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El astillero vuelve a latir en Cádiz

La provincia con más paro de España recupera la esperanza de que revivan las atarazanas de Navantia

Raúl Limón

El trasiego de personas con el uniforme azul marino de Navantia en Cádiz empieza a recuperar el ritmo. Muy lejos queda la época dorada de principios de los setenta, cuando los astilleros españoles construían el 5,2% del total mundial de buques. Desde entonces, las factorías han perdido un 48% de su capacidad productiva y un 40% de los más de 10.000 trabajadores que llegaron a tener, en especial tras la reconversión emprendida entre 1984 y 1988. Ahora, este corazón industrial de la provincia con más paro de España (37,16%, según la última EPA) vuelve a latir. El comienzo de la construcción de cuatro petroleros y un buque de acción marítima, la firma de otros contratos y las expectativas de nuevos encargos que suman más de 13 millones de horas de trabajo permite soñar en el resurgir de una industria vital para la comarca.

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Antonio Noria ha vivido todas las épocas. Empezó a trabajar en los astilleros en 1974 y, ahora, este sindicalista de CCOO preside el comité de empresa de Navantia en Puerto Real, donde se han comenzado a cortar las chapas de los petroleros. “Han sido muchos años de sacrificio. Llevamos desde 2007 sin subida de salarios y sin convenio. Hemos primado la reivindicación de la carga de trabajo y por fin parece que llega”, afirma.

Cada petrolero supondrá 725.000 horas de trabajo, lo que permitirá generar 1.400 empleos directos y 1.600 inducidos durante al menos tres años. Si se confirman los pedidos previstos, las plantas de Navantia tienen garantizada actividad para cinco años.

“Si lo hacemos bien, vendrán más”, asegura el director de los astilleros de Navantia en la Bahía de Cádiz, Pablo López. Cree que la consecución de encargos es solo el arranque, fruto de un “enorme esfuerzo” y que por delante queda “el gran reto”: hacerlos en tiempo y bien, para lo que es preciso el compromiso y la implicación de todos los niveles de la industria.

El sector naval español, pese a su alta productividad, había quedado relegado por países como Corea y Japón, donde se hacían más barcos, en menos tiempo, más baratos y más adecuados a las necesidades del transporte marítimo. Los cuatro nuevos petroleros de Cádiz, comprados por el grupo Ibaizábal para alquilarlos a Cepsa, entre otros clientes, podrían llegar a ser seis y responden a la demanda actual de buques tipo Suezmax, cargueros de 274 metros de eslora y 48 de manga que pueden cruzar el Canal de Suez con 156.000 toneladas. Además, Corea, ha pasado de ser uno de los principales competidores de España en construcción naval a aliado. Este país estará presente en Puerto Real a través de la empresa DSEC, la división de ingeniería de Daewoo que aportará diseño, logística y experiencia.

“Es muy importante para Navantia y la industria española porque, 20 años después, volvemos a construir petroleros”, destaca José Manuel Revuelta, presidente de la empresa pública, quien defiende que se están dando los pasos para transformar los astilleros en una empresa competitiva, sostenible, internacional, con diversidad productiva, militar y civil.

"Vivimos de esto. No hay otra cosa"

“Es fundamental para la Bahía (la comarca gaditana que alberga las plantas de Navantia), Ferrol (La Coruña) y Cartagena (Murcia). Vivimos de esto. Es el motor. No hay otra cosa”, añade Noria, quien recuerda haber contado hasta 5.000 compañeros en solo una de las plantas donde ahora no llegan a 700.

Las cifras le dan la razón sobre la crucial importancia de los astilleros. De esta empresa pública dependen, directa o indirectamente, 11.320 personas, el 3% del empleo de Cádiz y el 32,1% de los puestos de trabajo en el sector industrial provincial.

La clave de la supervivencia es la continuidad, recuperar y consolidar una posición en el mercado internacional a partir de ser competitivos y abiertos a nuevos mercados.

Para afrontar estos retos, Navantia comenzó en 2013 una transformación que se ha traducido en un plan industrial con el horizonte en 2020 y con un objetivo concreto: alcanzar a finales del próximo año un equilibrio en sus cuentas.

Navantia aún tiene que afrontar un reto más: la renovación de la plantilla, que ahora ronda una media de 55 años. “O se incorporan jóvenes o no hará falta cerrar nada porque nos jubilaremos todos”, ironiza Noria. El director de la planta comparte la necesidad de rejuvenecer la factoría, para lo que ya se han incorporado 60 jóvenes a los que se irán sumando más conforme se materialicen los encargos.

Golpe de timón

La nueva estrategia de Navantia ha supuesto un golpe de timón comercial y en la gestión. Se han abierto delegaciones y oficinas en Australia, Oriente Medio, Turquía, India y Brasil para continuar en Noruega y Suráfrica.

El resultado ha sido la captación de pedidos de la petrolera mexicana Pemex, dos buques de acción marítima de la Armada española y una central eléctrica eólica Iberdrola y 29 jackets (estructuras tubulares) para Iberdrola en Alemania. Estos se suman a los cuatro petroleros encargados, cinco plantas flotantes para Statoil, un megabuque para Turquía y varios contratos para Australia, además de otros encargos de reparación y mantenimiento.

El espaldarazo definitivo se espera del Consejo Económico de Arabia Saudí, un organismo que tiene pendiente aprobar la construcción de cinco buques que supondrían 7,2 millones de horas de trabajo.

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Sobre la firma

Raúl Limón
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.

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