y Kelly se sentaron en un despacho del empresario en Nueva York y discutieron casi como amigos. La periodista le dejó proclamar su “enorme corazón”. Tampoco le cuestionó en ningún momento cuando afirmó que es el “mensajero” de los estadounidenses que se sienten abandonados en su propio país. Y a lo largo de la entrevista buscó cómo activar el lado más humano del candidato Trump. Si buscaba también algún mea culpa del agresivo candidato, se fue con las manos vacías pese a las amplias sonrisas intercambiadas.

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Primero le preguntó si consideraba que había cometido algún error durante su campaña. Trump reconoció que hay cosas “que podría no haber hecho”, como ridiculizar en Twitter a Heidi Cruz, la mujer de su rival más tenaz, Ted Cruz. Pero error es una palabra no quiso poner en su boca. “Tengo millones de seguidores en Twitter, lo que me mete en problemas son los retuits”, se defendió. Kelly le dio una ocasión más para mostrar algún arrepentimiento con miras al electorado que el candidato necesita para ganar, especialmente las mujeres que tan insultadas se han sentido con su campaña: ¿No lamenta sus burlas sobre Carly Fiorina, la única mujer que buscó la candidatura republicana y a la que ridiculizó por su físico? “Bueno, supongo… pero cuando cometes un error tienes que mirar adelante, no decir uf, habría preferido no hacer eso”, replicó vagamente.

En vista de que Trump no parecía dispuesto a retractarse, la periodista buscó una emoción personal del candidato republicano. La respuesta a su pregunta sobre si había aprendido algo de sus divorcios (“pongo tanta energía en los negocios que no puse la suficiente en las relaciones”) no dio el resultado esperado, así que pasó a hablar del hermano mayor del candidato, Fred, que era alcohólico y murió a los 42 años. Eso ha sido lo “más duro” en su vida, reconoció Trump, que reveló que es por ello por lo que no toma alcohol. ¿Y qué piensa sobre el acoso? ¿Sufrió acoso en la escuela? No, replicó el candidato más acusado de arrollar a sus rivales. Eso sí, precisó, solo ataca cuando se siente “herido”. “Yo doy contragolpes. Respondo. En todos los casos, he respondido a algo que me hicieron”, insistió.

¿Ningún arrepentimiento entonces?, insistió por su parte la periodista. “Sí, pero no quiero hablar de ello”, replicó. “Podría haber hecho alguna cosa diferente, en ocasiones podría haber usado otro lenguaje, pero en general estoy contento con el resultado, y creo que si no me hubiera comportado como lo hice, no habría tenido éxito”, zanjó ya casi al término de una entrevista amable a la que le dio su visto bueno en ese Twitter desde el que durante meses despotricó contra la moderadora.

“Bien hecho, Megyn. Y todos vivieron felices por siempre”, bromeó.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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